¿Pero qué te hiciste? Meg Ryan reaparece en público totalmente irreconocible

La actriz que durante tres lustros, lideró la taquilla internacional con más de 1100 millones de dólares recaudados por sus películas, se había alejado de la vida pública de Hollywood hasta hace unos días cuando fue fotografiada junto a Michael J. Fox en el lanzamiento de un nuevo documental sobre la vida del actor aquejado por el Parkinson.

Meg Ryan acudió el pasado jueves al estreno del último de Michael J. Fox en el Alice Tully Hall del Lincoln Center de Nueva York y su aspecto físico ha provocado una tremenda controversia en las redes sociales. Tal parece que la actriz, de 61 años, se ha sometido a evidentes retoques estéticos que le han transformado completamente el rostro dejándola irreconocible para miles de fanáticos que aún guardaban aquella imagen de la actriz que conquistó Hollywood con su gran talento.

Aunque Meg ha negado en más de una ocasión su paso por el quirófano, en esta ocasión se hizo muy evidente los procedimientos estéticos a los que se ha sometido pues su piel se veía tersa y sin arrugas, con unos pómulos visiblemente más hinchados y sin apenas mostrar líneas de expresión propias para su edad.

Como era de esperarse, las fotos han corrido como pólvora en las redes sociales y han desatado todo tiempo de comentarios como «¿Qué te hiciste en la cara? ¿De verdad, Meg?», «Estoy en shock. Pésimos cirujanos».

Según información publicada por el diario español ABC, fue en 2002 cuando la protagonista de películas románticas como 'Cuando Harry encontró a Sally' o 'Tienes un email' comenzó a operarse. En 2003 rodó 'En carne viva' y ahí ya se podía ver su nueva imagen. Su carrera resultó gravemente afectada por estos polémicos retoques, pues desde hace años no ha rodado ningún largometraje como protagonista.

Hace años que la prensa estadounidense la comenzó a tratar como una víctima del llamado 'efecto Zellweger', en referencia a la impactante transformación estética de su compañera de profesión, Renée Zellweger (54). Pero parece que estas burlas no sirvieron para que Meg detuviese su adicción al bisturí.