Los perversos hongos que podrían acabar con el marañón en Panamá

Frutas en Panamá

El marañón, la fruta veraniega que desaparece de Panamá
Julio César Aizprúa - Corresponsal digital
12 de abril 2022 - 00:08

Ciudad de Panamá/Esta Semana Santa en la mesa de los panameños escaseará el tradicional dulce y la chicha de marañón endulzada con raspadura. Tres hongos continúan marcando el vía crucis de esta otrora abundante fruta, cuyos árboles hoy día se encaminan hacia el calvario de una muerte lenta.

Los hongos Colletotrichum gloesporoides, Pestalotia heterocornis y el Lasidiodiplodia theobromae están consumiendo los árboles de marañón, afectando de igual manera la pulpa y la pepita o “ñonga”, bajo este último nombre le conocen los nativos de Penonomé, provincia de Coclé.

Estos microorganismos están afectando el desarrollo vegetativo y productivo del árbol, produciendo manchado foliar, defoliación, muerte del ramo floral, pérdida del fruto, muerte descendente y el colapso final de la planta.

La seudo fruta del marañón, la parte carnosa, se utiliza para la preparación de jugos, mermeladas, jaleas, chutneys y deshidratados, en tanto que de la pepita se extraen aceites y resinas de alta calidad y también son procesadas (descascaradas y tostadas) para el consumo humano.

Una de las posibles soluciones que hoy día se presenta para evitar la desaparición en suelo panameño de la también conocida como “fruta de la memoria” es la selección natural, donde se espera que los árboles de mayor fortaleza resistan por si solos los embates de los hongos y una vez recuperados empiecen a dar frutos.

También podría regárseles una preparación que contiene cobre, pero que por contener este componente afectaría la salud de quienes viven alrededor de los árboles, toda vez que se trata de un cultivo que generalmente está en los patios, señaló Rito Herrera, investigador del Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (Idiap).

Existen diferentes variedades de marañones en Panamá.
Existen diferentes variedades de marañones en Panamá. / Pixabay

Herrera anotó que igualmente se podría introducir material genético que sea resistente a estos patógenos, pero desde el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) una fuente, que pidió la reserva de su nombre, informó que hasta el momento esta posibilidad no está “ni siquiera en estudio”.

La recuperación del marañón depende de las estrategias que se implementen, no duda en afirmar el investigador Herrera, quien junto a su colega José Causadias adelanta estudios para revertir la difícil situación por la que pasa este apetecido fruto.

El marañón tiene una vida útil productiva de 25 a 30 años, se siembra al inicio de las lluvias, generalmente entre los meses de mayo a junio, y su temporada de producción es a partir del segundo y tercer año, que continua entre los meses de noviembre a abril.

En un pasado reciente este cultivo se daba con mayor prominencia en las provincias de Veraguas, específicamente en el distrito de Las Palmas, Bocas del Toro, en Changuinola, y Coclé, en las áreas de Río Hato, Antón y Aguadulce, lugares donde actualmente ya no cuelgan de sus árboles sus colores rojo y amarillo.

Herrera aclaró que curiosamente en Bocas del Toro no había afectación de los hongos, lo cual atribuye a una mayor adaptación a la temperatura y a la humedad.

La fruta siempre ha tenido problemas por la falta de una fuente adecuada de material vegetativo certificado de cultivares de alta calidad genética, antracnosis (manchado y caída de las hojas) en flor y fruto, y antracnosis en postcosecha, además de una producción estacionaria, sistema de cosecha inadecuado y la falta de una agroindustria aplicada.

A inicios de la década del 2000 se realizaron algunas exportaciones de la nuez del marañón nacional hacia el mercado de la India, aunque el principal destino de la producción era para el procesamiento local, a nivel artesanal o en pequeñas plantas procesadoras que hoy día han desaparecido.

En esos años de bonanza, un informe del Idiap indica que la cadena del marañón era una de las más reducidas, donde en la fase de comercialización participaban los intermediarios o recolectores, las plantas procesadoras, los supermercados y los consumidores. La producción del marañón estaba dirigida a la comercialización de la semilla o pepita.

Para potenciar el fruto la entidad gubernamental proponía en 2004 la selección de genotipos criollos con características sobresalientes, introducción de material vegetativo de cultivares comerciales de alta calidad genética, establecimiento de bloques de plantas-madre para producir material vegetativo, además de establecimiento de viveros certificados y producción de plantones certificados.

Los años pasaron y poco o nada se hizo al respecto. Entre algunas limitantes generales en la producción de frutales, entre ellos el marañón, el MIDA revela en su informe del año agrícola 2019- 2020 que esto se debe a la escasez de materiales de alta calidad genéticos, deficiente controles fitosanitarios y agronómicos, deficiente manejo de prácticas de agroquímicos. limitantes en el mercado internacional y nacional en lo concerniente al aspecto fitosanitarios. Incrementos en los precios de insumos agrícolas que aumentan los costos de producción.

La pepita de marañón es muy gustada para la preparación de dulces y por su aceite.
La pepita de marañón es muy gustada para la preparación de dulces y por su aceite. / Pixabay

De 2015 a 2020 la producción de frutales en el territorio nacional disminuyó en 323.68 toneladas y en cuanto a las superficies sembradas y cosechadas reflejaron descensos del 5% y 8%.

Pese a la dura realidad por la que atraviesa el cultivo, sometido por tres hongos, el investigador agrícola Rito Herrera es un convencido de que no desaparecerá.

Herrera, quien desarrolla estudios sobre el tema desde la base del Idiap ubicada en Río Hato, provincia de Coclé, se muestra confiado en que la selección natural se impondrá, y que en los próximos años el marañón volverá a asombrar con sus colores rojo y amarillo, además de deleitar el paladar de los panameños con su apetitoso seudo fruto, la parte carnosa, o con su verdadero fruto, la semilla, pepita o “ñonga”, como la llaman los penonomeños.

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