Artistas de la calle salen cada día a buscar su sustento
Con el cielo por techo y los semáforos como reflectores del escenario, los artistas de calle salen cada día a buscar su sustento, uno de ellos es Daniel Jiménez quien tiene como recurso su voz para conseguir su sustento diario. A él la poliomielitis lo condenó a una silla de ruedas desde niño, pero su ánimo para mantener a su esposa y dos hijos es el de un verdadero guerrero.
Así como él hay una gran cantidad de historias en la selva de cemento y para Osvaldo Torres (otro artista de calle) poder cantar en la avenida Central Peatonal es la manera de obtener aplausos y cuanta moneda caiga en el sombrero.
Aunque cantar no es lo único para este artista ya que es mago, doble de voces y otras aptitudes que le permiten además presentaciones privadas. De hecho, se contactó vía zoom porque salieron unos contratos en Chiriquí y tocaba viajar.
Otros que encantan a los conductores bajo los semáforos, principalmente en El Dorado, en La Tumba Muerto, son loa esposos Isaura Rangel y Jonathan Silva quienes tenían un circo en su natal Venezuela, pero por razones económicas salieron de su país.
Recorrieron varios países de Suramérica y hace un año se radicaron en Chitré, en la provincia de Herrera. Ya tienen varios meses en la Capital y aseguran que son bien apreciados por quienes observan cómodamente desde sus autos. Ellos también hacen presentaciones privadas y esperan tener su carpa de circo en Panamá algún día.
Un artista de calle que es todo un ejemplo es Moisés Pedrol quien es ciego de nacimiento y aspira tocar con un conjunto típico algún día. Mientras llega esa oportunidad Moisés toca su armónica en la salida de la estación del Metro de San Miguelito donde poco a poco su taza se va llenando de las monedas que los peatones dejan.
Pocos son los que se detienen a mirarlo y disfrutar sus acordes, como la señora Idalia Matute quien no solo lo reconoció con los aplausos, sino que dejó una buena contribución.
Otros artistas de calle hoy buscan abrirse espacios ya que en parques públicos no les permiten presentarse sin autorización, hoy con un permiso especial pudimos estar en el parque Urracá junto a Liza Nájera (panameña) y Jorge Neri Choco Urbina (chileno) quienes son malabaristas.
Ella ha recorrido varios países y asegura que a los panameños nos falta el reconocer que este es un trabajo que facilita el sustento a familias completas y no se trata de personas sin oficio o drogodependientes.
Botando fuego, haciendo malabares, mimos, u potras expresiones artísticas han trascendido del claustro de los teatros y hoy las calles son su principal escenario, siempre y cuando las condiciones climáticas lo permitan.