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España, vector de acercamiento de la UE a Latinoamérica

Sede de la Comisión Europea en Bruselas. / EFE
Efe
31 2015 - 08:03

España ha sido los ojos con que la UE ha mirado a Latinoamérica desde su incorporación al club comunitario el 1 de enero de 1986, una influencia basada en lazos históricos y culturales que ha servido para incrementar el interés y potenciar relaciones, pero que compite cada vez más con la de otras potencias.

Los importantes vínculos económicos, culturales, intelectuales y demográficos de España con América Latina "han contribuido indudablemente a que la UE se centre más en la región", dijo a Efe el experto del German Marshall Fund de EE.UU. William W. McIlhenny.

"Al entrar España en la UE como los 'expertos' en América Latina, por defecto la posición de España era la posición de la UE", reconoció este antiguo funcionario del Departamento de Estado y del Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., país que ha visto en Madrid "un interlocutor muy importante sobre Latinoamérica en la Unión".

La aproximación a Latinoamérica auspiciada sobre todo por España se ha acelerado por parte de la UE en los últimos años con la negociación de acuerdos de asociación, diálogo político o comercio.

En las dos últimas cumbres con la región, las primeras desde su inicio en 1999 en las que la UE tiene como interlocutor a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Unión dejó claro que no quiere perder el pulso en el subcontinente ante el interés que por él demuestran potencias como China.

A pesar de lo jugoso del tratado transatlántico comercial y de inversiones que la UE negocia con EE.UU. (TTIP), que creará la mayor área de libre comercio del mundo, el interés por acercarse económicamente a zonas emergentes como Asia pero también Latinoamérica se mantiene.

Así lo corrobora el tratado que la UE persigue desde 2000 con cuatro países del Mercosur (Brasil -socio estratégico desde 2004-, Argentina, Uruguay y Paraguay), que liberalizaría el comercio en un mercado de 700 millones de personas pero cuyas negociaciones se han sumido en la parálisis por diferencias internas o falta de ambición.

España jugó un papel crucial para relanzar esas negociaciones en los márgenes de una cumbre entre la UE y Latinoamérica y el Caribe en Madrid en 2010, pero desde entonces y a pesar de los intentos los bloques no han llegado a intercambiar sus primeras ofertas.

México (también socio estratégico, desde 2008) y Chile son los aventajados en la región, ya que tienen en vigor con la Unión desde 2000 y 2005, respectivamente, acuerdos de asociación que incluyen el libre comercio, unos pactos que las partes se han comprometido a actualizar para lograr metas más ambiciosas.

Centroamérica es la primera zona con la que la UE ha logrado un acuerdo de asociación "de región a región", entre los Veintiocho y Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.

Dentro de ese acuerdo el pilar económico, centrado en liberalizar progresivamente el comercio entre las partes, se activó en 2013.

Aunque la UE trató en un principio de lograr un acuerdo similar con la Comunidad Andina de Naciones, las diferencias en el bloque llevaron a que Bruselas negociara por separado con Colombia y Perú un tratado de libre comercio multipartito que se aplica desde agosto de 2013 provisionalmente, al que espera unirse Ecuador en 2016 una vez cerradas las negociaciones con la Unión.

Además, los colombianos pueden ya circular por el espacio europeo sin fronteras, Schengen, sin visado y los peruanos podrán hacerlo también pronto, después de que la UE haya culminado la tramitación de la legislación necesaria para ello a petición del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

Un caso aparte es el de Cuba, país con el que la UE aún no tiene ninguna relación contractual pero con el que inició en abril de 2014 -unos meses antes del anuncio del restablecimiento de relaciones entre La Habana y Washington- la negociación de un acuerdo bilateral de diálogo político y cooperación que avanza bien.

Con ese acuerdo se espera superar la "posición común", la política unilateral y restrictiva hacia Cuba impuesta por la UE en 1996 a instancias del Gobierno conservador de José María Aznar en España, que supedita la relación al avance en la isla en materia de derechos humanos.

Fue España también, bajo el mandato del presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, la que realizó esfuerzos por retomar en 2008 la cooperación suspendida, para que en 2010 fueran liberados 75 activistas y para que la UE empezara a negociar este primer acuerdo bilateral con La Habana.

Para McIlhenny, España "puede jugar un papel importante promoviendo la inclusividad" de Cuba en el eje atlántico.

Ante el panorama económico global el experto advierte de que, "irónicamente", cabe "presagiar una influencia diluida de España en Latinoamérica a largo plazo".

En la última década, consideró que "la capacidad de España de influir a la UE en su política hacia América Latina se ha reducido" ante el agotamiento de fondos de desarrollo, la consolidación de un nuevo aparato de política exterior de la UE con el Tratado de Lisboa y el creciente interés de otras potencias europeas como el Reino Unido y Alemania en el subcontinente.

En cualquier caso, aseveró que el legado histórico y cultural de España "es fuerte" y aventuró que continuará haciendo valer su peso en la región.

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