Adrien Brody revela las cicatrices físicas y emocionales que le dejó “El pianista”
El actor más joven en ganar un Oscar, por su desgarrador papel en la película, reflexonó sobre su interpretación de Władysław Szpilman.
En declaraciones recientes a Variety e IndieWire, Brody reveló cómo aquella transformación extrema dejó marcas duraderas en su vida y cómo su más reciente proyecto, El brutalista, evoca ecos de aquella experiencia que marcó su carrera.
Para encarnar a Szpilman, Brody llevó su cuerpo al límite. Perdió cerca de 14 kilogramos, llegando a pesar solo 58,5 kilogramos, y adoptó una dieta de inanición extrema. Incluso redujo drásticamente su consumo de agua para lograr la apariencia física que requería el personaje en las escenas más difíciles del rodaje.
“Era necesario para la narrativa”, explicó al medio. “Pero me abrió espiritualmente a una profundidad de comprensión del vacío y el hambre de una manera que nunca había conocido”.
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El impacto no terminó con la filmación. Brody admitió haber sufrido un trastorno alimenticio y un cambio en su metabolismo que lo afectaron durante más de un año. “Me enfermé por ello. Fue acumulativo”, compartió. También reconoció que la experiencia lo sumió en una profunda depresión: “Estuve deprimido durante un año, si no toda la vida… Estoy bromeando, estoy bromeando”, dijo con humor a Variety.
Además de los efectos físicos, el actor destacó la carga emocional que conllevaba el papel. En declaraciones a IndieWire, recordó la enorme responsabilidad de representar la experiencia de Szpilman, un hombre cuya vida reflejaba los horrores del Holocausto y la pérdida de seis millones de personas. “Era tal la presión y responsabilidad de llevar esa película en mis hombros durante 22 semanas, seis días a la semana”, confesó.
Aunque han pasado más de dos décadas desde el estreno de El pianista, Brody aseguró que la película sigue teniendo un profundo impacto en él. En una entrevista previa con The Sunday Times, admitió que todavía llora al verla. “Pensé que mi cuerpo sería diferente de ahora en adelante”, dijo, refiriéndose al esfuerzo físico y emocional que implicó el papel.
Sin embargo, esa experiencia no solo dejó cicatrices, sino también lecciones que influyeron en cómo elige sus proyectos. “Nada en estos 22 años se ha comparado con lo que sentí haciendo esa película”, afirmó.
Ahora, en El brutalista, Brody interpreta a László Tóth, un arquitecto húngaro y sobreviviente del Holocausto que lucha por reconstruir su vida en Estados Unidos. El actor ha señalado que este nuevo papel tiene una conexión profunda con su experiencia en El pianista.
“[El brutalista] comienza casi donde [El pianista] terminó, en cierto modo”, explicó Brody. “Es el viaje de un inmigrante judío, sobreviviendo. Esas dificultades específicas y pérdidas, y el anhelo de comenzar de nuevo”.
En la película, dirigida por Brady Corbet, Tóth enfrenta los retos de superar una adicción a la heroína mientras busca transformar su dolor en arte. Para Brody, las similitudes entre ambas historias no son casuales. Ambas exploran las cicatrices del trauma y cómo el arte puede convertirse en una herramienta de resistencia y renovación.
“¿Cómo puede crearse arte en medio de los horrores y las profundidades de la oscuridad?”, reflexionó el actor. “El gran arte y el espíritu humano pueden triunfar a través de eso. Los traumas de nuestro pasado influyen en nuestro trabajo y nuestras elecciones”.
Adrien Brody continúa explorando papeles que desafían tanto su cuerpo como su espíritu. Su dedicación, que lo llevó a ganar el Oscar a los 29 años, sigue siendo un sello distintivo de su carrera. Con El brutalista, el actor reafirma su capacidad de transformar el dolor en arte, y de conectar historias pasadas con un presente que aún busca respuestas.