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Carnaval de Basilea se oscurece y centra sus críticas en Trump

Disfraces en el carnaval de Basilea
Disfraces en el carnaval de Basilea / EFE
Efe
06 de marzo 2017 - 06:02

El Carnaval de Basilea, el más importante de Suiza, enseñó hoy su faceta más satírica y oscura en los enormes faroles pintados que desfilaron por el centro de la ciudad y que representaron todo tipo de crítica social y política, especialmente, en contra del presidente estadounidense, Donald Trump.

Como es tradicional en el primer lunes después del Miércoles de Ceniza, las más de 150 "cliquen" (peñas o grupos carnavalescos) formadas por miles de personajes enmascarados, flautistas y tamborileros marcharon en una procesión de luz y de color conocida como "Morgestraicht" y que da el pistoletazo de salida a las 72 horas de Carnaval en la ciudad helvética.

Una multitud llenó completamente el casco antiguo de Basilea para disfrutar del inicio de una celebración cuya primera mención histórica data del 1376, y que incluso ha sobrevivido a la Reforma Protestante del siglo XVI que acabó con muchos carnavales por ser un ritual típico de la tradición católica.

Con una puntualidad propia de este país de gran tradición relojera, a las cuatro de la madrugada, y tras cuatro redobles de campanas, todas las luces del centro de la ciudad se apagaron y empezó el desfile.

Los grupos de enmascarados recorrieron las calles tan solo iluminados por la luz de las linternas y los faroles, altas estructuras de más de tres metros hechas de madera y lienzo pintadas a mano por artistas locales con motivos relativos a la actualidad política local e internacional.

El cortejo se alargó hasta que se vieron los primeros rayos de sol, siempre al son de los pífanos y los tambores, que redoblaron a un ritmo complejo y típico del Carnaval de Basilea, cuyo dominio conlleva dos o tres años de práctica.

Los más de 200 faroles reflejaron acontecimientos de actualidad como las políticas migratorias del presidente Donald Trump, el auge de la extrema derecha en Europa, el "brexit" (salida del Reino Unido de la Unión

Europea) y temas recurrentes cada año como la protección del medioambiente y referencias a la política local.

Grupos de cinco personas tuvieron la ardua tarea de cargar con las grandes estructuras a lo largo de los aproximadamente siete kilómetros de la ruta.

"Nunca sabemos el peso exacto, no nos lo dicen para no desmoralizarnos", reconoció a Efe Nicholas, un joven basilense que es portador del farol de la misma "cliquen" por cuarto año consecutivo.

La adopción de un tema de actualidad como eje temático de cada peña -que ponen en escena también con trajes y máscaras- es un hecho que diferencia el carnaval de Basilea de otros en los que "en vez de vestirse con un disfraz más bien te desvistes", explicó a un grupo de medios el exdirigente del comité organizador del evento Felix Rudolf von Rohr.

En cambio, la despedida del invierno en Basilea es una gran fuente de sátira afilada en contra del poder, es un espejo del mundo, "si este no va bien, el carnaval será oscuro y tratará temas serios, como pasa este año", dijo este basilense ilustre.

La sátira está presente, además de en los dibujos y motivos de los lienzos de las farolas, en los "schnitzelbänke", unos versos críticos cantados en el dialecto local de la ciudad en bares y recintos privados de las peñas.

El profesor español Pablo Martínez-Calleja, que efectúa un trabajo de documentación sobre el carnaval de Cádiz (sur de España), apuntó a Efe que ambas festividades tienen "muchos parecidos", entre ellos "el carácter literario de estos versos que mantienen vivo el romancero medieval", y que son "plataformas de articulación de las protestas del pueblo contra el poder".

Por otro lado, la música es la otra gran protagonista de esta fiesta masiva e integradora -todo el mundo está invitado a participar-, especialmente durante la noche, cuando las distintas bandas de músicas o charangas toman control de la ciudad.

Organizado por un comité formado por locales, el carnaval no recibe financiación pública alguna, sino que sufraga sus gastos a través de la venta de la placa oficial del evento, "blaggedde", que todo el mundo debe lucir visiblemente si no quiere arriesgarse a verse sepultado por confeti por unos seres enmascarados llamados "Waggis".

"Nada está organizado pero todo funciona por si solo", dijo von Rohr, quien preside la comisión para conseguir que el Carnaval de Basilea sea considerado como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En total, más de 200.000 personas se congregarán en la ciudad suiza ubicada en la frontera con Francia y Alemania para disfrutar de estos tres días de fiesta.

Aina Martí

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