Repetición - Jelou!
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Ciudad de Panamá, Panamá/Desde el Viernes de Dolores, el 11 de abril, hasta el Domingo de Resurrección, el 20 de abril, el Casco Antiguo se transforma en un escenario de fe, cultura y memoria viva. Procesiones solemnes, recorridos por iglesias históricas y la participación masiva de fieles dan vida a una Semana Santa que ha cambiado profundamente a lo largo de los años.
Quienes crecieron entre las calles empedradas del Casco Viejo recuerdan una celebración más íntima, centrada en lo comunitario y con un enfoque más tradicional. “La diferencia entre antes y ahora es más vistosa”, afirma un residente del lugar, evocando con nostalgia su infancia.
Ahora se busca emular en ciertas cosas a Sevilla, pero con nuestra idiosincrasia panameña. A mí me gusta”, precisó el residente.
La comparación con la Semana Santa sevillana ha sido inevitable, pero para fray Javier Mañas, figura clave en este proceso, lo que ocurre en el Casco no es una copia, sino una expresión auténtica de la fe panameña. “Lo más importante que no debemos perder de vista es que todo esto es, evidentemente, para encontrarnos con Jesús”, afirma. “La esencia panameña de siglos anteriores no se ha perdido”.
El verdadero punto de inflexión llegó en 2017. El 7 de abril de ese año, por primera vez, las procesiones de Semana Santa tomaron las calles del Casco Antiguo de manera organizada.
Para Roberto Rollón, hermano mayor de la Semana Santa del Casco Antiguo, este momento marcó el inicio de una transformación con impacto profundo. “Es una evolución importante”. Poniendo su mirada en el turismo y la economía del país, manifestó que “solo el año pasado, en 2024, más de 226 mil personas asistieron a este evento de fe”.
La restauración progresiva de las iglesias del Casco ha sido parte clave de este renacer. Fray Javier Mañas señala que el primer paso fue poner en valor a las siete iglesias del casco histórico. Algunas, como la iglesia de La Merced, han visto restauradas sus fachadas; otras, como San José y Santa Ana, aún están a la espera de una restauración integral. Este año se suma un nuevo hito: por primera vez se abrirá al público la capilla de Santo Domingo de Guzmán, donde se encuentra el emblemático Arco Chato.
La celebración ha crecido también en solemnidad y riqueza simbólica. “Hace más de 10 años comenzamos con una Semana Santa tímida, que ha ido evolucionando. Cada año se introduce una procesión nueva”, explica fray Javier.
Este 2025, por primera vez habrá procesiones todos los días desde el Martes Santo, cuando se presentará el Cristo de la Muerte, una imagen sagrada que antiguamente solo salía en la procesión del silencio.
A futuro, el objetivo es completar la semana con una procesión también el lunes santo. “Vamos caminando”, dice el fraile, quien insiste en que el crecimiento no debe hacer perder el norte: la fe.
Cabe recordar que para esta Semana Santa, el Casco abrirá sus siete iglesias: Santo Domingo de Guzmán, La Merced, San Felipe Neri, Santa Ana, La Catedral Basílica, San Francisco de Asís y San José o Altar de Oro.
Semana Santa en el Casco Viejo es hoy mucho más que un evento litúrgico. Es una experiencia cultural y espiritual que une historia, arquitectura, turismo y devoción. Su evolución no solo enriquece la vida religiosa del país, sino que aporta dinamismo económico a una de las zonas más emblemáticas de la capital.
Y es que el Casco Antiguo de Panamá, también conocido como Casco Viejo, es una joya histórica que refleja la riqueza cultural y arquitectónica del país.
Fue fundado en 1673 tras la destrucción de la antigua ciudad de Panamá. Su valor cultural ha sido reconocido a nivel mundial, y en 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, debido a su importancia como testimonio de la mezcla de culturas y estilos que marcaron la evolución urbana del istmo.
Hoy, el Casco Antiguo no solo es un símbolo de identidad nacional, sino también un punto de encuentro entre el pasado y el presente, donde la memoria histórica se preserva y se revitaliza a través del turismo, la restauración y la vida comunitaria.