Cine patriótico, la receta rusa contra la propaganda de Hollywood
El cine patriótico, sean películas de guerra, dramas históricos, hazañas espaciales o deportivas ocurridas en tiempos de la URSS, es la receta cultural elegida por el Kremlin para combatir la propaganda de Hollywood.
"Contar la historia de la guerra de tal forma que atraiga a los jóvenes y, al mismo tiempo, no irrite a aquellos que aún recuerdan la Gran Guerra Patria", explicó Alexéi Sídorov, director de "T-34", una cinta con el legendario tanque soviético como protagonista.
Por segundo año consecutivo, una cinta rusa copa la taquilla desde las fiestas navideñas. Si el pasado año fue "Hacia arriba", que narra la mítica victoria de la URSS sobre EEUU en la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Múnich 72, en esta ocasión le ha tocado el turno al cine bélico más tradicional.
"T-34", la versión rusa de "Furia" de Brad Pitt, ha arrasado en el nuevo año con las aventuras de un grupo de soldados soviéticos que logra huir de un campo de concentración alemán abordo de un tanque, dejando en la cuneta a "Creed-2" de Silvester Stallone.
El ministro de Cultura, Vladímir Medinski, quien ha ordenado dar prioridad al cine ruso frente al estadounidense en caso de que los estrenos coincidan en el tiempo, no dudó en animar a las familias a acudir en masa a los cines en compañía de sus hijos para ver la película.
"De niños discutíamos quién era mejor, Superman o Batman. Ahora, ya lo sé", fue el mensaje que le envió su propio hijo tras ver la película.
La cinta, que se inspira en las tradicionales películas soviéticas, aunque es menos melodramática y más espectacular, está basada en una historia real que ha cautivado ya a más de 5 millones de espectadores.
Pese a la histórica recaudación, los críticos no han sido muy generosos con la película y le han puesto un aprobado raspado, lo que no gustó nada al ministro, que comparó a los que criticaron "T-34" con los que abandonaron el frente durante la invasión alemana en 1941.
En defensa de la película, Medinski recordó que "T-34" está basada en un hecho real, mientras "Furia" o "Salvar al soldado Ryan", que son historias de ficción, recibieron críticas mucho más positivas.
"El heroísmo mostrado por Brad Pitt y su tanque en 'Furia' nunca ocurrió. Casos como ese en el frente oriental hubo muchos, en el occidental, no. Esa es nuestra historia la que ellos llevan a los cines y nosotros estamos encantados ¿Eso significa que nosotros no debemos mostrarnos a nosotros mismos?", dijo.
Lo mismo ocurrió hace dos años cuando se estrenó "Los 28 de Panfilov" sobre el heroísmo de un batallón soviético que frenó sin apenas munición el avance de los tanques alemanes que se aproximaban peligrosamente a Moscú, episodio que críticos e historiadores consideran una leyenda soviética y no un hecho verídico.
Eso indignó a Medinski, un nacionalista procedente del partido del Kremlin que es muy criticado en los círculos culturales, que puso fin al debate afirmando que lo que cuenta la película es un hecho histórico irrebatible.
El ministro aprobó en su momento una serie de medidas para defender la industria cinematográfica nacional frente a la estadounidense, que recuerdan a la política de "excepción cultural" preconizada por Francia desde hace más de veinte años.
La apuesta, que no hace hincapié en la financiación de películas de autor al estilo Tarkovski, sino en cintas para todos los públicos, ha tenido éxito, ya que casi 60 millones de espectadores acudieron a los cines para ver películas rusas en 2018.
La próxima semana se estrenará "Salvar Leningrado", sobre el inicio del bloqueo alemán de la actual San Petersburgo, asedio que se prolongó durante unos 900 días y costó la vida a casi un millón de personas, entre civiles y militares.
En los últimos años han sido grandes éxitos de taquilla películas como "Leyenda 17" sobre el considerado mejor jugador de hockey de la historia, Valerí Jarlámov, de madre española; o "Tiempo de pioneros", sobre la primera caminata espacial de la historia, que fue realizada por el cosmonauta soviético Alexéi Leónov en 1965.
El apoyo a la industria nacional tiene excepciones, ya que la película "Fiesta", una comedia negra sobre el bloqueo de Leningrado, fue considerada una "blasfemia" por políticos rusos, lo que obligó a su director, Serguéi Boyarski, a limitar su estreno a Youtube.
Aunque Medinski niega que en Rusia exista la censura cultural, otra comedia, la británica "La muerte de Stalin", que aborda en tono de humor las luchas intestinas que siguieron a la muerte del líder soviético en 1953, vio retirada hace un año su licencia de proyección.