La isla mágica: 500 años entre historias y leyendas
Historia de Panamá
Este sábado 29 de junio, Taboga, la isla mágica, cumplió 500 años de su fundación.
Cuenta la historia que un sacerdote español, llamado Hernando de Luque llegó a esta isla en 1524 y fundó un pequeño poblado al que llamó San Pedro (santo patrono) de Taboga. Con la ayuda de los colonos construyeron una iglesia que es considerada como la segunda más antigua del continente y que este sábado cumplió 500 años.
También se dice que Taboga viene de “Aboga” nombre con el que los pobladores originarios, de los que se sabe muy poco, llamaban a la isla.
Por su posición estratégica, como puerto de la ciudad de Panamá, sirvió sobre todo al propósito colonizador de la corona española. En la pequeña capilla, a orillas del mar y antecesora de la iglesia actual, el 24 de junio, tuvo lugar la primera misa donde tomaron la hostia Francisco Pizarro y Diego de Almagro antes de zarpar para la conquista del Perú y de Chile respectivamente.
Todavía es posible ver en la calle Francisco Pizarro, la casa frente a la playa en que supuestamente vivió el conquistador quien regresó en varias ocasiones a la isla, así como los restos de varias edificaciones de la época, algunas de esas de la antigua iglesia.
Piratas en Taboga
Sin embargo, también fue objeto del deseo de piratas y corsarios que la visitaron y cuyas aventuras se encuentra entrelazadas en las leyendas de riquezas y tesoros escondidos.
Como parte de la celebración de los 500 años el sacerdote Luis Antonio Vergara Solís publicó un libro que con el título de Taboga: La isla mágica 500 años de historia, recoge una serie de datos y leyendas relacionados con la isla y que ofrece un panorama general, al mismo tiempo que da pistas de la singularidad de la sociedad tabogana y el porqué su encanto despierta la curiosidad de todos los que la visitan.
En la pequeña capilla, a orillas del mar y antecesora de la iglesia actual, el 24 de junio, tuvo lugar la primera misa donde tomaron la hostia Francisco Pizarro y Diego de Almagro antes de zarpar para la conquista del Perú y de Chile respectivamente.
De acuerdo con Vergara Solís, “la llegada de buques piratas a Panamá fue una extensa seguidilla de ataques que se extendieron entre 1562, la más famosa en 1670 y la última de la que se tenga registro en 1891. El territorio sufrió invasiones de delincuentes marineros por más de 200 años y la bella isla de Taboga fue parte de esta vertiginosa historia de navegantes, tesoros y combates”.
Una de las historias más simpáticas en este sentido es cómo Taboga se convirtió en el escenario de la derrota de un pirata.
Según el libro, “La historia narra una conversación que tuvo lugar entre Henry Morgan y la duquesa de Portsmouth en 1675. Según el relato, la mujer le preguntó al temible pirata si alguna vez alguien había logrado derrotarlo, a lo que él respondió que solo una persona cometió tal proeza: María del Pilar, descendiente de españoles nacida en la isla. Admitió haberse enamorado perdidamente de la joven y tentarla con riquezas y lujos para que se casara con él a pesar de que ya estaba casada con otro hombre. El pirata hizo uso de su temperamento y amenazó con asesinarla con tal de tenerla con él; sin embargo, ella insistió en que se quedaría en la isla aún si tenía que morir, no viviría la vergüenza de seguir a un hombre tan malvado y despreciable”.
El autor incluye varias historias de piratas en el libro. También menciona el interés de parte de Estados Unidos por hacerse con la estratégica isla reclamándola como parte de la indemnización por el “incidente de la tajada de sandía” y cómo durante la Primera Guerra Mundial intentó negociar con el gobierno panameño la implantación de una base militar, ambos intentos rechazados categóricamente por las respectivas autoridades.
Inspiración de artistas
El libro recoge el impacto que tuvo en su población las obras de construcción del Canal Francés. “Taboga se convirtió en un área para el descanso de los trabajadores, alojamiento y hasta el tratamiento de algunos enfermos. Lesseps invirtió parte del dinero de la obra para la construcción de distintas villas, palacios, capillas, hospitales y demás. Se construyó un sanatorio para tratar a los enfermos de las obras con una estupenda vista al mar, con la idea de que esto ayudara a la recuperación de los enfermos”.
Y aquí fue donde estuvo el pintor Paul Gauguin, quien llegó a Panamá con sus pinceles y lienzos esperando encontrar parajes que le dieran rienda suelta a su creatividad. “Pero su trabajo en el canal como cavador de la obra duró poco, a causa de la proliferación de enfermedades tuvo que abandonar la tarea y recuperarse en la isla de Taboga”. Posteriormente, se trasladó a Tahití donde desarrolló la obra pictórica que lo hizo famoso en todo el mundo.
El pirata hizo uso de su temperamento y amenazó con asesinarla con tal de tenerla con él; sin embargo, ella insistió en que se quedaría en la isla aún si tenía que morir, no viviría la vergüenza de seguir a un hombre tan malvado y despreciable
Todo parece indicar que el movimiento de la isla no favoreció mucho su inspiración hasta el punto de que algunos afirman que fue más una “gran decepción” para el artista.
Sin embargo, los artistas del patio, sí que supieron sacarles el jugo a las bellezas de Taboga. Es el caso del poeta y compositor panameño Ricardo Fábrega quien se inspiró en los paisajes de la isla para componer algunas de sus canciones más populares, como “Bajo el palmar” y la misma “Taboga”.
Por su trabajo fue reconocido como “hijo meritorio de la isla”.
También tenemos el trabajo de Roberto Lewis, importante artista panameño cuyos parajes taboganos se reconocen en los hermosos paisajes plasmados en el salón Los Tamarindos de la presidencia de la República.
Y no podemos dejar de lado al Mago de la isla, Rogelio Sinán quien escribió una de las novelas más relevantes de la literatura nacional: La isla mágica, ambientada en su Taboga natal y que fue ganadora del mayor premio literario del país en 1979.
La casa en la que nació ubicada casi frente a la iglesia es ahora una especie de museo-tienda-de objetos raros muy original donde se regalan libros y se venden artefactos encontrados por ahí. Seguro puede ser un local sacado de uno de sus cuentos.
El libro también abunda en detalles sobre la riqueza de la flora y fauna de la isla de las flores; rescata lugares, sitios históricos y punto de escondidos en su geografía particular muy útiles para el visitante.
No se sabe cómo llegó la estatua de San Pedro, que es el santo de los pescadores y que todos los 29 de junio recorre la isla en procesión por tierra y por mar en agradecimiento. Lo que cuentan los isleños es que esa imagen fue la única sobreviviente de un incendio que arrasó con la capilla anterior.
La iglesia actual, que tiene alrededor de 300 años de existencia, acoge en su retablo la figura de San Pedro y la de la Virgen del Carmen. Esta imagen fue aceptada también como protectora de la isla tras el milagro de salvar a la población del ataque de unos piratas y a la que cargan en procesión por tierra y mar todos los 16 de julio; y a la que le levantan altares a lo largo y ancho de todo el pueblo de Taboga.
La semana pasada aproveché la invitación de una buena amiga para visitar la isla después de 20 años y tengo que admitir que me encantó. Me gustó recorrer sus angostas calles, subir y bajar sus lomas, comer delicioso, contemplar sus coloridas casas, fotografiar sus recovecos históricos e ir a la iglesia a conocer a San Pedro y a la milagrosa virgen del Carmen.
Pero sobre todo, lo que más disfruté fue escuchar a la gente que nació o que se refugió en esa isla contar su historia, sus milagros y sus leyendas.
Conocer el pasado nos ayuda a entender nuestro presente.