Rousseff prepara cirugía mayor para achicar gasto público en Brasil
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prepara un nuevo recorte presupuestario para suturar el déficit fiscal previsto en 2016, responsable en gran parte de que el país perdiera su sello de buen pagador a manos de la agencia Standard & Poor's.
Sumergida en una recesión, la séptima economía global busca alternativas para reencauzar sus cuentas "cortando la carne" del gasto público, según dijo recientemente el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.
"El Gobierno está trabajando para cortar una serie de cosas. Está analizando una reforma administrativa. La idea es pasar esa propuesta primero al vicepresidente Michel Temer -que está de viaje en Rusia- y luego a los presidentes de las Cámaras", dijo a la AFP una asesora de prensa de la presidencia.
De acuerdo con medios locales, el ahorro podría llegar hasta 25.000 millones de reales (unos 6.700 millones de dólares) mediante un congelamiento salarial y de las contrataciones de funcionarios públicos el año que viene, y quizás también de recortes moderados de programas sociales.
Oficialmente, está en carpeta un proyecto para cobrar impuestos adeudados por brasileños que tienen fondos en el extranjero y la reforma ministerial ya anticipada que barrerá 10 de los 39 ministerios actuales y eliminará 1.000 puestos en esas carteras.
Rousseff ya había ordenado cortar 80.000 millones de reales (21.600 millones de dólares) del presupuesto de este año, pero el panorama es oscuro y el propio Gobierno espera una contracción del PIB de 1,49% en 2015, mucho más moderado que la de 2,55% que proyecta el mercado, para quien la caída continuará en 2016.
Levy habló la semana pasada de sacrificios para atravesar la crisis y se refirió a un posible aumento de la carga tributaria, que podría ser en la forma de un impuesto a las transacciones financieras. Pero desde el parlamento le hicieron saber públicamente que antes de pensar en eso, el poder Ejecutivo debía cortar todos los gastos posibles.
Sitiada por problemas que exceden a la economía, como las tensiones que desató un monumental fraude a la estatal Petrobras que salpicó a casi todo el arco político y a buena parte del empresariado de Brasil, Rousseff terminó por enviar al Congreso un presupuesto para 2016 que prevé un déficit del 0,5% del PIB.
Fue la primera vez en la historia que eso pasaba y días después Standard & Poor´s le quitó el grado de inversión al país.