Matrimonio igualitario en Panamá y el 'fin de la raza humana'

Matrimonio igualitario en Panamá y el 'fin de la raza humana'
Matrimonio igualitario en Panamá y el 'fin de la raza humana' / Pixabay

“Yo no tengo nada contra los gays, pero si se casan van a acabar con las familias”.

Esas fueron las palabras de mi abuela cuando conversaba con ella sobre el matrimonio igualitario, específicamente sobre el derecho de parejas del mismo sexo de contraer matrimonio.

“¿Cómo se van a acabar las familias?”, le pregunté. Me respondió que los gays no pueden tener hijos.

No es la primera vez que escucho este argumento y nunca deja de asombrarme. Si el propósito del matrimonio fuera solo procrear, no se le permitiría casarse a hombres estériles ni a mujeres infértiles, tampoco a adultos mayores.

Si familia solo es papá, mamá, hijo; entonces ¿qué son aquellas familias de madres/padres solteros? ¿de abuelas que crían a sus nietos? ¿de tíos, primos, amigos, que arman su propio núcleo familiar?

La familia es el núcleo de nuestra sociedad, y toma muchas formas. Es, en mi humilde opinión, una estructura que se crea a base de amor, constancia y crianza. Nada de lo cual está limitado por el género de quiénes la forman.

El matrimonio es el nombre que como sociedad hemos dado a la unión de dos personas reconocida por la ley.

He aquí un punto clave: reconocido por la ley.

El abogado Iván Chanis, presidente de Fundación Iguales, lo explicó como un paraguas

Dentro del derecho al matrimonio hay derechos patrimoniales (que una pareja pueda heredar bienes); el acceso al crédito, hipotecas y planificación económica familiar; el derecho de tomar decisiones médicas (en algunos casos de vida o muerte) en casos de emergencias; la cobertura de salud; beneficios fiscales; y protección a todos los tipos de familia, detalló Chanis durante un conversatorio organizado por la fundación y el Centro Cultural España.

A los lectores casados, imagínense que su pareja de toda la vida muera y ustedes no tengan ningún derecho legal al patrimonio que juntos construyeron durante toda la vida; que un médico le niegue el acceso a la cama de hospital dónde su ser amado está muriendo porque ustedes no son considerados “familia”.

El tema incomoda, pero no tiene por qué hacerlo. Si las parejas del mismo sexo se casan, la humanidad no se va a extinguir como teme mi abuela. Respetar y reconocer su derecho ante la ley no perjudica de ninguna manera al resto de la sociedad. ¿Cómo lo haría?

“No soy homofóbico, no tengo problema con que se junten. Pero si dejamos que se casen, luego van a querer adoptar niños”.

Muchos lectores habrán escuchado frases similares, algunos probablemente compartan ese tipo de pensamiento. Yo la escuché de un compañero de trabajo.

Para muchos panameños y panameñas la homosexualidad es un pecado, una aberración, algo vergonzoso que no debe ser reconocido por las instituciones públicas. El resultado es que tenemos un país con ciudadanos de segunda y tercera categoría. Son panameños a quiénes les negamos derechos básicos.

Panamá es un país extremadamente conservador, incluso puritano. Y el discurso tradicional no tolera homosexuales, no tolera ninguna letra del LGBTQI+, ni ningún color del arco iris.

Ser homosexual es considerado una falta grave para la Policía Nacional y es causal de despido entre sus miembros. No existen leyes que protejan contra crímenes de odio, tampoco se tipifican, no se registran los femicidios trans, ni los despidos injustificados por orientación sexual. No se permite ni siquiera que las escuelas reconozcan que existen familias homoparentales.

Nuestro país es, objetivamente, uno de los países más retrasados en el continente en protección de los derechos humanos de personas LGBT.

Nada de esto parece molestarnos. El tema de Derechos Humanos es recibido con desprecio y calificado como una agenda internacional para corromper la pureza de nuestra blanca sociedad.

Nos concentramos tanto en las diferencias que olvidamos lo fundamental. Somos panameños, más aún, somos TODOS humanos. Tenemos derecho a enamorarnos y formar familias. Negarle el derecho a alguien a casarse porque su pareja es del mismo sexo es como negarle el derecho a casarse a una persona por su color de piel. Es arbitrario y nos hace menos como país.

Lorena Arosemena, activista y cofundadora de Diversa, destacó cómo los panameños se unieron durante las protestas contra las reformas constitucionales y destacó la transversalidad, es decir que la lucha es de todos. Hay quienes luchan por los derechos de las mujeres, o de los afrodescendientes, de los pueblos originarios, de las personas LGBT… Hay muchos puntos en común y el activismo de unos puede ayudar a otros.

Conversatorio organizado por Fundación Iguales y Centro Cultural España
Conversatorio organizado por Fundación Iguales y Centro Cultural España / Cortesía

Recientemente circuló por redes sociales el borrador de un anteproyecto de Ley para crear un contrato de régimen patrimonial voluntario para uniones de parejas del mismo sexo. No hablaba de matrimonio, pero eso no evitó los comentarios de rechazo.

Aquí uno de ellos publicado en el diario Crítica:

“Ahí se van con esta aberración y ya veremos que dentro de unos días, aprueban el matrimonio gay. Hay que estar vivo y al tanto, la familia que ellos llaman tradicional, esta en peligro de extinción, mucho cuidado con este tema, no nos dejemos engañar. No creamos que esto a futuro nos ayudara, esto sera como Sodoma y Gomorra y abra cárcel para los que no estemos a favor de ver a dos hombres besarse en la calle. Dejen de estar creyendo en eso de hay que ser tolerante. El futuro de nuestros niños esta en peligro y las ideas locas serán las bases de un nuevo orden mundial. Así que analicen bien esta situación y no dejemos que aprueben nada de leyes a favor de los lgtb”.

El lector comparte el miedo a la extinción masiva de mi abuela, teme que lo metan preso porque no le gusta que dos hombres se besen y vaticina un “nuevo orden mundial.” A los lectores de este blog les mando un mensaje: el mundo no se va a acabar porque parejas del mismo sexo se casen, y nadie los va a meter presos. Eso miedo de persecución, es la realidad que viven muchas personas que realmente son perseguidas, discriminadas, golpeadas e incluso asesinadas por ser LGTB.

Volviendo a la propuesta de Mayín. Aunque quizás esté motivada por buenas intenciones, solo atiende una parte del problema actual y crea uno aún mayor. Ayudaría en el tema de derechos patrimoniales, pero no otorgaría todas las protecciones que da la figura del matrimonio e institucionalizaría la separación entre los derechos de personas heterosexuales y las parejas del mismo sexo.

Diversas organizaciones se pronunciaron al respecto, apoyándose la Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

"No hay que crear instituciones nuevas, sino extender las existentes a parejas del mismo sexo. Incluyendo el matrimonio, de conformidad con el Principio Pro Persona. Otra institución con otro nombre carece de sentido ya que sería una discriminación, contraria a los Derechos Humanos y a nuestra propia Constitución", manifiesta un comunicado firmado por Convive Panamá; Hombres Trans Panamá; Padres, Familiares y Amigos por la Diversidad de Panamá (PFLAG PMA); Diversa y Estos Dos Manes.

La propuesta de la diputada Mayín Correa aún no ha sido presentada ante la Asamblea Nacional. La diputada ha manifestado que está en etapa de consultas. Al ser contactada sobre el tema, señaló que dará declaraciones una vez se presente formalmente el anteproyecto.

¿Cómo se decidirá finalmente este tema?

Corte Suprema de Justicia
Corte Suprema de Justicia / Cortesía

La Corte Suprema de Justicia tiene en sus manos cuatro casos. Los magistrados deben decidir si son inconstitucionales las disposiciones del Código de la Familia que prohíben el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, no tienen un término para tomar la decisión y hay casos que ya llevan cuatro años.

La Corte ha demostrado que es capaz de demorar por grandes cantidades de tiempo casos en los que les incomode dictaminar fallos. Por ejemplo, el caso CEMIS duró 18 años en la Corte, y no fue hasta que Carlos “Tito” Afú dejó de ser diputado que los magistrados se pronunciaron para decir que el caso es ahora competencia de la justicia ordinaria.

La justicia tardía no es justicia, reza el pregón. Aunque no hay un término fijado para cuánto tiempo se puede tomar la Corte, la justicia tardía es considerada internacionalmente una violación a los derechos humanos y se podría presentar eventualmente el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

“Yo no tengo nada contra los gays, pero…” Pero nada. Reconozcamos que todos somos panameños, que todos somos personas, y que a todos se nos deben reconocer los mismos derechos.

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