Los panameños solo compramos libros en agosto

Vista de la XIV FIL Panamá 2018.
Vista de la XIV FIL Panamá 2018. / Amalia Nicolau
Amalia Nicolau
22 de agosto 2018 - 15:20

“Vengo a la feria todos los años porque consigo libros muy variados y a buenos precios, —explica Hanna de 22 años—, aunque hay que recorrer toda la feria, por lo que es mejor venir los días de semana y durante la mañana, ya que no hay tanta gente”.

En el estand donde la encuentro, bastante pequeño, los libros se venden entre uno y tres dólares, son ediciones de bolsillo y títulos clásicos. La encargada explica, “para eso es la feria, para ofrecer sobre todo a los jóvenes la oportunidad que compren por lo menos un libro, no se trata de las ventas”. Una madre se acerca preguntando por la Odisea.

Libro que oscilan entre 1 y 3 dólares, se venden en este pabellón.
Libro que oscilan entre 1 y 3 dólares, se venden en este pabellón. / Amalia Nicolau

“Claro que los leo”, responde con una amplia sonrisa. Es su segundo día de feria y considera que hay más variedad que en otros años. La vendedora le alcanza el Orwell que compró, mientras me muestra la edición de Tarántula de Bob Dylan, que consiguió por cinco dólares en otro establecimiento. Hasta ahora ha comprado seis libros.

Federico Angulo de Ediciones Balboa ya hizo su agosto. El tercer día de la feria alcanzó en ventas sus costos. Participa por primera vez como La Librería, pero desde hace 15 años con otros expositores. Su estand tiene el tamaño promedio a un precio que ronda los 7 mil dólares, solo por las instalaciones.

Tiene una estrategia: editoriales nicho y de calidad, pero a buen precio. Limita su oferta de súper ventas, aunque sí tiene algunos ejemplares, que gustan sobre todo al lector joven.

El estand de La Librería en la XIV FIL Panamá 2018
El estand de La Librería en la XIV FIL Panamá 2018 / Amalia Nicolau

“En La Librería, ubicada en Panamá La Vieja, la venta es más lenta”, confiesa, pero lo atribuye al corte histórico de los libros de su catálogo, aunque trata de tener un poco de todo. Considera que las cosas están cambiando, “te acuerdas que en la Invasión, solo las librerías no fueron saqueadas, nadie daba un real por un libro, ahora la gente compra un poco más”.

La editorial Océano, uno de los gigante y que lleva participando desde el 2001, confiesa que también le ha ido bien en ventas. “El martes fue fatal, pero el miércoles y jueves la cosa ha mejorado muchísimo, afirma Odalys Rodríguez, la saga juvenil es lo que más se ha movido, sin embargo por nuestra experiencia sabemos que el viernes y el sábado son los mejores días de ventas”.

A pesar de que a lo largo de los años los precios de los espacios para expositores han aumentado, sigue valiendo la pena para una distribuidora y editorial como esta, exponer uno de los tres más grandes pabellones. Ocupa cerca de 54 metros cuadrados. Los libros a la venta, cuya cantidad total no pudieron precisarme, oscilan en su mayoría entre los 5 hasta los 15 dólares.

Mario es abogado y vino a feria para asistir a la presentación del libro de un colega. “Hasta ahora compré seis y aunque no son baratos, pues aprovecho para llevar mi remesa del año”.

El año pasado, la FIL Panamá recibió a cerca de 70 mil personas y su costo de producción estuvo alrededor de los 250 mil dólares, de acuerdo con fuentes extraoficiales.

Estand con libros a precios bajos en la feria del libre.
Estand con libros a precios bajos en la feria del libre. / Amalia Nicolau

Estamos en la versión 14, pero la historia de esta feria se remonta a 2001 cuando se celebró por primera vez. Ya en la segunda edición en el 2003 se consiguó una asistencia récord de más de 25 mil personas.

La feria considerada histórica fue la de 2005, el Presidente Ricardo Lagos, Chile era el país invitado, lideró la delegación conformada por escritores como Antonio Skármeta y Jorge Edwards, entre otros. Es la única vez que un presidente de Panamá, Martín Torrijos, inauguró el evento.

Sin embargo, a pesar de la popularidad de la FIL, es difícil explicar, por qué los panameños no mostramos ese mismo entusiasmo por comprar libros el resto del año, ya que en los últimos seis, cinco librerías han quebrado.

Pabellón del Smithsonian en la FIL Panamá 2018.
Pabellón del Smithsonian en la FIL Panamá 2018. / Amalia Nicolau

Según Priscila Delgado, la primera organizadora, “la popularidad de la feria es un fenómeno, es como el evento de la temporada, una moda, a la que vienen incluso los político en año de campaña. Es cool venir y hay muchísma venta. El libro es un producto raro que lo busca el que lo quiere leer y la gente compra por impulso. El impulso mueve mucho a esta feria”.

De la autopublicación al libro digital

“No te puedes llamar escritor porque te publicaste dos libros. El libro está diseñado para entablar una relación con un lector, para gente está dispuesta a pagar por ese libro, no vale que se lo regales a tus amigos o tu familia”, afirma Priscila Delgado, Directora Nacional de Publicaciones del INAC.

Exposición dedicada a Justo Arosemena en el estand del Museo del Canal en la FIL Panamá 2018.
Exposición dedicada a Justo Arosemena en el estand del Museo del Canal en la FIL Panamá 2018. / Amalia Nicolau

Ante las dificultades que enfrentan los escritores para vender sus libros, el mayor escaparate se da todos los años en la Feria del Libro. Las editoriales y distribuidores aprovechan para promover a sus escritores a través de firmas de ejemplares hasta conversatorios de las obras.

Luigi Lescure es el propietario de la editorial 9 Signos que cuenta con un portafolio de 30 escritores. “Somos lo que se llama una editorial de autogestión, es decir le ofrecemos a un escritor los servicios que necesita para publicar y distribuir su obra”.

Junto con varios autores crearon esta editorial hace varios años ante las dificultades de entonctrar un editor. Considera que la autopublicación tiene muchas ventajas para un autor: primero el estímulo, la opción económica, libertad y la oportunidad de darte a conocer.

Niños participan de la FIL Panamá 2018.
Niños participan de la FIL Panamá 2018. / Amalia Nicolau

“Tenemos un par de autores que luego de publicar con nosotros por primera vez, se ganaron un Premio Miró por el estímulo que representó para ellos ser publicados por primera vez”, aseguró Lescure, quien también es escritor.

Este año la editorial 9 Signos no participó en la FIL Panamá, “la cosa está dura y el año pasado, por primera vez perdimos dinero, los estands estaban muy caros este año, el más pequeño costaba 1,825 dólares”, destacó Lescure.

Entre los servicios que ofrecen está el diseño de portada, corrección de estilo, diagramación e impresión y lo que más les cuesta, que relegan sobre el autor es la promoción de las obras. El autor debe hacer su propia campaña en redes o en otros medios.

Para los autores que solo quieren publicar en internet, entre 12 a 15 autores, ofrecen la venta a través de su página o directamente en Amazon y la venta sigue siendo bastante baja. “Los lectores de Panamá todavía prefieren leer en papel es muy poco la venta que hacemos por internet directamente a dispositivos, un poco más en la alternativa de print on demand, pero también es muy baja”, aseguró.

Tanto Lescure como Delgado coinciden en que vivir de escribir es una actividad poco sostenible para los autores panameños. A pesar de la variada oferta de las letras panameñas, la mayoría son autores que se autopublican, venden unos cuantos ejemplares en la feria, pero el grueso del tiraje terminan por regalarlo a amigos y familiares.

Israel era el país invitado a la FIL Panamá 2018.
Israel era el país invitado a la FIL Panamá 2018. / Amalia Nicolau

La mítica Librería Cultural no participa en la Feria del Libro por los altos costos de los estands. Sus mejores meses son marzo y abril, cuando las escuelas comienzan y los padres buscan los textos que piden los colegios, eso le ayuda a mantenerse por las pocas ventas del resto del año.

“Muy pocos autores pueden vivir de la venta de libros, incluso los publicado por grandes sellos como Alfaguara no consiguen convertirse en súper ventas. Podría decir que solo los que llegan a las listas de lecturas obligatorias en los colegios del país y luego son promovidos por sus editoriales para aumentar sus beneficios económicos. Libros de literatura no dan para vivir aquí todavía”, aseguró Delgado.

Mientras durante la feria observo el ir y venir de gente de todas las edades, los pasillos abarrotados, colas en las cajas y sí todos con su bolsita. Por lo menos un libro han comprado en la fiesta del libro panameño, en agosto y el resto del año, pues quien sabe.

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