200 años de presencia de los masones en Panamá

Historia en Panamá

Aunque la creencia en un ser superior es uno de los principales requisitos para ser masón no se trata de una organización religiosa, sus miembros profesan diversas religiones.

Conciben a Dios como el Arquitecto del Universo.

El templo de la Gran Logia en Santa Ana fue diseñado por el arquitecto Leonardo Villanueva Meyer.
El templo de la Gran Logia en Santa Ana fue diseñado por el arquitecto Leonardo Villanueva Meyer. / cortesía

El 7 de marzo de 1925 —mañana hará 98 años— se inauguró el templo masónico de la Muy Respetable Gran Logia de la República de Panamá, ubicado en la calle 13, en el tradicional barrio de Santa Ana.

El imponente edificio fue diseñado por Leonardo Villanueva Meyer, considerado como una de las figuras más destacadas de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, con edificios tan notables como los Archivos Nacionales y la misma Presidencia de la República, cuyo aspecto actual fue obra de una remodelación del arquitecto.

La construcción del edificio —a cargo de Grebien & Martinz— había empezado un año antes, específicamente el 27 de julio de 1924, con un desfile en el que participaron logias de Colón, de Panamá y de la Zona del Canal.

También asistieron el Gran Maestro de Massachusetts, Dudley H. Ferrel y el Gran Maestro del Distrito Ralph Osborn, así como importantes dignatarios del gobierno panameño y de la Zona.

“En la procesión, que fue la primera masónica en Panamá, hubo 1,000 masones, representando dieciséis logias de las jurisdicciones de la Zona del Canal y Panamá, con una gran escolta de Caballeros Templarios. También hubo un escuadrón de policías montados [a caballo] y las dos bandas oficiales de la República de Panamá en la procesión”, se describe en el libro Reseña de los 100 años de la Gran Logia de Panamá.

El desfile culminaría con la colocación de la primera piedra en el sitio elegido para levantar en templo, “localizado en un lugar visible frente al océano Pacífico, donde todas las embarcaciones entrantes o salientes del Canal podrán ver la escuadra y el compás”.

Me explica Francisco Flores, de la Gran Logia de Panamá, que en la actualidad existen en alrededor de 520 masones repartidos en 18 logias entre las ciudades de Panamá, Colón y David en Chiriquí. Regularmente se reúnen en los tres “talleres” como les llaman, y lo hacen bajo el rito de York que es el oficial de la Gran Logia Masónica de Panamá. Sin embargo, también utilizan el rito Escocés Antiguo y Aceptado que practican cuatro logias y además el rito de Emulación de la Gran Logia Unida de Inglaterra que utilizan otras cinco logias panameñas.

Es decir que en Panamá, desde hace cien años las logias trabajan estos tres ritos.

Fotografía de Carlos Endara de un masón con la indumentaria ritual.
Fotografía de Carlos Endara de un masón con la indumentaria ritual. / Colección RLA

La presencia de los masones en Panamá

El historiador Alfredo Castillero Calvo en su obra 1821 registra la creación —ese mismo año— de una logia masónica en Panamá por iniciativa del, recién llegado, general Juan de la Cruz Mourgeon, llamada La Mejor Unión, con el propósito de acercar a españoles y americanos.

Es importante destacar, tal y como lo señala el historiador que en ese momento la masonería se encontraba en “efervescente expansión en las tierras americanas, uno de cuyos objetivos era, precisamente la independencia (…) En las colonias españolas fueron masones famosos Miranda, Bolívar, San Martín, Andrés Bello y O’Higgins”.

Por eso no es de sorprender que algunos firmantes del acta de la independencia de Panamá de España fueran reconocidos masones como José Vallarino Jiménez, Manuel María Ayala y José Antonio Zerda.

Varias publicaciones indican la gran actividad de los masones durante la construcción del Canal de Panamá.
Varias publicaciones indican la gran actividad de los masones durante la construcción del Canal de Panamá.

Algo sumamente relevante en esta historia es que la primera imprenta que llega al Istmo vino de la mano del masón José María Goytía, que la trajo de Jamaica y junto a Mariano Arosemena publica el semanario La Miscelánea del Istmo, que promovía las ideas independentistas.

De acuerdo con Castillero Calvo, “como era típico en la masonería, sus actividades contribuyeron a propiciar la cohesión del tejido social, sin importar origen nacional, condición económica o clase a la que se pertenecía, y desempeñó un papel importante en la independencia. También contribuyó al cosmopolitismo, la xenofilia y la modernidad de la élite criolla cuyos numerosos comerciantes ya llevaban años haciendo negocios fuera de las colonias españolas, sobre todo en Kingston, Nueva York, Nueva Orleans, Baltimore e incluso Londres. Y si todos sus afiliados eran confesos masones, debían ser firmes creyentes en tres de los principios básicos de su filosofía: libertad, igualdad y fraternidad”.

Originalmente, la Mejor Unión estuvo regulada por el Gran Oriente de España, sin embargo, después de la independencia, busca “carta patente” en otra logia y fue aceptada en la Gran Logia de Nueva York el 27 de diciembre con el número 365. Finalmente, es ubicada ya en 1822 bajo la jurisdicción del “Gran Oriente Colombiano con sede en Caracas”.

Una nueva oleada de actividad masónica se genera en el istmo panameña a partir de 1848 cuando se descubren las minas del oro de California y Panamá se convierte en el paso de cientos de miles de personas que buscaban llegar de manera rápida y segura a la costa oeste de Estados Unidos en busca de riquezas.

La construcción del primer ferrocarril transístmico, así como las obras para construir un canal que uniera los dos océanos, primero por una compañía francesa y luego por los estadounidenses fue el escenario perfecto para el florecimiento de logias en las ciudades de Panamá y Colón en las que convergían diferente ideologías, filosofías y creencias religiosas.

El templo de la Logia Sojourners en Colón, que ha sido restaurado recientemente.
El templo de la Logia Sojourners en Colón, que ha sido restaurado recientemente.

Hasta la segunda década del siglo XX varias logias se crearon en las ciudades de Panamá y Colón entre ellas cabe destacar la Union Lodge, una que luego se convertiría en la Masonic Missionary Station (Estación Misionera Masónica).

Estaba ubicada en el área del río Grande y hasta su cierre en 1855, “auxilió a una inmensa cantidad de francmasones de diferentes nacionalidades que al llegar al Istmo se encontraban en situaciones precarias. Estos recibieron todo tipo de ayuda: albergue, comida, atención médica y en los casos más lamentables, una apropiada sepultura”. Esto siguiendo tres de los más importantes principios de la masonería: Fe, esperanza y caridad.

En 1898 se funda en la ciudad de Colón la Sojourners Lodge (Logia Sojourners), en la que participaban principalmente trabajadores estadounidenses que llegaron primero durante la construcción del ferrocarril y luego para los trabajos del canal. El hermoso edificio que alojó su tempplo ha sido restaurando recientemente.

Irvin Halman fotografiado por Carlos Endara.
Irvin Halman fotografiado por Carlos Endara. / Colección RLA

Con la nueva república florece la masonería

Con el surgimiento de la nueva república en 1903 también se inaugura una nueva etapa para la masonería en nuestro país con la creación en 1907 de la Rosa de América. Le siguieron: la Respetable Logia La Acacia, la Cosmopolita, Pro Mundi Beneficio, Orión, Aurora del Istmo, Restauración y José Benito Alvizua y entre todas estas, constituyeron en octubre de 1913 la Muy Respetable Gran Logia de la República de Panamá, que luego se refunda con el mismo nombre en abril de 1916.

Unos meses más tarde, se le sumaría la Unity Lodge (Logia Unidad) conformada por miembros de habla inglesa y que fue la primera con credenciales panameña.

El primer Gran Maestro de la masonería panameña fue Guillermo Andreve, destacada figura del periodismo y las letras panameñas.

Un dato curioso es que en el Directorio de la ciudad de Panamá, en el que se publicaban las generales de los habitantes de la ciudad, además de detalles como participación política o pertenencia a clubes sociales, también se se incluía si la persona era masón y el grado que ostentaba dentro de la organización.

En el libro Reseña de los 100 años de la Gran Logia Masónica de Panamá se asegura que, “en la publicación Decimonovena Sesión Anual de 1935, la Gran Logia declaró que el número de grandes logias que reconocían el Gran Oriente panameño llegaba a casi noventa, habiendo sobrepasado el doble de logias con las que se tenían relaciones fraternales en 1923. Esta lista ya incluía, y con gran regocijo, a la Gran Logia de Illinois”.

El ojo que todo lo ve, símbolo de la masonería, ubicado en el templo de la Gran Logia.
El ojo que todo lo ve, símbolo de la masonería, ubicado en el templo de la Gran Logia. / AAN

¿Qué es la masonería?

Explicar la masonería es complejo. Si nos vamos a la Wikipedia nos dice que la francmasonería —como también se le conoce— “es una institución de carácter iniciático, filantrópico, simbólico, filosófico, discreto, armónico, selectivo, jerárquico, internacional, humanista y con una estructura federal fundada en un sentimiento de fraternidad”.

Sus comienzos se sitúan en Londres en 1717 desde donde se extendió muy rápidamente por Europa hasta llegar a las colonias inglesas de América.

En la página web de la Gran Logia de Panamá, aseguran que entre los principios de la masonería están: libertad, igualdad y fraternidad, pero se advierte que “la forma concreta de entender y aplicar esos principios no está definida, y cada masón debe buscarla y realizarla personalmente. Esta exigencia no es puesta en práctica mediante un examen o confesión de un masón a otros, sino que se lleva adelante en la conciencia de cada uno”.

Para aclarar la acción de la masonería en estos tiempos, Líctor Enrique Reyna Escudero, Gran Maestro de la Logia de Panamá me explicó que, “la masonería sigue vigente porque trata de responder las preguntas más básicas que determinan nuestra existencia en la tierra. ¿Por qué estamos aquí? ¿cómo debe ser mi relación con un ser superior? Como lo llame, sea Dios, Yahvé, Alá. Creo que responde y brinda herramientas en la búsqueda de convertirnos en mejores personas en el entorno de la comunidad, en actividades familiares y laborales”.

Para Reyna, “los masones desarrollamos en nuestros miembros principios y valores que ya traen dentro, pero que a través del intercambio de ideas se eleva esa forma de pensar, pero además no la dejamos en el templo. La masonería busca transformar la sociedad un hombre a la vez, pero ese hombre tiene que replicar lo que aprende aquí, lo que escucha aquí, para de esta manera fomentar la tolerancia. Vivimos hoy en día donde una sociedad donde todo se ha diversificado y fraccionado, la masonería busca que vayamos a la matriz, en donde todos somos humanos y hay más cosas que nos unen que las que nos segregan. Ese mensaje tenemos que transmitirlo de manera global, como una línea de pensamiento para que se entienda de que aquí podemos brindar herramientas para que el que quiera entrar sea mejor de lo que es”.
Salón del templo de la Gran Logia.
Salón del templo de la Gran Logia. / AAN

La participación para incidir en la sociedad

No se trata de una religión ni de un culto secreto, sino como lo describen en su sitio web, de una sociedad iniciática en la que se encuentran las diferentes escuelas de pensamiento y concepciones de la vida.

El carácter iniciático significa que el ingreso en masonería, el paso a los diferentes grados y el trabajo masónico en general obedece a unos rituales o ceremonias precisas que tienen un significado simbólico.

El efecto, la vivencia de cada masón, será diferente ante la misma ceremonia, y eso es precisamente lo que se pretende: que cada cual reflexione y estudie según su estilo, aportando su versión para el conocimiento de los demás.

No se promueven para captar adeptos, “para entrar es necesario que el interesado se acerque a un hermano masón y luego de expresar los motivos de su interés solicita formalmente su ingreso, luego se hace un proceso de investigación que toma varios meses. Cuando una persona es admitida empieza por el primer grado que es el aprendiz y luego a medida que va avanzando en su desarrollo va escalando a compañero y el grado más alto es maestro masón. Es como era en la masonería operativa en la antigüedad. Cuando una persona se incorporaba al gremio de los constructores, primero era aprendiz, haciendo funciones básicas, luego desarrollaba labores más especializadas como pulir las piedras, era compañero hasta que llegaba la grado de maestro, que era cuando ya dirigía la obra”, explica Francisco Flores.

Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular basado en el simbolismo de la construcción —los primeros masones fueron constructores de las grandes catedrales de Europa—, y entre sus símbolos más representativos está la escuadra que simboliza la virtud y el compás que representa los límites que debe mantener cualquier masón ante los demás.

La escuadra y el compás están entre los principales símbolos de los masones.
La escuadra y el compás están entre los principales símbolos de los masones. / AAN

Además del trabajo de desarrollo individual que promueven en sus miembros y que estos a su vez deben replicar en sus comunidades para generar un cambio social, los masones llevan a cabo una serie de acciones filantrópicas.

Una de las principales y más trascendente es que trabajo que realizan a través de Abou Saad Shriners, la rama filantrópica de la masonería con la que brindan asistencia a niños quemados y con problemas ortopédicos, que son atendidos en 21 hospitales en Estados Unidos y Canadá de manera gratuita.

El año pasado publicaron el libro Reseña de los 100 años de la Gran Logia de Panamá, para preservar la memoria histórica de esta organización que como vemos tiene cerca de dos siglos que tener presencia en nuesro país. Contiene valiosa información sobre las actividades y el desarrollo de la masonería no solo en nuestro país sino también en la región.

En el edificio se conservan documentos y fotografías de la hisotoria del desarrollo de la masonería en Panamá.
En el edificio se conservan documentos y fotografías de la hisotoria del desarrollo de la masonería en Panamá. / AAN
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