El sinsabor económico que afecta la producción de sal en Panamá
Economía en Panamá
Ciudad de Panamá/El “oro blanco” está cada vez más salado. La entrada de sal chilena a un arancel promedio de 20% está contribuyendo a mermar la producción nacional de este producto, que al 30 de abril espera una cosecha de 400 mil quintales producidos por la Federación Nacional de Cooperativas Salineras de Panamá R.L. (Fencospa), ubicada en La Honda, provincia de Los Santos.
El arancel de introducción a Panamá de la sal de Chile, nación con la que el país mantiene un Tratado de Libre Comercio desde el 2008, fue variando del 31% en 2017 a 24,41% al año siguiente, hasta llegar hoy día a un nivel más bajo que el de cualquier otro país que quiera ingresar sal al istmo, explicó Modesto Delgado, presidente de la Fencospa.
Al primer semestre de 2019 la producción de sal panameña fue de 603,933 quintales, cifra que a igual periodo del 2020 descendió a 550,315 quintales, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo.
Respecto a la venta, las cifras oficiales indican que al primer semestre de 2019 las salineras vendieron el producto por un valor total de $2,154,071, en tanto que en el mismo periodo de 2020 la comercialización bajó a $1,989,782.
No conforme con esta salada situación, el precio del combustible golpea con fuerza a la actividad productiva, toda vez que el diésel, que hoy día alcanza los $4 el galón, es vital para bombear las aguas, mientras que el gas butano se utiliza para el secado del producto.
La actividad apenas se venía recuperando de la pandemia y de un 2021 en donde las lluvias causaron estragos en las salinas, sobre todo en las ubicadas en Aguadulce, provincia de Coclé, donde de aproximadamente 60 mil quintales que se tenían proyectados cosechar solo se produjeron 17 mil quintales.
A diferencia de productores de otros rubros, los salineros no recibieron ningún tipo de ayuda gubernamental.
El 90% de la producción de sal en el país lo realiza La Federación Nacional de Cooperativas Salineras de Panamá R.L., que está compuesta por 130 productores agrupados en las cooperativas Salineros Santeños R.L., Reyes Espino R.L. y Alcibiades Nelson Villalaz R.L., todas ubicadas en la provincia de Los Santos.
La Fencospa también mantiene una operación salinera, aunque de baja escala, en el área de El Retén, en Chitré, provincia de Herrera.
El costo de producir un quintal de sal en Panamá ronda los $5, y se comercializa entre $6 y $7, señaló el gerente de la Fencospa.
Ya en 2017 la otrora atractiva actividad salinera panameña había motivado un estudio de mercado de ProChile, entidad gubernamental que promueve las inversiones de esa nación, donde se indicaba que había que “estudiar el mercado panameño para plantear estrategias de mercadeo que le permitan tomar ventajas sobre la competencia en donde resalten las características de la sal de mar gourmet producida en Chile”.
A Panamá la sal se importa de dos maneras, como materia prima: sal refinada industrial, y en menor medida como cloruro de sodio puro y como producto final para el consumo humano y animal. La sal cruda procede de dos fuentes: sal marina y sal de roca (o gema).
Los ingresos de la industria salina local también se han visto afectados en los últimos años, aunque en menor cuantía, por la regulación gubernamental de limitar el consumo de sal entre los panameños, que según estadísticas del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá alcanza los 10 gramos per cápita diarios, en las áreas rurales y urbanas.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ingesta de sal debe ser de menos de 5 gramos al día, cantidad que compara con un poco menos de una cucharada de té.
Uno de los elementos clave para la producción salinera es el clima, que en los últimos años ha variado mucho, por lo que los productores manifiestan que están alertas ante cualquier eventualidad que se les presente.
La producción de sal en Panamá data de mediados del siglo XX cuando pequeños productores establecidos en las regiones de Aguadulce, provincia de Coclé, Guararé, Sarigua y Santa Ana de Los Santos producían este rubro y lo intercambiaban con otros productos de primera necesidad, suministrando también parte de la producción, sal cruda, a los pequeños ganaderos de la época.
Estos pequeños productores de sal no contaban con una ley que estableciera medidas de control para la producción y protección de su producto, sobre todo porque un gran porcentaje entraba al país procedente de otros lugares, por lo que en 1969 se estable el marco jurídico para reglamentar la actividad.
Hoy día, ante un panorama cada vez más salado, las esperanzas del gerente de la Federación Nacional de Cooperativas Salineras de Panamá R.L., Modesto Delgado, están puestas en que los precios del combustible bajen, las lluvias se mantengan en un nivel aceptable, y las importaciones permitan la subsistencia de los salineros panameños.