La tragedia del Nicolás A. Solano, un hospital en cuidados intensivos

Panamá Oeste

Las cifras del comportamiento de la COVID-19 en Panamá Oeste provocó el cierre total de las actividades los domingos en el distrito de La Chorrera.

Unos 3 millones de dólares en compra de oxígeno se gastó el hospital en los últimos 16 meses. 1.5 de abril a diciembre del año pasado y una cifra similar en los primeros seis meses de este año.

Hospital Nicolás A. Solano de La Chorrera. / Archivo
Urania Molina - Corresponsal digital
12 2021 - 06:14

Ciudad de Panamá/El Hospital Regional Nicolás A. Solano, ubicado en Panamá Oeste, está lleno. En este momento sus instalaciones no solo albergan a pacientes afectados por la pandemia del SARS-CoV-2 que se registra en el país desde hace 17 meses, sino también a un importante número de enfermos que por la misma crisis sanitaria dejaron de controlarse sus patologías críticas.

La directora de este centro hospitalario, Yamilka Abad, explicó que es la misma situación que viven otros centros hospitalarios, porque los pacientes llegan a los cuartos de urgencia o a las consultas externas, que ya habilitaron, con sus enfermedades clínicamente “tan deterioradas” que requieren de una hospitalización, lo que provoca una mayor presión en los gastos de funcionamiento, ya elevados con casos de pacientes contagiados del virus SARS-CoV-2.

Los pacientes con morbilidades críticas, crónicas y degenerativas no caben en las salas normales de hospitalización, por lo que recurrieron a los espacios que se habilitaron durante la pandemia para internarlos. “En estos momentos los pacientes de otras patologías no caben en las salas normales de hospitalización”, reiteró la galena.

De hecho, una sala de Cuidados Intensivos que se creó el año pasado para atender a pacientes de la COVID-19 ahora alberga a enfermos crónicos que por la gravedad de su condición necesitan de estos cuidados, indicó Abad.

En los momentos más fuertes de la pandemia se establecieron hospitales de campaña en Panamá Oeste. / Redes Sociales/CSS
Por la demanda de pacientes de otras patologías la sala de Cuidados Intensivos la convertimos en sala no COVID-19. El hospital, en este momento, tiene tres salas de medicina, dos salas de cirugía y una de las alas de consulta externa que anteriormente se habilitó para pacientes con la COVID-19 ahora es de cirugía y ortopedia. Además, tiene salas de parto, maternidad y puerperio, esta última funciona en el auditorio”, expresó la funcionaria.

Todas estás salas son independientes de las destinadas para la atención de enfermos de la COVID-19.

A la directora del Nicolás A. Solano le preocupa que el incremento de casos de infectados con el virus SARS- CoV-2 en Panamá Oeste los obligue a cerrar nuevamente la consulta externa. Las cifras del comportamiento de esta enfermedad en esta región llevaron a las autoridades sanitarias nacionales, hace dos semanas, a decretar una cuarentena total de los domingos en el distrito de La Chorrera, lugar donde se localiza el nosocomio.

Un paliativo en medio de la crisis

Dos generaciones de egresados de la escuela secundaria Pedro Pablo Sánchez (1979 y 1991) se unieron a la JCI de Panamá Oeste, otrora Cámara Junior Internacional, para entregar a las autoridades del hospital 165 yardas de tela que se usarán para confeccionar ropa de cama para las salas de pacientes con COVID-19.

El nosocomio, conformado por cuatro edificios inaugurados en el 2000, durante el pico de la pandemia habilitó siete salas para infectados del virus SARS-CoV-2, las cuales se redujeron, quedando solo una sala de 24 camas al momento de que comenzaron a bajar los casos, pero el repunte de la enfermedad ha provocado la reapertura de cuatro de las siete salas de COVID-19 que llegaron a funcionar el año pasado por los picos de la pandemia.

Donación al hospital Nicolás A. Solano. / Cortesía.

El jefe de Provisiones del Hospital Nicolás A. Solano, Emilio Medianero, al hablar de esta donación, explicó que existe un déficit en la ropa de cama, porque se cambian y lavan constantemente con productos químicos que obligan a renovarla cada tres o cuatro meses.

En el momento en que se corta la parte financiera y no se tiene como comprarlas se dificulta cubrir la demanda”, indicó Medianero.

Medianero expresó que antes de la pandemia el hospital contaba con 200 camas, mientras hoy tienen 300 camas que deben vestir varias veces en un día debido a que el hospital, independientemente de la pandemia, siguió con la atención a los pacientes que llegan al cuarto de urgencia con una descompensación de sus enfermedades", lo que aumentó cuando abrieron la consulta externa.

La directora del hospital, Yamilka Abad, coincidió con Medianero en que las sábanas son un insumo de alta prioridad dentro del centro hospitalario, pero por la frecuencia de su utilización nunca llegan a superar ni seis meses de vida. “Son 300 colchones que hay que vestir diariamente [con sábanas limpias y desinfectadas], lo cual se obtiene con la utilización de detergentes muy fuertes que a corto plazo produce un desgaste de la tela”,dijo.

Ropa de cama, solo uno de los problemas del hospital

Insumos como la ropa es solo uno de los problemas que enfrenta el hospital que “se quedó chico” ante el incremento en el crecimiento de la población que se registra en Panamá Oeste donde se calcula viven actualmente alrededor de 700 mil personas.

La directora del Nicolás A. Solano, Abad, manifestó que otro rubro al que tienen que hacerle frente es a la compra de pañales desechables para pacientes encamados de bajos recursos económicos.

Hace unos seis años atrás los pañales los proporcionaban, en la mayoría de las ocasiones los familiares, pero con el paso del tiempo dejaron de hacerlo y el hospital asumió ese gasto. “Ahora son pocos los que lo hacen y como no se puede dejar a un paciente con uno de estos pañales todo el día, el gasto es elevado”.

La interrupción de las visitas a los pacientes como consecuencia de la pandemia agravó la situación, porque incluso los que le llevaban este producto a sus familiares dejaron de hacerlo.

Igual ocurrió con las botellas de agua, aunque Abad reconoció que en los últimos meses hubo muchas donaciones de las empresas.

Un gasto que se disparó en el último año es el de oxígeno, aunque se planifica, se altera con la llegada de enfermos con la COVID-19 y otras patologías graves. Abad expresó que en los últimos ocho meses del año pasado gastaron 1.5 millones de dólares en este renglón, mientras en los primeros seis meses de este año ya tienen un gasto similar.

El oxígeno es uno de los rubros indispensables en el tratamiento de pacientes con cuadros severos de la COVID-19. De hecho, no solo en el Nicolás A. Solano, sino en todo el país se dispararon estos gastos en los hospitales.

La infraestructura del hospital, inaugurado el pasado 2000, también sufre el deterioro del paso de los años. El más importante, el sistema de acondicionador de aire que ya cumplió con sus años de vida útil y está al borde del colapso.

La directora del hospital, Abad, explicó que el Ministerio de Salud (Minsa) ya tiene programada la adquisición de los chiller para poder cambiarlos entre este y el próximo mes, porque las intervenciones que se le hacen como cambio de aceite, rebobinar los motores y la limpieza pueden llegar a ser inútiles. “Se trata solo de paliativos”, indicó.

Responsabilidad de atención

El Nicolás A. Solano es el único hospital de referencia con que cuenta la región de Panamá Oeste porque, aunque existen otras instalaciones del Minsa y la Caja de Seguro Social, todas están dentro de la red primaria de atención.

El director de Provisiones de este centro hospitalario, Medianero expresó que en cifras la responsabilidad del hospital puede cubrir aproximadamente 700 mil habitantes que actualmente deben vivir en Panamá Oeste, pero por su ubicación llegan de otras latitudes cercanas como la provincia de Coclé.

“El hospital se quedó pequeño porque la población creció tres y cuatro veces de la que existía cuando se inauguró. Estaba destinado a una población de 250 mil habitantes, pero ahora estamos seguro que sobrepasamos el millón”, explicó Medianero.

Una apreciación que secundó Abad al momento de señalar que pierden población del distrito de Arraiján que viaja hasta el Hospital Santo Tomás, pero ganan ese grupo con personas del Valle de Antón, Antón, Río Hato y hasta de la provincia de Colón que les resulta más fácil cruzar el lago Gatún para atenderse en el distrito de La Chorrera.

Todo esto, independientemente de que a este hospital llegan las víctimas de los accidentes de tránsito que ocurren en la carretera Panamericana y la autopista Arraiján – La Chorrera, construida en los distritos del mismo nombre.

Abad pidió a la población acudir a las instalaciones de la red primaria de atención para tratar sus dolencias antes de ir al hospital, porque la llegada de casos que no son verdaderas urgencias contribuye a agotar los recursos con los que cuentan para poder prestar el servicio.

El director Provincial de Salud en Panamá Oeste, Kevin Cedeño, al hablar sobre el apoyo que como representantes del Minsa le brindan al hospital, expresó que mantienen una constante coordinación “porque no tienen una división de equipos”.

Cedeño sostuvo que, aunque las funciones del hospital son diferentes a la de la regional en momentos de crisis, los médicos se apoyan entre sí. “Aquí no hay una división de equipos”, reiteró.

Por su lado, el secretario de la JCI de Panamá Oeste, Carlos Carrión, presente en la donación de las telas que realizaron egresados de 1979 y 1991 de la escuela secundaria Pedro Pablo Sánchez, dijo que la misma representa una ayuda significativa para la comunidad.

También expresó que toda organización, colegio, fundación sin fines de lucro que desee ayudar a la comunidad tiene las puertas abiertas en la JCI de Panamá Oeste.

Los egresados, por su lado hicieron un llamado a otras generaciones de la prestigiosa escuela, una de las primeras de Panamá Oeste, así como a otros sectores de esta provincia a fin de apoyar con el único hospital que existe en esta región.

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