Daniel Stern pasó de robar casas en 'Mi Pobre Angelito' a ser un ranchero lejos de Hollywood
El actor ganó fama mundial como Marv Murchins, el torpe ladrón de la película.
Hoy, a sus 67 años, vive una vida completamente distinta: ranchero de ganado, escultor y un hombre dedicado a su familia. Este cambio radical fue posible gracias a una jugada maestra que hizo durante las negociaciones para la secuela de la película que marcó su carrera.
Cuando Stern fue convocado para Mi Pobre Angelito en 1990, estuvo a punto de rechazar el papel debido al bajo salario inicial de $300,000 dólares y el exigente calendario de rodaje. Sin embargo, tras varios ajustes y una insistencia de los productores, aceptó el proyecto. La película no solo fue un éxito, sino que se convirtió en un fenómeno global.
Para la secuela, Mi Pobre Angelito 2: Perdido en Nueva York, Stern demostró ser tan astuto como no lo era su personaje. Al enterarse de que Joe Pesci, su compañero de reparto, ganaría $3 millones, Stern despidió a su agente y negoció directamente un aumento salarial y un 1% de las ganancias brutas de la película. Aunque había pedido el 2%, el acuerdo final resultó ser extremadamente lucrativo: con una recaudación global de $359 millones, Stern terminó ganando $3.59 millones, lo que ajustado a la inflación equivale a más de $8 millones en la actualidad.
Te puede interesar: Superman regresa a la pantalla grande con David Corenswet como el nuevo Clark Kent
Te puede interesar: Lady Gaga luce su impresionante anillo de compromiso
Ese dinero le permitió a Stern dejar atrás Hollywood y construir una vida lejos de los reflectores. Actualmente, vive en el campo, donde combina su tiempo entre el manejo de un rancho de ganado y su pasión por las artes, especialmente la escultura.
Stern compartió su vida cotidiana: “Decidí dejar de viajar tanto y enfocarme en mi familia y en mis otras pasiones artísticas. Como resultado, tengo una vida familiar maravillosa y este cuerpo de trabajo”. Nunca dejó de poner todo su esfuerzo en cada proyecto. En una entrevista con The Hollywood Reporter, recordó cómo se enamoró del guion de Mi Pobre Angelito: “Me hizo reír a carcajadas como nunca antes. Sabía que era algo único”.
La película exigió mucho de él físicamente. Desde golpes hasta escenas peligrosas, Stern estuvo dispuesto a arriesgarse para dar vida a Marv. Uno de los momentos más recordados fue cuando una tarántula real caminó sobre su rostro. Aunque el equipo le ofreció usar una araña de goma, Stern optó por hacerlo con una verdadera: “Me dijeron que era inofensiva, pero pedí que le quitaran el aguijón. Me explicaron que si lo hacían, la araña moriría, y respondí: ‘Sí, pero si no lo hacen, quien morirá seré yo’”.
El icónico grito que dio en esa escena fue completamente real, y Stern bromea sobre ello: “Pregunté si el grito podría asustar a la tarántula, pero me dijeron que no podía oír. Así que grité con todo”.
Décadas después, Stern sigue siendo recordado por su papel en esta icónica película navideña. Para muchos, Mi Pobre Angelito es sinónimo de risas y nostalgia, algo que el actor valora profundamente: “Es una forma maravillosa de vivir, que la gente se conecte conmigo de esa manera. Cambió mi vida, abrió puertas para conectar con las personas y escuchar sus historias”.
Hoy, aunque lejos de Hollywood, Stern sigue tocando vidas, no a través de la pantalla, sino con su arte, su humildad y su mensaje de que siempre es posible reinventarse.