Cerro Patacón y los recicladores de base: ¿Qué está pasando con el manejo de la basura en Panamá?
Basura en Panamá
En Cerro Patacón, el vertedero de basura a cielo abierto en el corazón de la capital, trabajan más de 1,000 recicladores de base que la semana pasada marcharon por primera vez para exigir la profesionalización de su oficio.
Los recicladores de base son las personas que clasifican los desechos en primera instancia y así recuperan toneladas de material que luego venden a las empresas recicladoras, que “en realidad son solo de acopio” según Juan Gaona, delegado internacional del Movimiento de Recicladores de Panamá. “(Nosotros) hacemos un trabajo que no hace ni la Autoridad de Aseo (AAUD) ni la empresa privada, ahorrándole millones de dólares al año tanto al gobierno como a las empresas”, indicó.
No hay un inventario oficial de cuántos recicladores hay en el país, pero las cifras que maneja el movimiento da cuenta de que existen por lo menos 2,000 recicladores de base en todo el país, con más de la mitad de ellos trabajando en Cerro Patacón. La profesionalización de los recicladores les permitiría tener seguridad social y acceso a salud, además de otras garantías que mitiguen los peligros que corren trabajando en los vertederos.
Entre los peligros que enumera Gaona están la contaminación del aire por los gases que emanan de la basura, los accidentes por vehículos pesados y no pesados que entran y salen de la zona, los riesgos por enfermedad ante la exposición de tóxicos, cortaduras, accidentes, riesgos de seguridad personal, entre otros.
Los recicladores, entre los que hay muchas mujeres, niños y niñas que las acompañan y adultos mayores, exigen un salario al Estado por su labor, el cual sustentan como un ahorro “de muchos millones” a empresas y gobierno, además de que hacen retornar varias toneladas de material a la economía circular.
Al relleno sanitario ubicado en la capital llega el 40% de toda la basura del país como dice un informe de 2018 de la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (AAUD). El vertedero se inauguró en 1986 y desde 2008 es manejado por la empresa Urbalia (antes Urbaser Plotosa) a través de una concesión otorgada por la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario de Panamá. (AAUD). Urbalia fue comprada en 2011 por la colombiana Interaseo S.A.
En 2001, un diagnóstico de la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa (JICA) –interesada desde hace mucho tiempo en mercantilizar la basura generada en Panamá– hizo un estudio que evidenció la falta de un plan de manejo de desechos sólidos y la carencia de sistemas de tratamiento. En ese entonces contabilizaron 400 recicladores en el lugar.
Antes de que el municipio concesionara el vertedero en 2008, los recicladores de base recuperaban latas de aluminio, radiadores, chatarra, cobre, bronce, cartón, papel, plástico, vidrio, tela y otros materiales para la reventa. Este intercambio solo les garantiza un nivel paupérrimo de sobrevivencia. Por otro lado, no tienen a su disposición plantas de reciclaje ni garantías de salud o seguridad que le faciliten el trabajo.
Tras la concesión del relleno sanitario, solo unos 300 recicladores de base tuvieron acceso a una galera que se le exigió a la empresa que construyera. El resto de los recicladores buscó otro trabajo o crearon pequeños "pataconcitos" en el área para seguir trabajando, contó Gaona.
Los riesgos que corren los recicladores son ratificados por la AAUD, quienes en su informe de 2018 sobre el relleno admiten que a la galera de reciclaje llega más basura de la que los recicladores “informales” tienen capacidad de trabajar.
“La situación actual de la galera de reciclaje y de la zona adyacente a la báscula, han convertido al lugar y los recicladores en otro vertedero a cielo abierto dentro de un relleno sanitario sin que se distinga la actividad de segregación que debería existir…hoy es un sitio no apto para el desarrollo de actividades humanas; que mantiene en peligro la salud de las personas que laboran en el lugar, perjudica directamente el ambiente del área”, destaca el informe.
Gaona también advirtió que al menos cuatro artículos de la recién aprobada Ley 276 sobre el manejo de desechos afectan directamente a los recicladores de base en tanto los obliga a entregar el material rescatado a “una empresa designada”, lo que les quita toda autonomía en el manejo del producto rescatado, además de la exigencia de que el reciclador tenga un permiso especial expedido por la AAUD. “Eso fue creado para una empresa…el manejo de residuos va a ser privatizado”, exclamó.
En 1998 el vertedero ardió en llamas por más de 10 días. La llamarada se convirtió en una densa nube negra cargada de gases tóxicos. En 2013 se desató otro terrible incendio que cubrió con una nube negra toda la ciudad por varios días más que el anterior. Según el director de la AAUD de ese entonces, el de 2013 fue el peor incendio de la historia en el vertedero.
Estos incendios de combustión combinada –materiales y sustancias no clasificadas– liberan en la atmósfera cantidades significativas de gases como metano y CO2, además de benceno y tricloroetileno, junto con productos clorados que son tóxicos al liberar dioxinas.
Todos los compuestos anteriores tienen altas propiedades cancerígenas según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este incendio también puso en riesgo a la población de toda la ciudad y afectó directamente a recolectores y sus familias, un grupo vulnerable de trabajadores informales que en su mayoría son inmigrantes de las zonas más pobres del país, incluyendo áreas indígenas, además de extranjeros provenientes de Centroamérica y de Colombia
El Defensor del Pueblo panameño, Eduardo LeBlanc, calificó en su momento el vertedero como “una bomba de tiempo”, y para tratar de desactivarla demandó a la empresa Urbalia, que acumula más de 32 sanciones. El ministro de ambiente panameño, Milciades Concepción, ha dicho previamente en varios medios que Cerro Patacón es “un desastre ambiental y sanitario de grandes proporciones”.
Teniendo en cuenta que el 75% de la basura del país termina en vertederos a cielo abierto - mientras que el resto se quema indiscriminadamente o se vierte directamente en ríos y quebradas - la basura es hoy una emergencia de salud por atender de forma urgente. La bomba de tiempo ya explotó.