¿Te asusta la nueva normalidad? Puede que sufras del síndrome de la cabaña
Hoy empieza la "nueva normalidad" en Panamá.
Los niños pueden salir un par de horas al día en las áreas sociales de sus edificiones o cerca de sus casas. Siempre acompañados de adultos.
A partir de hoy miércoles rige en Panamá la “nueva normalidad”, decretada por el presidente el pasado lunes. Esto significa que empieza a levantarse, poco a poco, el confinamiento impuesto desde hace dos meses sobre la población para combatir el Covid-19.
Una de las principales medidas, además de la reapertura de algunas actividades comerciales, es que las autoridades de salud permitirán que los niños salgan de sus casas durante un par de horas, ya sea a las áreas sociales de sus edificios o a perímetros cercanos a sus viviendas, siempre acompañados por adultos para hacer deporte o jugar.
La ministra de Salud hizo énfasis en el “impacto emocional que el encierro obligado produce en los niños para quienes el juego es un aspecto importante de su desarrollo”.
Pero y ¿cómo nos afecta el confinamiento al resto del mundo?
A principio del año cuando escuchábamos sobre este nuevo virus que hizo que el gigante chino pusiera en cuarentena a 11 millones de personas, nos parecía una novela de ciencia ficción o una película apocalíptica, y no podíamos imaginar que unos meses después, casi todo el resto del mundo correría con la misma suerte.
Esos primeros días y semanas del estado de emergencia se convirtieron para muchos en una pesadilla en la que experimentaron ansiedad, estrés, miedo, preocupación, depresión, insomnio, entre otras emociones difíciles de manejar. Todos estos síntomas, de acuerdo con los expertos, eran comunes a la situación de confinamiento que estábamos viviendo.
A lo largo de estos meses han surgido un sinnúmero de programas, líneas de auxilio, terapias en línea y millones de recursos para ayudar a las personas a manejar las emociones del encierro, el estrés de estar en casa todo el día, algunos en compañía y otros completamente solos sufriendo aún más el aislamiento.
El síndrome de la cabaña
Desde hace un par de semanas los países más afectados de Europa han empezado a hablar de la “nueva normalidad”. Al bajar sus números de contagio empiezan a volver lentamente a retomar sus vidas y actividades.
Sin embargo, lo que sí queda claro es que nuestra vida cambiará para siempre. Nuestras costumbres sociales se verán trastocadas y no sabemos si con el tiempo volvamos a comportarnos de acuerdo con la vieja normalidad.
En estos países, algunas personas están manifestando lo que se ha dado a conocer como el síndrome de la cabaña.
Se trata de miedo por salir a la calle, contactar con otras personas fuera de las paredes de nuestra casa, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, utilizar medios de transporte público y hasta relacionarnos con personas conocidas.
Los expertos aclaran que no se trata de un trastorno psicológico, sino de una consecuencia que algunos consideran incluso “natural” por haber pasado tanto tiempo confinados.
El concepto de síndrome de la cabaña se empezó a usar a principios del siglo XX, en Estados Unidos con el nombre de cabin fever, en aquellas zonas donde, debido a los intensos y largos inviernos, sus habitantes se veían obligados a pasar un extenso período sin salir de su casa.
Explican que cuando el confinamiento se alarga por más de 50 días, como en nuestro caso, el instinto de supervivencia nos permite adaptanos a vivir y convivir encerrados. Por esto algunas personas pueden experimentar ahora confort, seguridad y tranquilidad en las actvidades de casa a la vez que ansiedad e irritabilidad por el mero hecho de pensar en salir a la calle o retomar la vida que tenía antes del confinamiento.
Por otro lado, las personas que pasan el confinamiento solas, tienen más posibilidades de desarrollar este síndrome de la cabaña. El no tener ningún contacto físico o cercano con otra persona puede haber creado una forma de rechazo a lo que ahora es excepcional para estas personas, que es el contacto con otros.
Además, no podemos olvidar que la epidemia no está superada por completo por lo que el riesgo de contagio es real. El miedo no es sólo al contagio del virus COVID-19, sino ya en sí a afrontar situaciones sociales o espacios abiertos con múltiples estímulos, que escapan a la sensación de control.
¿Qué hago si me siento así?
¿Qué hago si me siento así?Lo primero que advierten los especialistas es que las salidas deben ser graduales, de manera que cada persona pueda ir regulando qué necesita y cómo. Recomiendan que desde que se permitan las salidas a pasear y hacer ejercicio, según horarios, es útil aprovecharlas para ir asimilando nuestro contacto con el exterior.
Otro aspecto importante es respetar los protocolos (como el lavado de manos y el uso de tapabocas) para sentir mayor seguridad y practicar técnicas de relajación y respiración.
También se aconseja emplear las salidas para realizar actividades que nos agraden o que pueda aportar una sensación de bienestar, al menos al principio. Disfrutar del sol en la piel, facilitar el contacto con algo de naturaleza como un parque o el mar.
Mientras tanto, durante la cuarentena, es importante para llegar en mejores condiciones al momento de su levantamiento, mantener el contacto con los seres queridos, buenos hábitos alimentarios, higiene y la práctica de ejercicios físicos, según las posibilidades de cada persona.