Un día sin muertos
El domingo, por primera vez desde marzo 2020, no se murió nadie por COVID-19 en Panamá. El ministro de Salud lo celebró como “el primer día sin muertos desde el inicio de la pandemia”.
En realidad, desde que se reportara el primer caso de coronavirus en el país hubo un par de días sin muertos durante el mes de marzo. Era el tiempo en que hablábamos de adaptarnos a la “nueva normalidad” y los medios hacían campaña #QuédateEnCasa.
Esos días terminaron, y el encierro, la enfermedad, la inseguridad se convirtieron en el día a día. Con el tiempo, hemos olvidado lo anormal que es nuestra realidad actual. Llevamos más de un año contando muertos, hospitalizados, personas aisladas en casas, hoteles y hospitales. La muerte se convirtió en nuestra nueva normalidad.
Es una parca de muchas caras. La muerte llega al enfermo solitario que no puede ver a su familia mientras lucha por respirar, y también llega como muerte lenta a quiénes ven cómo se agotan sus ahorros, terminan las moratorias y no surgen oportunidades para conseguir dinero con que comer, pagar la casa, la escuela de los niños…
El domingo no se murió nadie de COVID, pero como país seguimos en Cuidados Intensivos. Ni Pfizer, ni AstraZeneca vacunan contra el desempleo, la corrupción ni la delincuencia. Tampoco hay jeringa que pueda devolver a los niños el bache educativo del último año.
La responsabilidad cae en nuestros gobernantes, quienes elegimos cada 5 años para administrar el dinero de todos nosotros en beneficio del país. Pero pareciera que es más fácil tener un día sin muertos por COVID que un día sin escándalos por corrupción, sobreprecios, nepotismo o simple negligencia estatal.
Es una vieja normalidad, pre pandemia, una cultura de juega vivo cimentada sobre el clientelismo, la desidia y el “robó, pero hizo”. Años de mantener gorditos y millonarios a los corruptos de siempre.
La verdadera responsabilidad cae en nosotros, quiénes componemos este país y somos los rostros detrás de las cifras económicas. El poder emana del pueblo, un hecho que le han recordado los vecinos colombianos y chilenos a sus respectivos gobiernos. Pero no sirve de nada si calladitos sobrellevamos esta enfermiza normalidad.
La COVID-19 pasará, habrá más días sin muertos. Pero estamos lejos de un día sin impunidad.