'La misma sangre', la apuesta 'sin género' de director argentino Miguel Cohan
La nueva apuesta del director argentino Miguel Cohan, "La misma sangre" irrumpe en las salas del país como un thriller "sin género" en tiempos de Netflix, que, además de ser uno de los asociados de la película, es el conector ideal para un público ávido de salas de cine.
"Plataformas como Netflix le dan una vida a las películas que está buenísima", indicó en una entrevista con Efe Miguel Cohan.
Una vida "efímera" en las salas de cines, que "caduca" esté o no Netflix, acentuó el director, pero que puede perdurar en las pantallas gracias a plataformas que les den la "visibilidad" que los directores anhelan y los espectadores aprovechan.
Difícil de "encasillar", de "sintetizar" y de "explicar", pero "sin ser una película compleja", así es, en palabras de su creador, "La misma sangre".
Cohan (Buenos Aires, 1974) hace girar la trama en torno a una familia de dos nacionalidades, encabezada por el argentino Oscar Martínez en el papel de Elías, un padre de familia, y Adriana, interpretada por la chilena Paulina García, su mujer desde hace 35 años y cocinera profesional.
El reparto, elegido a conciencia por el director, completa esta coproducción chileno-argentina con Diego Velázquez, Dolores Fonzi y Luis Gnecco.
"La película nace al revés de como se arman las coproducciones. No en la necesidad de aportar de ambos países, sino que buscando quién podía ser el personaje de Adriana, me daba cuenta de que estaba buscando a una actriz argentina que me sea lo más cercana posible a Paulina García", recalcó Cohan.
Al central la historia en un personaje principal procedente de Chile, el resto de la producción salió sola.
"Él me esperó mucho tiempo sin que yo lo supiera para poder hacer la película", resaltó Oscar Martínez a Efe.
Un papel que le venía como anillo al dedo, al menos para el director, a pesar de que insiste en que cualquier parecido con la realidad es pura ficción.
Elías es un hombre que "no se parece en nada" a él, manifestó, un tipo al que "las cosas le suceden" pero que no tiene "recursos" para solucionarlas por una vía que evite el sufrimiento de quienes le rodean.
Para darle vida, Martínez aseguró que no se dejó llevar por la comodidad ni el gusto, sino por el reto que vio frente a él cuando leyó por primera vez el guión terminado.
Un desafío volver atractiva la imagen de un personaje "que saca de quicio por lo pusilánime" y "que no produce empatía", con el que difícilmente el público se pueda llegar a identificar.
"No expresa, no verbaliza, no dice. Y después sufre las consecuencias", explicó.
Todo lo contrario a los personajes que ha encarnado a lo largo de 2018 para las producciones a las que dará paso en 2019, entre las que se encuentran títulos como "Vivir dos veces", bajo la dirección de María Ripoll y que comparte con la española Inma Cuesta; "Yo, mi mujer y mi mujer muerta" (de Santi Amodeo), y "El cuento de las comadrejas", de su compatriota Juan José Campanella.
"Me gusta mucho la variedad, una de las cosas que me gustó de las propuestas que elegí para este año es que son cuatro películas totalmente diferentes, cuatro universos diferentes, cuatro géneros distintos y cuatro personajes que no se parecen ni un poquito entre sí", transmitió antes de señalar que su único criterio para elegir un papel en un largometraje es que lo que lea sea bueno.
Entre las comedias y tragedias que reinan este momento de su carrera, Martínez trasladó su preocupación por el hecho de que los dramas se asemejen a la realidad en la que vivimos, y que sufren especialmente las mujeres.
"Esto explica por qué cuando uno lee las noticias policiales en los diarios dice '¿cómo se llega a esto? qué desatino'. Bueno, todo viene historeado, no es un día de furia que ocurrió porque. Por algo ocurrió y seguramente había señales de que esto podía ocurrir, pero no hicieron nada para cambiar el rumbo en el que iban", expresó.
A su juicio, el primer acto de violencia machista es suficiente para que una mujer termine una relación. Pero reconoció que en muchos casos una denuncia no es suficiente.
"Es verdad que hay casos en los que ella toma esa determinación y los tipos, que están totalmente locos, son capaces de tomar una represalia por ello, y que a veces el Estado y la Justicia no pueden contener esa clase de episodios", aseveró.
En "La misma sangre", sin embargo, no hay "malos" para Martínez, tan solo "víctimas de sí mismos y de las circunstancias".