Francisco y su particular forma de romper el protocolo
El Papa Francisco es una personalidad que goza de muchísima simpatía entre la gente y Cuba no fue la excepción.
Desde tempranas horas de la madrugada, miles de persona se dirigieron a La Plaza de la Revolución con el objetivo de ver y escuchar a Francisco. El equipo de periodistas que cubría la visita papal fue citado a las 5:00 a.m. al hotel Nacional de Cuba para tomar una “Guagua” (bus) que nos llevaría hasta la plaza.
Minutos de espera y el sometimiento a las medidas de seguridad no se hicieron esperar, hasta que finalmente antes que la guagua frenara, más de la mitad de los periodistas gráficos estábamos abajo corriendo para tomar los mejores puestos.
La Plaza estaba abarrotada, pero el sol no quiso demostrar su poder y una nube estuvo en todo momento, para que evitar que el calor hiciera efecto sobre los asistentes.
Todos escuchaban al coro juvenil, cuando de repente una voz interrumpe con las palabras “el papa Francisco está aquí” y en ese instante la tranquilidad de la plaza se ve interrumpida y rompen en gritos y aplausos, pues Pancho ha llegado.
El papa móvil empieza su recorrido en medio de la multitud y todos los medios trepados en una tarima buscábamos obtener la mejor imagen del papa. Justo en el momento en que lo tenía encuadrado, a Pancho le da por bajarse del papa móvil, poniendo nerviosos a los seguridad y acabando con mis aspiraciones de la buena toma.
El papa estaba desaparecido en medio de la multitud. Casi llegado al altar vuelve a montarse a su coche y sigue su recorrido sonriente alrededor de la plaza que tiene como testigo la imagen del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos.
Francisco no dejo de romper el protocolo durante toda la jornada, sobre todo en las homilías y discursos.
Quienes debían redactar noticias sobre sus palabras en los eventos, de nada les servía tener por anticipado lo que iba a decir, al final decía: Lo escribí, pero reflexionen, yo hablaré fuera del texto.
Un papa alegre que en definitiva tiene a creyentes y no creyentes perplejos, y a otros enamorados de su forma de ser.
La Habana le ha demostrado mucho cariño y Pancho está feliz. Mañana buscará rumbos por Holguín y ahí muchos lo esperan, y las muestras de cariño de seguro serán las mismas.