La vida imaginada de los cimarrones
Historia en Panamá
¿Cómo era la vida de los cimarrones en Panamá? Es la pregunta que se hace Toshi Sakai en la exposición, recientemente inaugurada en los Archivos Nacionales bajo el sugerente título de “Cimarronaje en Panamá: la vida imaginada”.
En una serie de fotografías tomadas en Portobelo, el artista busca mostrarnos esa faceta desconocida de esos rebeldes que se “establecieron en las primeras comunidades africanas independientes de las Américas”.
Como no tenemos idea de cómo eran estas comunidades, a través de estas fotografías se dejan pistas para pensar en ello.
Para Sakai, “no son fotografías de cimarrones reales, son foto-ilustraciones que, proporcionan una referencia visual para pensar en ellos. La combinación de investigación como tal y la especulación, se convirtieron en un instrumento de reconstrucción que me llevó a repensar cosas como los lugares por los que anduvieron los cimarrones o la ascendencia de los actores que se hicieron pasar por cimarrones. Se trata de conexiones que nos recuerdan que el legado de los cimarrones sigue estando con nosotros. Estas fotos se hicieron en homenaje a esos ancestros cuya dignidad y humanidad son parte esencial de la historia afrodescendiente de Panamá”.
Recordando a los cimarrones
Eran esclavos negros rebeldes que, como señala Armando Fortune, uno de los primeros historiadores panameños que estudió a fondo la presencia negra en Panamá, “desde los inicios mismos de la trata, el negro africano se opuso a su cautiverio y reaccionó violentamente contra el régimen de la esclavitud”.
Por esto considera que “el primer pensamiento, por tanto, del esclavo al llegar a las costas del Nuevo Mundo era el de rebelarse, oponer resistencia contra sus opresores, escapar a las montañas y luchar por su libertad”.
Esta reacción tomó dos formas —afirma el historiador— el cimarronaje y apalencamiento. Describe al cimarrón como un rebelde singular y anónimo, el hombre de la selva o el bosque. Mientras que el apalencado se rebelaba en grupo adoptando formas de vida más permanentes y prefería vivir en las montañas donde formaba comunidades conocidas como palenques.
Según el historiador Omar Jaén Suárez, “el primer palenque de cimarrones en Panamá se estableció en 1530 en la parte norte de Darién y aunque fue rápidamente sofocado no evitó la proliferación de asentamientos similares”.
Pero, ¿Cómo sería la vida en esos palenques? Fueron las primeras comunidades afroamericanas libres en el Nuevo Mundo.
La rebelión de Felipillo
Entre los cimarrones más destacados y que conocemos sus hazañas por los libros de historia se encuentran Felipillo y Bayano.
La rebelión encabezada por Felipillo surge en 1549 en las islas de Las Perlas. Fortune lo describe como, “negro ladino de grandes cualidades; audaz y temerario, de inteligencia privilegiada, quien se alzó y huyó de las pesquerías en las Islas Reales, arrastrando consigo otros negros y a quien se le une muchos de la costa del Pacífico, e inicia de inmediato la depredación de esa región. Felipillo establece su palenque, cercado de grandes estacas y profundas fosas, en el Golfo de San Miguel, a treinta leguas de Panamá”.
Las autoridades españolas atacaron con todas sus fuerzas la rebelión liderada por Felipillo cerca de 1551, sin embargo, esto no fue suficiente para que no surgieran nuevas estrategias de sobrevivencia de parte de los cimarrones que establecieron otros palenques en sitios más alejados y secretos.
Aquí es necesario aclarar que los negros que llegaron a América provenían de diferentes regiones de África y pertenecía a grupos étnicos y sociales distintos por lo que es de suponer que “llegaron a nuestras tierras líderes capaces de organizar a sus hermanos de infortunio”.
La leyenda de Bayano
Entonces surge la verdadera amenaza para la corona española en la figura de Bayano. Aunque no se sabe con exactitud la ubicación de su palenque algunos historiadores lo ubican alrededor de la sierra Chepo.
También destacan que era ladino, es decir que hablaba español, y según Araúz y Pizzurno, “recibía tratamiento de rey por los demás cimarrones, conforme a los ritos y ceremonias practicadas en Guinea. El mismo Bayano era de este lugar donde, como indica Fernando Romero, pudo haber sido un personaje importante o reyezuelo que, al ser derrotado en una guerra local, fue vendido como esclavo”.
Entre 1552 y 1558, Bayano “logró reunir a más de 1.200 cimarrones con los que mantuvo en jaque a los españoles, principalmente a los mercaderes de Nombre de Dios y Panamá, quienes, a decir de Aguado, estaban ‘llenos de un terrible miedo”.
Después de varios intentos fallidos de acabar con los ataques cimarrones en 1555 las autoridades españolas deciden tomar medidas drásticas y contratan al capitán Pedro de Ursúa para “desbaratar a los negros”.
Pronto Ursúa se dio cuenta de que era inútil combatir a los cimarrones en su terreno por el conocimiento que tenía del mismo y sus tácticas que podríamos definir en la actualidad como de guerra de guerrillas.
Así que decidió “tomar tratos y comercio con ellos y su negro rey”. Para ganarse su confianza les hizo regalos y confraternizó con Bayano y sus allegados. Y en una de esas fiestas donde comían y bebía envenenó a los principales colaboradores y tomó prisionero a su líder.
Bayano fue enviado a Perú como prisionero donde el Virrey lo “recibió alegremente” y lo honró dándole algunas dádivas y tratando bien su persona. Finalmente fue remitido a España donde murió, pero sobre este aspecto se carece de datos precisos”, de acuerdo con Araúz y Pizzurno.
En 1575 alrededor de la ciudad de Panamá había entre 2,500 a 3 mil cimarrones de ambos sexos, de acuerdo con documentos históricos.
Los negros siguieron rebelándose bajo el liderazgo de otros cimarrones como Antón Mandinga y Luis de Mozambique, quien se rinde ante Pedro de Ortega Valencia en 1579 y, “en consecuencia a los negros de Portobelo se les concede la libertad colectiva, se firma un tratado de paz y con ellos se funda, en las cercanías de Nombre de Dios, el pueblo bautizado con el nombre de Santiago del Príncipe que posiblemente corresponde a l actual poblado de Palenque”.
Ya para 1607, solo había 94 cimarrones que se dedicaban a la agricultura, cazaban y hurtaban ganado. Aunque se daban levantamientos esporádicos los mismos eran sofocados por las autoridades españolas y ayudados por los mismos cimarrones pacificados. Estos alzamientos se mantienen —tal vez el último fue en 1755—hasta la abolición definitiva de la esclavitud en Panamá en 1851.
Por otra parte, un proceso de aculturación por medio de la evangelización fue debilitando la organización de los cimarrones y los palenques fueron estableciéndose como comunidades libres y desarrollando sus propias estructuras políticas y culturales.
El negocio de la esclavitud
Según Fortune, es difícil precisar la fecha exacta en que llegaron al Istmo los primeros negros. Pero sí se puede decir que el istmo de Panamá fue el primer lugar del continente americano a donde llegaron negros. Se puede constatar su presencia en 1513.
El historiador Alfredo Castillero Calvo asegura en la Nueva Historia General de Panamá que, “hasta la década de 1530 la población indígena constituyó la principal fuente de mano de obra de la emergente colonia. Pero en la década siguiente, al ir aquella declinado rápidamente, agravándose peligrosamente la falta de brazos, empezaron a introducirse cada vez más esclavos de África, y en poco tiempo el negro sustituye al indígena en prácticamente todas las actividades en las que este se había ocupado antes. Para mediados del siglo prácticamente la casi totalidad de la mano de obra no especializada era negra, sea en los centros comerciales como Panamá y Nombre de Dios, o en los núcleos mineros como Acla. Entre los años 40 y 50, ya este proceso era evidente; para la década de 1570 la fuerza laboral negra estaba definitivamente establecida”.
Asegura que en 1607 vivían en la ciudad de Panamá 3,606 personas esclavizadas lo que representa el 64.8% de la población contrastando con los 1,267 europeos (22.2%), 718 mestizos libres (12.6%) y 27 indígenas (5.0%).
Pero si eran tan numerosos los esclavos ¿por qué no se rebelaban contra los europeos? La respuesta, de acuerdo con los estudiosos tiene que ver con la diversidad étnica.
“Varios historiadores han señalado que los esclavizados venían de diversas regiones de África, —afirma Melva Lowe de Goodin, autora del libro Afrodescendientes en el Istmo de Panamá 1501-2012— con distintas culturas e idiomas por lo que tuvieron que utilizar el español para poder comunicarse entre ellos y así poder organizarse. Fue una estrategia de sobrevivencia para escapar de la esclavitud. Esto llevó al mestizaje. Ellos fueron mezclándose y desarrollando una cultura, que se deriva de sus bailes, su música, su vestimenta ancestral, que, aunque nos recuerda a las culturas africanas tiene una tradición y una historia con elementos muy particulares y diferentes. Por ejemplo, el baile Congo que se es muy típico en Portobelo”.
Lo que Castillero Calvo llama “la criollización de la esclavitud” empieza cuando el flujo de negros se debilita hasta cesar por completo. Varias son las causas que detallan los historiadores, entre ellas el crecimiento demográfico, pero lo cierto es que ya para la segunda mitad del siglo XVIII el mercado de trabajo lo ocupaba la “población liberta”.
Un dato interesante es que la abolición de la esclavitud en Nueva Granada, y por ende en Panamá, se da el 21 de mayo de 1851 y se hace efectiva el 1 de enero del año siguiente. Esto es antes que en muchos otros países incluidos los Estados Unidos.
En ese momento en el Istmo existan 495 esclavos.
En una parte de la explicación de la exposición Cimarronaje en Panamá: la vida imaginada, el artistas Arturo Lindsay señala que Sakai “congela momentos en el tiempo que permitan al espectador detenerse y contemplar la vida más holística de los cimarrones”.
En su propuesta, Sakai nos ofrece una mirada que va más allá de la guerra. Los imagina como padres, esposas y esposas, como cazadores, agricultores, pescadores, carpinteros y curanderos, pero sobre todo como protagonistas de una vida y de una cultura que apenas estamos conociendo.
Vale muchísimo la pena visitar esta exposición para pensar y comprender un poco mejor nuestra propia cultura y esa importante contribución que ha hecho la población negra a la riqueza de la identidad panameña. Solo conociendo nuestro pasado podemos entender el presente.
La muestra estará abierta al público en el edificio de Archivos Nacionales durante todo el mes de mayo de 8:00 am a 4:00 pm y está entre las actividades del mes de la etnia negra.