¿Puede la astronomía moderna explicar la Estrella de Belén?
El astro descrito en el evangelio de Mateo que guió a los Reyes Magos hasta el nacimiento de Jesucristo, ha sido durante siglos un símbolo de la Navidad y de la espiritualidad cristiana.
Pero más allá del relato bíblico, la ciencia moderna se ha preguntado si este fenómeno pudo tener una base astronómica. Gracias a los avances en tecnología y al conocimiento de las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos celestes, los astrónomos han intentado descifrar qué pudo haber inspirado este relato y cómo se relaciona con los fenómenos astronómicos observables en nuestros días.
La astronomía moderna permite, gracias a simulaciones computacionales, “rebobinar” el cielo nocturno para analizar cómo se alineaban las estrellas y los planetas en momentos específicos del pasado. Esta capacidad ha sido clave para investigar qué pudo haber inspirado la historia de la Estrella de Belén. Sin embargo, determinar la fecha exacta del nacimiento de Jesús sigue siendo un desafío: los estudios actuales lo sitúan entre los años 8 a.C. y 1 a.C., descartando el tradicional 25 de diciembre, ya que las descripciones bíblicas apuntan a un clima más cálido, posiblemente en verano.
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Con esta ventana temporal, los científicos han planteado varias hipótesis sobre qué fenómeno celeste podría haber sido percibido como la Estrella de Belén.
Una de las teorías más sólidas sugiere que la Estrella de Belén pudo haber sido una conjunción planetaria, es decir, un evento en el que dos o más planetas se alinean en el cielo, creando la ilusión de un solo punto de luz brillante. En el año 6 a.C., Júpiter y Saturno estuvieron en una conjunción cercana en la constelación de Piscis, un evento que algunos astrónomos han señalado como el posible origen del relato. Johannes Kepler, en el siglo XVI, fue uno de los primeros en proponer esta idea, aunque cálculos recientes indican que el brillo de esta conjunción no habría sido tan intenso como para destacar significativamente en el cielo.
Otra posibilidad es que la Estrella de Belén fuera Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno. Visible en el hemisferio norte durante los meses de diciembre y enero, Sirio destaca por su intenso brillo, que supera al de cualquier otra estrella. Además, su posición cercana al cinturón de Orión la convierte en un punto de referencia natural para los viajeros. En la antigüedad, Sirio era utilizada como guía por navegantes, lo que podría haber inspirado la narrativa de los Reyes Magos siguiendo un astro hacia Belén.
Las supernovas, explosiones estelares que pueden brillar durante semanas, también han sido consideradas como una posible explicación. Sin embargo, los registros astronómicos indican que no se produjeron supernovas visibles desde la Tierra en el periodo aproximado del nacimiento de Jesús, lo que descarta esta hipótesis.
El famoso cometa Halley pasó cerca de la Tierra en el año 12 a.C., pero este evento ocurrió demasiado temprano para coincidir con el nacimiento de Cristo. Además, en la antigüedad, los cometas solían asociarse con presagios negativos, no con eventos de esperanza o redención, lo que hace improbable que fueran interpretados como la señal de un acontecimiento divino.
Aunque la astronomía moderna ha descartado algunas teorías y planteado otras más plausibles, el misterio de la Estrella de Belén sigue abierto. Más allá de su explicación científica, este relato bíblico ha trascendido como un símbolo espiritual y cultural. Sin embargo, para los astrónomos, representa algo más: un vínculo entre la fe y el conocimiento, un recordatorio de cómo los humanos han mirado al cielo en busca de orientación, tanto física como espiritual, a lo largo de la historia.
Como expresó un astrónomo contemporáneo: “La Estrella de Belén, más que un fenómeno celeste, es una ventana a la forma en que las civilizaciones antiguas interpretaban el universo y su relación con lo divino. Su verdadera naturaleza puede seguir siendo un misterio, pero su legado nos recuerda cómo el cielo siempre ha sido nuestra brújula, tanto para viajar como para comprender nuestro lugar en el cosmos”.
Hoy, gracias a la astronomía moderna, seguimos desentrañando los secretos del firmamento, pero el brillo de la Estrella de Belén, ya sea un mito o un fenómeno natural, continúa iluminando nuestra búsqueda de respuestas.