La guerra comercial entre EEUU y China comienza formalmente este viernes

Varias bolsas de almendras importadas de EE. UU. puestas a la venta en un supermercado de Pekín (China) / EFE
Efe
05 2018 - 06:29

La guerra comercial, hasta ahora dialéctica, entre EE.UU. y China comienza formalmente mañana con la entrada en vigor de la primera ronda de aranceles a productos importados de China por valor de 34 mil millones de dólares, un bombardeo que ha puesto en jaque esta semana a las bolsas y divisas asiáticas.

Tres meses han pasado desde que el presidente estadounidense, Donald Trump, alarmara al mundo entero con sus primeras amenazas arancelarias en una lista inicial de productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares.

De ellos, tras reunirse con distintos grupos de influencia, el mandatario republicano ha pospuesto la aplicación de tarifas en bienes por valor de 16.000 millones, y empezará por gravar con el 25 % a 818 productos.

Se incluyen aviones y partes de aeronaves, equipo industrial y eléctrico, maquinaria, televisiones, cámaras o instrumentos ópticos, es decir, productos de alto valor añadido ligados a la revolución tecnológica de China y su reorientación hacia una industria innovadora.

Salvo cambios de última hora, los aranceles entrarán en vigor mañana y se espera que el Gobierno de China responda con la aplicación inmediata de tarifas del 25 % a 545 productos estadounidenses que suman el mismo valor, 34.000 millones de dólares.

Éstos son en su mayoría productos alimentarios o agrícolas, como la soja, y otros como vehículos de pasajeros o whisky.

Si Pekín reacciona, Trump podría volver a la carga y gravar con el 10 % productos por valor de 200.000 millones de dólares, lo que según los expertos no sólo dañará a la economía asiática sino que perjudicará a las propias empresas estadounidenses.

"No será fácil para EE.UU. identificar bienes importados chinos por valor de 200.000 millones que puedan soportar aranceles sin dañar a las compañías o consumidores estadounidenses", dado que China es el principal proveedor de muchas empresas de ese país, advierte en un análisis Louis Kuijs, de la consultora Oxford Economics.

Es consecuencia de la globalización económica que las cadenas de suministro sean internacionales y que muchos productos que se venden domésticamente o entre países estén compuestos por partes de distinta procedencia.

Según recuerda en un comentario el Investment Institute de la gestora estadounidense BlackRock, "alrededor del 30 % de los productos terminados en China tienen componentes de otros países", mientras que los bienes que se fabrican en otras naciones (como EE.UU.) cuentan a su vez con partes procedentes de China.

Si se aplican en EE.UU. tarifas a esos productos intermedios de China, se podrán dar tres escenarios diferentes.

El primero sería que los fabricantes estadounidenses importen menos de China y busquen proveedores alternativos (probablemente de mercados emergentes), algo que en opinión de Gareth Leather, economista para Asia de la firma Capital Economics, "les resultará difícil, al menos a corto plazo".

Si las importaciones caen, entonces no sólo la economía china se verá dañada, sino que Taiwán, Malasia y Singapur, principales proveedores de bienes intermedios a China, también saldrán afectados.

La segunda posibilidad es que las compañías estadounidenses mantengan el mismo volumen de importaciones de productos chinos y afronten el sobrecoste subiendo los precios de sus productos finales, lo que repercutirá negativamente en su negocio.

La tercera opción -y que parece que está sucediendo de forma anticipada- es que se produzca una devaluación de las divisas emergentes, liderada por el yuan que cotiza hoy a 6,618 unidades frente al dólar, para compensar los aranceles.

Con una divisa china más barata, los importadores estadounidenses no acusarán tanto el pago de esos impuestos, y si el resto de monedas emergentes también bajan a China le beneficiará cuando tenga que comprarles componentes para sus productos.

Esto es lo que Leather denomina "respuesta pasiva" de los gobiernos asiáticos afectados indirectamente por los aranceles, mediante la cual dejan caer su moneda mientras buscan establecer acuerdos de libre comercio con otros países.

La caída de las divisas se ha producido paralelamente a una bajada de las bolsas asiáticas.

En China, las bolsas de Shanghái y Shenzhen han perdido un 12,21 y un 14,66 %, respectivamente, en el último mes, mientras que el parqué de Hong Kong acumula una caída del 9,36 % desde el 5 de junio.

Si la guerra comercial avanza y Trump decide imponer tarifas a productos por valor de 200.000 millones, para China será complicado responder con aranceles equivalentes, pero los expertos creen que cuenta con otras vías para defenderse.

La gestora británica Schroders recuerda en su informe mensual el boicot encubierto que China llevó a cabo en 2017 contra Corea del Sur cuando Seúl decidió instalar su escudo antimisiles THAAD, lo que afectó gravemente al turismo chino y a las empresas surcoreanas que operan en este país, como fabricantes de automóviles o cadenas de supermercados.

"EE.UU. es vulnerable en este sentido. General Motors vendió más coches en China que en EE.UU. en 2017 y hay el doble de iPhones activos en China que en EE.UU. (...) China no ha dicho que vaya a atacar a negocios estadounidenses pero sigue teniendo esa poderosa opción", explican.

Kuijs alude por su parte a que China podría imponer "controles de sanidad, seguridad e impuestos, alargar la entrada de importaciones y boicotear bienes estadounidenses".

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