Patria y Odio

Entre la xenofobia y el fervor patriótico

Insultar al país de origen de quien nos ofende no es defender a Panamá, es denigrarla. Hacer Patria es más que postear indignado en Facebook

“Colombia es un país de narcos y prostitutas”. “Los chinos aman apostar y no saben manejar”. “Los venezolanos son muertos de hambre arrogantes que no pueden vivir en su país”.

Así hablan, piensan y se expresan miles de panameños. Probablemente un buen número de lectores incluso se identifique con ellos. Y al hacerlo están dándole la espalda a nuestra Patria, Panamá.

Muchos proponen incluso modificar nuestra política migratoria, pidiendo la deportación de quien nos insulte.

No tengo intención de defender los comentarios retrógrados de la mujer. Pero la respuesta de los foristas se encuentra en el mismo nivel de ellos. “Su capital de inversión lo tiene entre las piernas la muy zorra”, “cuantos kilos trajo en la balija no tenía para comer en colombia y tuvo q venir a panama”.

No se puede exigir respeto con insultos de tercer grado escritos con ortografía de preescolar. Este mal llamado nacionalismo que busca “defender” al país insultando a los demás se encuentra desde los timelines de Facebook hasta los salones de la Asamblea Nacional. La imagen que damos como nación es tan negativa que han sido necesarias disculpas públicas.

La respuesta común de muchos es negar el problema y excusarse con frases como:

“No es que sea racista pero…” “No digo que todos sean iguales pero…” “Tengo amigos extranjeros, pero…”

Lo cierto es que la xenofobia, como el machismo y otras formas de discriminación, es invisible para quien la transmite y dolorosamente evidente para las víctimas de ella. ¿Cómo nos sentiríamos si extraños que jamás nos han conocido nos dijeran narcotraficantes, prostitutas o muertos de hambre? ¿Qué pensaríamos si supiéramos que a los panameños en el exterior los catalogan así? ¿Si por los comentarios ignorantes de unos pocos individuos nos denigraran a todos? No nos equivoquemos, en Panamá también hay drogas, narcos, lavado de dinero, corrupción y muchos otros problemas. Pero eso no es lo que nos define como país. Si no estamos de acuerdo con la opinión de la persona, critiquemos sus argumentos, no el sitio geográfico donde nació.

El “Pro Mundi” beneficio del escudo nacional carga un profundo mensaje. Nuestra fortaleza como nación no está en el Canal o la Zona Libre de Colón. Nuestra fortaleza está en saber tomar lo bueno de las distintas razas y culturas que convergen en nuestro istmo. Está en servir al mundo para crecer como país.

Somos una economía de servicio. Solo en los primeros tres meses del 2015, visitantes extranjeros gastaron 956.6 millones de dólares en nuestro país (12.6% más que el año pasado), según cifras de la Contraloría General de la República. En 2014 recibimos 651,888 millones de dólares en remesas de otros países y 4,718.9 millones en inversión extranjera directa. El turismo, el Canal de Panamá, la Zona Libre de Colón y el centro bancario internacional son pilares de nuestra economía. Sin embargo, cuando alguien señala que el capital extranjero ha ayudado a prosperar a nuestro país nos indignamos como si fuera una blasfemia. No tiene nada de malo que entre dinero del extranjero. Nuestro negocio es ofrecer servicios al mundo.

Si quieren conocer cuánto aporta cada país y otros detalles, pueden visitar estos enlaces:

Este tema tiene un matiz personal para mí. Mi nombre es Adolfo Berríos Riaño. Soy panameño y he vivido toda mi vida en el país. Mis abuelos nacieron en el exterior y migraron aquí hace ya varias décadas desde Colombia (de parte de mi madre) y Nicaragua (por el lado de mi padre). A mi tío, panameño, lo asesinaron militares estadounidenses durante la invasión del ’89.

Los Estados Unidos invadieron nuestro suelo y mataron a miles de personas inocentes, pero no dirigimos hacia ellos los insultos que dirigimos a nuestros vecinos. En parte, esto se debe a una amnesia voluntaria, un Alzheimer histórico que tenemos hacia nuestro pasado. Y en parte se debe a que comprendemos que el odio no lleva a ningún lado, que insultar y gritar no resucita a los muertos.

Si podemos entender que todo Estados Unidos no tiene la culpa de lo que pasó en ’89, ¿por qué no podemos entender que los comentarios ignorantes de un individuo no son los de los otros 49.5 millones colombianos o 31.2 millones de venezolanos?

Les agradezco por el tiempo en leer este, mi primer blog. Les agradezco compartir cualquier opinión o comentario. Mi correo es aberrios@tvnmedia.com y mi Twitter es @adolfo_erre.

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