La primera biblioteca de Panamá: 108 años guardando nuestra historia
Historia en Panamá
El general George W. Goethals mandó a crear la biblioteca del Canal de Panamá hace 108 años.
La biblioteca está ubicada en la antigua escuela secundaria de Balboa, epicentro de los incidentes del 9 de enero.
Visitar la biblioteca Roberto F. Chiari es un ejercicio de la memoria. Empezando por su ubicación, en el corazón de un territorio hasta hace muy poco inaccesible para los panameños, y donde se libró uno de los más importantes acontecimientos de nuestra historia reciente.
Hace poco fui a curiosear y al adentrarme en sus fondos documentales me di cuenta de la dimensión de “guardián de la historia” que tiene este espacio para la memoria colectiva y su valor en la comprensión de la narrativa histórica de nuestro país.
Esta biblioteca maneja más de 50 mil registros catalogados entre los que destacan libros, folletos, fotografías, postales históricas, rollos de microfilm, videos y artefactos históricos relacionados, en su mayoría, con la historia del Canal de Panamá.
Los mismos se preservan utilizando un riguroso proceso de conservación que involucra archivos en cajas antiácido bajo temperatura controlada y la utilización de sistemas contra incendio con el propósito de proteger los documentos en todo momento.
Aunque ofrece servicio al público en general, entre sus principales usuarios se encuentran los colaboradores de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), así como investigadores tanto nacionales como extranjeros y, por supuesto, estudiantes para los que se están preparando ahora que regresan las clases presenciales, me explicó Isaac Carranza, de la Unidad de la Memoria Histórica del Canal de Panamá, durante mi visita.
Por otra parte, el catálogo puede ser consultado de manera general desde el enlace www.micanaldepanama.com y en las estaciones de computadoras dentro de la misma sede es posible consultar obras digitalizadas. También cuenta con equipos para revisar microfilm y negativos.
Los préstamos están limitados a los colaboradores de la ACP y entre los servicios que ofrecen se encuentra el apoyo a consultas de sus colecciones, así como asesoría y orientación en investigaciones históricas.
En este sentido, muchas de las últimas importantes publicaciones relacionadas con la historia del Canal de Panamá han encontrado recursos de investigación en la biblioteca Roberto F. Chiari.
Wendy Tribaldos, docente, historiadora y museóloga, quien utilizó la biblioteca para investigar los hechos de su libro, publicado recientemente, 'El 9 de enero de 1964: lo que no me contaron', comentó: “la biblioteca posee excelentes recursos tanto para el investigador como el lector casual, sumado a un ambiente conductivo a la lectura, escritura y reflexión. Aunado a lo anterior, cuenta con personal calificado que está siempre dipuesto a apoyar. Posee también objetos de colección del Canal de gran valor. Súmale a todo lo anterior el hecho de estar ubicada en el antiguo edificio de la escuela secundaria de Balboa, donde se escenificaron hechos instrumentales en los eventos de enero de 1964 que cambiaron nuestra historia. Sus atributos hacen que este edificio bien merezca una visita tanto del local como del visitante”.
También la historiadora, Marixa Lasso explica cómo encontró importantes elementos en la biblioteca de la ACP, para la investigación de su libro 'Erased the untold story of the Panama Canal', de la siguiente manera: “la colección de fotos del periodo del canal francés fue de suma importancia para mi libro. Hay una en particular que recuerdo muy bien y que tuvo un impacto muy importante en mi análisis y es una foto de uno de los antiguos pueblos de la Zona del Canal en el que se ve el ferrocarril pasando en medio de esa arquitectura rural de la zona, que era pues de techos de paja y paredes de junco y ver el ferrocarril en medio de esas casas realmente me ayudó a pensar algunos de los argumentos más importantes de mi trabajo”.
La primera biblioteca
El registro de la primera biblioteca en Panamá se remonta a principios del siglo XX, específicamente al 24 de agosto de 1914, —solo unos días después de inaugurada la vía interoceánica— cuando el general George Goethals ordena que, “todos los libros disponibles que no se requieran para la necesidad inmediata de otras oficinas se envíen a la biblioteca, a fin de que la colección allí sea lo más completa posible con asuntos de interés para el Canal”.
No era una biblioteca para todo público. Ubicada en la oficina 318 del edifico de la Administración del Canal, constaba esencialmente de volúmenes de trabajo de ingeniería y material técnico, por lo que solo era frecuentada por funcionarios o interesados en aspectos específicos al desarrollo de la vía interoceánica.
En la actualidad esto continúa así. Muchos de los libros del catálogo tienen que ver con el funcionamiento del Canal y quienes los consultan son en su mayoría colaboradores o personas interesadas en conocer detalles técnicos.
A lo largo de los años va incrementando su material bibliográfico y ampliando su oferta ante el crecimiento de sus usuarios. Ya para 1931 fue necesario un local más grande y se traslada del tercer piso al primero del edificio de la Administración. Es en ese momento cuando se implementan una serie de innovaciones tecnológicas y se contrata a personal capacitado para facilitar el uso de las instalaciones y recursos.
Es por esto que en 1942 ofrecen una asistencia para la creación de la Biblioteca Nacional de Panamá.
Ya para 1949 el crecimiento de la demanda obliga a mudar nuevamente las instalaciones. Ya era una biblioteca de temática general con mucha información histórica de la Zona del Canal y de Panamá en General. Esta vez la sede sería el edificio de Asuntos Civiles en Ancón (actualmente ocupado por la Policía de Panamá).
Para ese entonces la Biblioteca contaba no solo con material documental sino también con objetos de alto valor histórico. Es debido a esto que en 1950 se le asignaría la administración de un pequeño museo. En la actualidad la colección del museo asciende a miles de artefactos de gran valor los cuales en su mayoría se encuentran en calidad de préstamo en diversas instituciones como el Museo de Canal Interoceánico que los muestra en sus salas de exhibición.
En septiembre de 1987 la Biblioteca es trasladada a una nueva sede, esta vez en el edificio 38 en Balboa, y se le otorga el nombre de: Centro de Recursos Técnicos.
Finalmente, el año 2002 se traslada a la sede que mantiene hasta hoy en el segundo piso del Centro de Capacitación Ascanio Arosemena (edificio 704) antigua biblioteca de la escuela secundaria de Balboa y en el 2005 se le da el nombre de Biblioteca presidente Roberto F. Chiari, en el marco de la conmemoración del centenario de su natalicio; por su destacado papel en la gesta del 9 de enero de 1964.
La importancia de las bibliotecas
Al parecer las autoridades de la zona del Canal tenían claro la importancia de las bibliotecas, ya que como nos comenta Isaac Carranza, “durante varias décadas, la biblioteca del Canal era como la casa matriz de una red de bibliotecas por toda la Zona del Canal. Había en Albrook, Arcoiris, Paraíso, La Boca, Diablo, en casi todas partes. Eran bibliotecas públicas muy pequeñas y la red incluía un bibliobús que iba por toda la zona llevando libros a los niños, muy pintoresco. Era una red bastante extensa que luego empezó a achicarse con el paso del tiempo”.
Para el escritor Carlos Fong, “las bibliotecas son equipamientos culturales que nos pueden ayudar a construir futuro y ciudadanía. Son espacios para el encuentro y las posibilidades de dialogar para buscar soluciones a nuestros problemas al mismo tiempo que hacen conexiones con el conocimiento; base para transformar y mejorar el mundo. No debemos abandonarlas”.
En un reciente artículo publicado por el diario La Prensa en relación con el anteproyecto presentado por el diputado Juan Diego Vásquez para el fortalecimiento de las bibliotecas públicas, Fong opinó que:
“Pero más allá de ser solo un lugar para buscar un libro [las bibliotecas] son los medios para descubrir posibilidades, valores de solidaridad, de identidad y pertenencia; para conocer los derechos, para compartir experiencias y discutir problemas; espacios poéticos de diálogo social y cultural. Porque debemos dejar de ver a las bibliotecas solo como instituciones para buscar la tarea, sino que sirven para promover el arte, la innovación, la gobernanza, la creatividad y la participación ciudadana.
(…)
Existen distritos, incluso provincias, donde no hay una biblioteca pública decente. En el distrito de San Miguelito, el más grande de la capital, solo hay una biblioteca maltrecha. En Darién no hay. Sin embargo, las cantinas, casinos, bares, jorones y bodegas pululan como un mar infectado de medusas. Después nos preguntamos por qué los jóvenes y los niños optan por perderse en el vicio y la deserción escolar”.
Yo soy de la generación que creció en las bibliotecas. En mi escuela había una. Conocí las dos sedes anteriores de la biblioteca Roberto F. Chiari a donde fui a realizar tareas investigativas. Me recuerdo recorriendo sus estantes llenos de libros, buscando lentamente algún título que llamara mi atención para al abrirlo y sumergirme en ese mundo mágico que me ofrecía mundos desconocidos, llenos de aventuras y novedades. Es una experiencia realmente enriquecedora.
Las bibliotecas son sin duda alguna, espacios necesarios para desarrollar la creatividad, la conciencia crítica que tanto necesitamos en estos momentos en que el mundo vive la primera gran crisis global del siglo XXI.
Recomiendo muchísimo tanto a adultos como jóvenes visitar la biblioteca presidente Roberto F. Chiari, estoy segura de que algo encontrarán que no conocían de la fascinante historia de nuestro país.
Está ubicada en el segundo piso del Centro de capacitación Ascanio Arosemena y presta servicios al público en general de lunes a viernes de 7:00 am a 3:30 pm. Además cuenta con personal capacitado que muy amablemente ayuda y orienta en las necesidades de los usuarios.