El silencio de las autoridades sobre la desaparición de la 'pepita de marañón', ¿Qué está pasando?
Frutas en Panamá
Ciudad de Panamá, Panamá/No ha pasado mucho tiempo desde que Panamá exportaba contenedores casi repletos de pepitas de marañón hacia la India, situación que cambió drásticamente ante la acometida de varios hongos que aún afectan al cultivo, por lo que el país se ha visto obligado a importar la nuez desde esa nación del sur de Asia.
Las pepitas de marañón llegan al país abiertas, para ser procesadas por una empresa ubicada en Natá de los Caballeros, provincia de Coclé, la cual ha tenido que reducir los empleos que ofrecía antes de la aparición de la plaga, “ya que las ventas no están buenas”, aseguró Rosemary Gnaegi de Ayala, gerente general de PanaFrut S.A.
De exportadora de la nuez, Panafrut se ha convertido en importadora para poder seguir en la actividad, labor que hace 40 años fundó su padre, el desaparecido empresario Hermann Gnaegi Mori, natural de Suiza, quien creyó en las bondades de la semilla del marañón, entre otros cultivos, manifestó.
Y es que desde el 2019 a la fecha, a lo largo y ancho del país los árboles de marañón languidecen afectados por los hongos Colletotrichum gloesporoides, Pestalotia heterocornis y el Lasidiodiplodia theobromae , que han dañado la pulpa y la pepita.
Manchado foliar, defoliación, muerte del ramo floral, pérdida del fruto, muerte descendente y el colapso final de la planta, son los resultados visibles de los microorganismos que afectan el desarrollo vegetativo y productivo del árbol.
Al cierre del año agrícola 2018- 2019 en el país había 380 hectáreas sembradas con la también conocida como la “fruta de la memoria”, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censo, aunque se aclara que el área de producción era relativamente menor que la de otros frutales de traspatio.
De Ayala explicó que apenas empezaron las primeras afectaciones a los árboles de marañón trataron de revertir la situación trayendo árboles injertados procedentes de Brasil, uno de los mayores productores de la fruta, pero estos también fueron dañados por los hongos, incluso más que los nacionales.
Agregó que ante esta eventualidad se acercaron al Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), en Río Hato, provincia de Coclé, para tratar de obtener información sobre lo que estaba sucediendo, pero aseguró que los esfuerzos realizados fueron infructuosos.
“El señor (el investigador principal) nunca estaba, no pudimos obtener ningún tipo de información”, explicó la empresaria.
Se conoció que en el IDIAP adelantan una investigación para tratar de recuperar el cultivo, pero hasta el momento el tema se mantiene hermético, pese a que productores consultados señalaron que sería de provecho que se conocieran aunque sea algunos adelantos, para así tratar de tomar las previsiones del caso.
“Quizás esperan a que se acaben los marañones para dar a conocer sus descubrimientos”, dijo un otrora recolector que prefirió el anonimato.
Por dos semanas TVN-2.com también trató de ubicar al “líder” de la investigación, Melvin Jaén, para conocer cómo avanzan las pesquisas, pero se informó que “llega muy temprano a la oficina, luego se va al campo y no tiene celular”. Los mensajes dejados en la subsede de la entidad en Río Hato tampoco fueron contestados.
Hace unos años, el marañón, o anacardo (Anacardium occidentale L.), se daba con mayor prominencia en las provincias de Coclé, Veraguas, Chiriquí y Bocas del Toro, donde hoy casi que brilla por su ausencia.
Era tal la cantidad de la fruta que se daba, que la empresa de Rosemary Gnaegi de Ayala tenía centros de acopio en la provincia de Chiriquí, específicamente en San Lorenzo, San Félix y Lajas, así como en la región de Azuero, en Ocú y cerca de Pesé.
“Ahora el volumen de nuez que recibimos es muy bajo”, se lamentó la empresaria, quien dijo buscar vías alternas para mantener la actividad a flote, entre ellas propiciar los sembradíos controlados, aunque reconoció que la llegaba de la pandemia dio al traste con sus proyecciones.
Apetecido para el consumo al natural, o en mermeladas, dulces o refrescos, el marañón es un frutal cuyo árbol también es propenso a la invasión de termitas, insectos del cual en el país se han logrado identificar dos grupos, siendo ellas las asociadas al termitero o nido y las asociadas al árbol, de acuerdo con un estudio de la citada institución gubernamental.
La fauna de termitas reportadas en Panamá, se agrega, es diversa, con especies endémicas, también encontradas en la región del Caribe, centro, norte y sur América, que incluyen 49 especies.
El marañón siempre ha tenido problemas por la falta de una fuente adecuada de material vegetativo certificado de cultivares de alta calidad genética, antracnosis (manchado y caída de las hojas) en flor y fruto, y antracnosis en postcosecha, además de una producción estacionaria, sistema de cosecha inadecuado y la falta de una agroindustria aplicada.
Al igual que otros frutales, este cultivo carece materiales de alta calidad genética, amén de los deficientes controles fitosanitarios y agronómicos, deficiente manejo de prácticas de agroquímicos, así como limitantes en el mercado internacional y nacional en lo concerniente al aspecto fitosanitarios, aunado a un aumento en los precios de insumos agrícolas que impactan en los costos de producción.