El burkini: ¿Por qué no me puedo poner lo que me da la gana para ir a la playa?
Imágenes de un control policial en una playa de Niza en las que se ve a una mujer, con un pañuelo en la cabeza, quitándose su túnica frente a agentes, han levantado indignación en las redes sociales y relanzado la polémica sobre la prohibición del burkini en varios municipios de Francia.
La decisión de varias ciudades de la Costa Azul de prohibir en sus playas el burkini, trajes de baño para mujeres musulmanas que cubren todo el cuerpo, excepto cara, manos y pies, ha abierto un encendido debate en Francia y en el extranjero.
El diario británico Daily Mail publicó en su página web una serie de fotos -sin lugar ni fecha- en las que se ve a policías realizando un control a una mujer que descansaba en una playa del Paseo de los Ingleses de Niza, lugar donde fue perpetrado el atentado yihadista del 14 de julio (86 muertos).
Las imágenes del control policial en Niza provocaron una lluvia de reacciones en las que se denuncia "una humillación" y "una cacería a los velos".
Unas 15 mujeres han sido multadas por estar “demasiado cubiertas” en las playas francesas.
Las alcaldías locales alegan motivos de seguridad e higiene, al considerar que es una prenda que "manifiesta de forma ostentosa una pertenencia religiosa, cuando Francia y los lugares de culto religioso son actualmente objetivo de ataques terroristas, puede provocar disturbios del orden público".
Uno de los alcaldes ha declarado en medios de comunicación que, “hay que luchar contra todos los comportamientos extremistas, sean cuales sean".
¿Cómo así? Esta prohibición no solo es extrema, sino totalmente ridícula.
Pero, según las autoridades "no se trata de calificar de terroristas a todas las mujeres que llevan el 'burkini' en la playa", sino de establecer un verdadero debate y restringir el proselitismo religioso “ostentoso” en el espacio público.
Hasta la ministra de la Familia, la Infancia y los Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, ha entrado en la discusión para meter más leña al fuego, criticando el "burkini" como "una versión playera del 'burka" con el que "se trata de encerrar, de disimular el cuerpo de las mujeres para controlarlas mejor", aunque también criticó a los alcaldes conservadores.
Pero esta “excusa” sólo esconde la intención de ejercer más control sobre el cuerpo de las mujeres.
Ponte lo que quieras
Mientras tanto decenas de mujeres musulmanas y no musulmanas, convocadas por las redes sociales, transformaron la embajada francesa de Londres en una playa para protestar por el veto al burkini.
Bajo el lema "Fiesta en la playa: Ponte lo que quieras", unas 75 mujeres llenaron la entrada de la embajada francesa de arena, donde pusieron sus tumbonas y sombrillas para protestar contra la "censura" y la actuación policial ejercida contra musulmanas en los últimos días en Francia.
A la protesta acudieron también muchas mujeres no musulmanas.
Una joven, que llevaba un bikini debajo de su vestido, defendió que "la mujer que salió en los periódicos el otro día no llevaba un burkini y aun así fue forzada a desvestirse públicamente".
Esta prohibición ha sido interpretada de un modo islamofóbico y además es una medida misógina porque el objetivo son las mujeres. No se ha pedido a los hombres musulmanes que cambien su forma de vestir, también distinta e identitaria con el islamismo.
¿Por qué no pedimos a los curas católicos que se quiten la sotana, o a las monjas que se quiten en hábito?
Mujeres libres
¿Por qué debería una mujer islámica desvestirse en público por su religión y la ropa que lleva?", es la pregunta.
Están ejerciendo un control policial debido a la ropa que visten ciertas mujeres.
Frente a la polémica, mujeres musulmanas que normalmente usan la prenda de baño que cubre el cuerpo dudan entre la incomprensión por el absurdo debate y la furia por ser de nuevo estigmatizadas, y dicen que lo usan como "mujeres libres".
En Francia, que cuenta con 5 millones de musulmanes, los burkinis (contracción de burka y bikini) son poco usados, pero una minoría de mujeres acude a las playas veladas y cubiertas.
Antes, las pocas musulmanas en las playas se bañaban vestidas con largas faldas y camisetas de manga larga. Sus ropas permanecían mojadas y llenas de arena.
A raíz de la aparición del burkini, quienes lo visten se consideran "mujeres libres de sus decisiones" que solo "desean disfrutar de las vacaciones", afirman.
Crece la venta de burkinis
La polémica suscitada por la prohibición del burkini en algunas localidades francesas contribuyó a aumentar las ventas de esta prenda de baño islámica, afirmó el martes su creadora australiana, Aheada Zanetti.
"El domingo, recibimos 60 pedidos en línea, todos de personas no musulmanas", agregó la creadora de Sídney, de 48 años, quien afirmó que normalmente recibe entre 10 y 12 pedidos un domingo.
Zanetti dijo que no podía precisar el número de pedidos que se hicieron durante la semana pasada, pero afirmó que había recibido numerosos mensajes de apoyo desde que varios municipios del litoral francés decidieran vetar este traje en las playas.
Zanetti, de origen libanés, explicó que había diseñado el burkini hace más de 10 años en Sídney, concibiéndolo como un útil de integración para que las mujeres musulmanas practicantes pudieran disfrutar plenamente de los placeres de la playa.
Esta discusión no es nueva. En el medio está el cuerpo femenino y cómo la sociedad patriarcal en la que vivimos sigue buscando por todos los medios controlar a las mujeres.
Enmascarado en un discurso de seguridad islamofóbico el poder utiliza todos sus recursos para limitar el espacio público de las mujeres.
En este caso, las pocas musulmanas que podían disfrutar de la playa, ya que para los extremistas “es para los infieles”, ya no podrán hacerlo porque los señores que instituyeron la “libertad, igualdad y fraternidad” en el mundo solo lo hicieron para los hombres.