TVN Investiga: Educación, ¿derecho a qué?
Educación en Panamá
Después de dos años de pandemia el regreso a la escuela de manera presencial encuentra al sistema educativo panameño inmerso en una de las peores crisis de las últimas décadas.
De acuerdo con el informe LLECE 2019 el 76% de los niños de tercer y sexto grado no alcanzaron los niveles mínimos de desempeño de comprensión lectora. Y de estos, el porcentaje entre los estudiantes más pobres es de 94% en contraste con el 48% entre los más ricos.
Esta situación convierte a la mayoría de nuestros estudiantes en analfabetas funcionales.
En esta edición de TVN Investiga Educación: ¿derecho a qué?, se analiza a profundidad la realidad del sistema educativo panameño. El equipo investigativo recorrió el campo y la ciudad, habló con especialistas, autoridades, docentes, estudiantes, padres de familia y profesionales de diversas disciplinas, intentando responder a las preguntas que surgen en torno a la educación que recibe nuestra juventud.
En la actualidad se hace necesario cuestionar el modelo educativo que heredamos de la revolución industrial y que ha cambiado muy poco, manteniendo la idea de que las aulas produzcan masivamente mano de obra, utilizando un sistema que imprime disciplina, silencio, uniformidad y obediencia estricta de los estudiantes.
Parece cada vez más evidente que pasamos de un mundo de certezas inmutables aprendidas de memoria a uno vertiginosamente cambiante y de incertidumbre, en el que son más importantes las preguntas y la búsqueda de respuesta.
Hoy en día, la automatización y la inteligencia artificial sustituyen el trabajo, sin embargo, la educación sigue anclada en el pasado, con un enfoque verticalista y cuartelario en un mundo cambiante que se resiste a la actualización pedagógica, inminente e indispensable.
Lo más grave es que sin cambios al sistema educativo, no serán posibles las urgentes transformaciones que exige nuestro tiempo, para enfrentar el desafío de la creciente desigualdad y pobreza y así alcanzar el desarrollo humano para convertirnos en una sociedad verdaderamente democrática.
El informe ERCE de Unesco de 2019 indicó que nuestro país tiene serias deficiencias para que los niños comprendan bien lo que leen, algo básico para educarse. Esta situación se agrava cuando se analiza el avance de los niños con mayores niveles de pobreza en las zonas rurales donde el rezago es más profundo.
Además, a esto tenemos que sumar el impacto de la pandemia en los últimos dos años.
Por eso para Ricardo Martínez Brenes de Unesco, el gran reto de Meduca ahora no solo es promover una nivelación de la educación para regresar a la situación antes de la pandemia, ya que desde entonces se identificaba un problema con la calidad de la educación. También, se hace necesario recuperar a los estudiantes que fueron afectados por la pandemia, que la organización calcula en 100 mil niños y adolescentes, que se quedaron fuera del sistema.
Esto equivale a que todos los estudiantes de cuarto, quinto y sexto grado del país hubieran desertado al mismo tiempo.
La escuela del futuro
¿Qué está haciendo nuestro sistema educativo: recortando brecha o reproduciéndolas infinitamente?
¿Qué debe hacer para que prospere la sociedad y, sobre todo los y las ciudadanas?
Ante este dramático panorama y tratando de responder a estas preguntas algunos profesionales aseguran que es necesario revisar los grandes y viejos paradigmas de la educación para reconocer la diversidad, es decir que cada estudiante es diferente al otro y derrumbar el mito del buen y mal estudiante.
Para Evergisto Urriola, profesor de currículo de la Escuela Normal de Santiago, “el sistema de evaluación de los aprendizajes no mide ni refleja objetivamente las capacidades, los conocimientos y los valores adquiridos por nuestros estudiantes. Los mejores reflejos de esta realidad son el desempeño de los egresados de nuestras instituciones educativas”.
Todo esto lleva a la idea de que la escuela, como la conocemos hoy, es una estructura social que es necesario desarmar para construir algo nuevo, que incluya y entienda a todos como corresponde a nuestro tiempo.
“Una de las cosas de las que la escuela nunca se ocupó y que se tiene que ocupar urgentemente es de la capacidad de enseñarle al individuo a adaptarse y a tener autocontrol, que es lo que consideraríamos como la capacidad de inteligencia”, afirmó la neuropsicóloga clínica Emelyn Sánchez.
Debemos educar a los niños de hoy para un mundo que aún no existe, un mondo que podemos intentar imaginarnos, pero que resulta impredecible y desconocido.
Debemos abrir mentes, ofrecer oportunidades que favorezcan un pensamiento libre, debemos fomentar que se formulen preguntas, promover que la niñez se equivoque y asuman riesgos. Los triunfadores tienen mucho más que calificaciones.
El papel de los docentes
Ante este panorama la gran interrogante apunta a si estamos dispuestos a generar esos cambios. El último gran intento de reforma educativa murió en 1979 y aunque ha habido retoques, ninguno ha logrado el objetivo central: ciudadanos que generen transformación en un mundo cambiante.
Para Ricardo Martínez Brenes, especialista en educación de la Unesco, “no es posible dar un salto cualitativo, no podemos mejorar nuestra situación no solo a nivel de aprendizaje, calidad de vida, valores, para tener una mejor sociedad, más cohesionada más justa, si estas actividades formativas no impactan en un nuevo curriculum”.
En uno de los países más desiguales del mundo, uno de cada cinco panameños viven en condiciones de pobreza multidimensional, la mitad de ellos, en condiciones de pobreza extrema.
La principal herramienta para enfrentar este desafío es la educación.
Los países más desarrollados del mundo son también los que más invierten en educación.
Urge transformar de raíz el sistema, para que sea inclusivo y no excluyente como hasta ahora, para que la educación sea para la vida y durante toda la vida.
Ello implica derribar los muros sobre los que se erige el viejo sistema. El muro que ha separado a la escuela de la sociedad y de la vida. El que reprime a nuestro niños y jóvenes sus sueños, su curiosidad natural, el pensamiento crítico, la capacidad de innovación y creatividad, lo que más demanda y valor tiene en nuestro tiempo.
No es tarea de un gobierno, pero alguno debe empezar. Es también tarea de los docentes, los estudiantes, la familia. Para que sea posible, de participar la sociedad.