'Volveremos': la consigna de Arnulfo Arias Madrid ante el golpe de 1951
Historia de Panamá
Los medios de comunicación jugaron un papel crucial en el golpe de Estado de 1951. La Policía Nacional utilizó la radio para difundir propaganda y justificar sus acciones contra Arias.
En la madrugada del 9 de mayo de 1951, Panamá se despertó con el sonido de radios emitiendo mensajes de un nuevo orden. Una voz firme anunció la destitución del presidente Arnulfo Arias Madrid, marcando el fin abrupto de un mandato turbulento y el inicio de un capítulo oscuro en la historia política del país.
Arnulfo Arias, un líder carismático pero controvertido, había llegado al poder prometiendo reformas profundas y una mayor independencia frente a la influencia estadounidense. Sin embargo, su estilo de gobierno autoritario y sus políticas radicales generaron un descontento creciente entre diversos sectores de la sociedad panameña. Lo que comenzó como un ambicioso proyecto de transformación nacional, terminó en una revuelta que cambiaría el curso de la nación.
Tres presidentes en menos de un año
Este capítulo de la historia empieza con las elecciones presidenciales de 1948. De acuerdo con el historiador Jorge Kam Ríos, en la biografía de Arnulfo Arias Madrid de la serie Personajes del Siglo XX, “la elección se dio el 9 de mayo (1948) con desórdenes, robos de urnas, paquetazos, votos sin firmas del jurado, actas alteradas, votos nulos, votantes adicionados, votantes falsos, impugnación de mesas, aparición de grupos paramilitares conocidos como pie de guerra, ataques a los centros políticos del PRA, disturbios con propósitos golpistas, todo a favor de Domingo Díaz”.
Aunque todo parecía indicar el triunfo de Arias Madrid, el Jurado Nacional de Elecciones entregó el poder a Díaz el 3 de agosto como presidente de la República. Sin embargo, no lo fue por mucho tiempo ya que, a menos de un año de su investidura, el 23 de agosto de 1949, muere y es sucedido por el vicepresidente Daniel Chanis.
Siendo Chanis presidente decide destituir a José Antonio Remón Cantera, comandante de la Policía Nacional. Craso error. El nuevo presidente es obligado a dimitir por las fuerzas de los cuarteles el 20 de noviembre de 1949 y entonces asume como representante del ejecutivo Roberto Chiari Remón.
En un giro rocambolesco de esta historia Chanis se retracta de su renuncia e inicia una lucha de poderes entre los “dos supuestos presidentes” ya que Chiari se negaba a aceptar “rectificaciones tardías” y a dejar el cargo.
Se dan los primeros disturbios, con el resultado de un niño de seis años muerto y 13 heridos entre ellos dos diputados de la Asamblea. Se declara una huelga general y una manifestación en la plaza de Santa Ana que provoca enfrentamientos entre la policía y los estudiantes del Instituto Nacional, que terminan refugiándose en la Zona del Canal.
Con dos presidentes en ejercicio la Junta Nacional de Elecciones decide recontar los votos, dándole, esta vez sí, el triunfo a Arnulfo Arias Madrid, quien al parecer aventajó a su contrincante por dos mil 544 votos y quien además contaba con el apoyo del comandante Remón Cantera.
A pesar de la “euforia inicial”, de los primeros meses de la administración de Arias, según Jorge Conte Porras, no hubo tranquilidad ciudadana. En mayo de 1950 empieza a perder poder. Se enfrenta al órgano legislativo, los medios de comunicación le acosan con una campaña mediática en su contra, la izquierda lo adversa y tiene diferencias con el Partido Liberal.
Ante la pérdida de respaldo popular, “el lunes 7 de mayo de 1951, a petición del presidente, el gabinete aprobó un decreto ejecutivo que, de un solo plumazo, abolía la constitución vigente y adoptaba la de 1941, cerraba la Asamblea Nacional y declaraba en ‘interinidad' a los jueces de la Corte Suprema de Justicia.Además, suspendía el recurso de habeas corpus y daba al poder ejecutivo potestad para gobernar por medio de decretos de gabinete”, una medida que, según Mónica Guardia en su artículo de La Estrella de Panamá, “Mayo de 1951: ¿Justicia o golpe de Estado?, daba al presidente de la República, Arnulfo Arias Madrid, ‘poderes dictatoriales”.
Esta “semana insólita” como la llama Guardia despertó manifestaciones de repudio de todo tipo, “al día siguiente, la misma Corte Suprema de Justicia emitió un comunicado que anunciaba que ....‘lo actuado por el presidente y su gabinete carece de valor jurídico'. La Constitución solo podía reformarse por medio de ‘un acto legislativo expedido por la Asamblea Nacional en dos sesiones ordinarias, entre las cuales debía haber una nueva elección de diputados'.
Levantamiento ciudadano
En Estudios sobre el Panamá republicano, Patricia Pizzurno y Celestino Araúz citan a Alcibíades Arosemena: “la radio y la prensa daban curso a la protesta de organizaciones estudiantiles, civiles y profesionales. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los tribunales superiores de distrito judicial y del Tribunal Superior de trabajo y el Procurador General de la Nación y los jueces de circuito se pronunciaron contra el acto presidencial”.
Y para crear más caos en el ambiente, a las cinco de la tarde, del martes 8, una manifestación de cerca de 30 mil personas se plantó ante el Cuartel Central de la Policía Nacional para solicitar al comandante general que repusiera la Constitución de 1946, ante lo que Remón pidió calma y prometió que buscaría una solución ‘satisfactoria y patriótica'.
Lo cierto es que esta situación generó un caos. La Asamblea suspende al presidente Arias y designa en su lugar al vicepresidente Alcibíades Arosemena. Otra vez teníamos dos presidentes, Arias no daba su brazo a torcer.
Es entonces cuando el mayor Alfredo Lezcano y el teniente Juan Flores se dirigen a la presidencia armados con ametralladoras para desalojar al depuesto presidente. Sin embargo, son recibidos a punta de bala iniciándose un intenso tiroteo entre los seguidores del presidente atrincherados con él en la presidencia y la policía nacional.
Ataque a la presidencia
Mónica Guardia hace referencia en su artículo a la descripción de Alessandro Russo Berguido en su libro Horario de una traición en el que detalla que, “mientras el pueblo llano rodeaba el palacio y preparaba barricadas, los más allegados al presidente, ministros, y funcionarios, invadían las piezas y pasillos de la casa presidencial, vigilados por policías de rostros hieráticos, con sus ametralladoras en mano y carabinas terciadas. Se respiraba un aire de terror, parecía que se estaba en la víspera de un gran combate”.
El autor cuenta en esta crónica como alrededor de la una y media de la tarde, llegaban al Casco Viejo de la ciudad de Panamá los buses de la Comandancia, llenos de policías al mando del mayor Timoteo Meléndez, y apertrechados con armas de combate.
Así empezó la batalla que Russo describe como un “tableteo de ametralladoras, interminables disparos de fusiles y gases lacrimógenos, que les causaban a los presentes ardor en los ojos y en la garganta”.
“Ustedes, copartidarios, cumplieron su deber. Yo, como mandatario, cumplí con el mío —y señalando a los guardias que miraban atónitos, levantó el tono de voz y declaró— Estos son unos traidores... Volveremos”.
"Las bombas incendiarias hendían el aire y consumían los cortinajes del palacio”, relata el autor. En el interior del edificio, los presentes colocaban el mobiliario en las ventanas y respondían el ataque, lo que intensificó el tiroteo.
“Nos disparaban por todos los costados. Desde abajo, desde las casas vecinas y la azotea del propio palacio”, dice Russo, quien cuenta cómo las paredes se fueron llenando de sangre... y los cadáveres eran colocados en hilera sobre el piso.
A las 3 de la tarde, según Remón, Arias Madrid lo llamó a para pedir una tregua de diez minutos con el fin de sacar a los heridos y a las mujeres, pero el comandante le contestó: “No voy a dar ninguna tregua hasta que no aparezca el mayor Lezcano vivo o muerto”.
Poco después, el cuerpo del mayor era sacado en una ambulancia de la Presidencia y llevado a la morgue del Hospital Santo Tomás, desde donde, a las 4:40 de la tarde, los médicos anunciaban al comandante Remón, que había perecido a 1.
El tiroteo duró aproximadamente cuatro horas al cabo de las cuales los arnulfistas se rindieron. Poco a poco fueron saliendo y entregándose a los militares.
Entre los últimos en abandonar la presidencia estaba el presidente Arnulfo Arias cuya salida es descrita por Russo Berguido de una forma muy hollywoodense:
“Con sus ropas blancas teñidas de sangre, acompañado de su esposa Ana Matilde Linares de Arias descendía serenamente dispuesto a poner el pecho de escudo para proteger al amado. Era como el divino maestro de los pasajes bíblicos, después de haber sido vendido por Judas Iscariote.
Entonces, levantó su mano derecha y, en un acto de profundo dramatismo, declaró: “Ustedes, copartidarios, cumplieron su deber. Yo, como mandatario, cumplí con el mío —y señalando a los guardias que miraban atónitos, levantó el tono de voz y declaró— Estos son unos traidores... Volveremos”. Como resultado del enfrentamiento hubo cientos de heridos, nueve muertos y más de mil detenidos. El expresidente Arias Madrid fue llevado a la cárcel Modelo.
Tras su destitución, Alcibíades Arosemena, quien era el primer vicepresidente, asumió la presidencia. Este golpe de Estado y la posterior destitución de Arias reflejan las tensiones políticas y sociales de la época en Panamá y marcaron un periodo de inestabilidad en el país.
Sin embargo, a pesar de sus destituciones y controversias, Arnulfo Arias sigue siendo una figura influyente en la historia de Panamá. Su legado incluye tanto sus intentos de reforma como los conflictos políticos que marcaron sus mandatos.
Este periodo de la historia panameña es emblemático de las luchas internas por el poder y las reformas en una época de gran cambio para la política y el desarrollo de la sociedad panameña.
Conocer la historia nos ayuda a entender nuestro presente.