Perspectiva, mercado e interés: realidades internacionales con impacto local

Economía en Panamá

Tres situaciones internacionales inciden hoy día sobre las expectativas a corto y mediano plazo del país: los cambios recientes de la calificación de su deuda, las tendencias del mercado de cobre y las últimas decisiones de la Reserva Federal. Veamos el detalle de cada una.

La calificadora Standard & Poor's / AFP

Cambio de perspectiva

Aunque existen más de 100 casas calificadoras, son tres las que dominan el panorama: Fitch Ratings, Moody’s Investor Services y S&P Global Ratings.

Sus calificaciones determinan el nivel de interés que tendrá que pagar un emisor para poder conseguir compradores de su deuda. Tales calificaciones se dividen en dos grandes grupos: el grado de inversión y la deuda basura, división bastante marcada.

Mientras que los emisores con grado de inversión pueden financiarse por debajo del 5%, aquellos en categoría basura tienen que pagar 8% o más para poder atraer inversionistas.

Fitch, con oficinas en Londres, fue la primera en darle a Panamá el grado de inversión, en marzo del 2010. Le siguió S&P en mayo de ese mismo año y Moody’s en junio.

Panamá consiguió el grado de inversión en ese entonces, en parte, por el estado saludable de sus finanzas públicas: poco antes del 2010, el país había logrado entrar al terreno de los superávits fiscales —cuando el ingreso público excede el egreso.

Tal logro abrió aún más las puertas a Panamá para contratar deuda extranjera, impulsando un boom de inversiones públicas que, en parte, llevó a la economía a crecer por encima del 10%.

Hoy, a pesar de aún contar con tasas relativamente pujantes de crecimiento en comparación a la región, la perspectiva es bastante distinta.

Después de obtener el grado de inversión, Panamá desistió de mantener superávits.

En cambio, el país incurrió en déficits fiscales, supuestamente para financiar una ambiciosa cartera de programas de desarrollo social, muchos de ellos incluyendo construcción de infraestructura.

Varios de esos programas están ahora bajo investigación judicial, como en el caso Odebrecht, el cual no irá a juicio sino hasta después de las próximas elecciones.

Además, el país enfrenta una severa inestabilidad social causada, en una parte, por un rechazo vehemente de la actividad minera por diversos gremios y grupos sociales y, en otra parte, por niveles comparativamente altos de desigualdad que no pueden sino llevar a tensión social.

La calificación ya lo refleja. 

Moody's / Archivo EFE

En la semana que acaba de cerrar, S&P Global Ratings cambió su perspectiva de la capacidad de repago de Panamá de estable a negativa, siguiendo a Fitch, que hizo lo mismo al cierre del tercer trimestre, en septiembre. Moody’s nos redujo un nivel entero, de Baa2 a Baa3, al cierre de octubre.

Cuando un emisor pierde el grado de inversión, se le conoce a su deuda como “ángeles caídos”. En el caso de perder el grado, Panamá se uniría a Brasil y Colombia, cuyos bonos se tornaron en ángeles caídos en 2015 y 2021, respectivamente.

Dice S&P Global Ratings en su reporte: “protestas públicas en contra de un contrato con Minera Panamá, un gran proyecto de minería de cobre, han creado incertidumbre sobre el destino del proyecto llevando a la aprobación de una moratoria de nuevas concesiones mineras”.

[El cambio a] una perspectiva negativa refleja el riesgo de una pérdida del grado de inversión resultante de las secuelas de estos eventos recientes sobre la confianza de los inversionistas, la inversión privada y los prospectos de crecimiento económico”.

Y como si no fuera poco, “el riesgo de un crecimiento económico potencialmente más bajo podría exacerbar las finanzas en deterioro de la Caja de Seguro Social”.

Un dato interesante del reporte es que los analistas internacionales tienen la expectativa de que el producto interno bruto de Panamá supere los $100 mil millones probablemente en el 2027.

Imagen de la página de la calificadora Fitch / AFP

Mercado de cobre

El cobre se extrae por tonelada pero se cotiza por libra, en dólares estadounidenses.

En la década de 1990, el precio del cobre rondaba el dólar la libra.

Entre los años 2000 y 2010, el precio se movía entre los dos a cuatro dólares.

La crisis financiera global del 2007 vio el precio desplomarse nuevamente hasta poco más de un dólar. Pasada la crisis, el precio se recuperó velozmente, superando incluso los cuatro dólares.

A partir de allí, la tendencia irá en negativo, con el precio cayendo irregularmente a cerca de los dos dólares de cara a la pandemia del covid-19, que arremetió contra las cadenas globales de suministro.

Desde entonces el precio se ha recuperado. Aunque el año pasado superó los cuatro dólares, hoy día la libra de cobre se cotiza cerca de tres dólares y medio, lo que es lo mismo que decir $7,000 la tonelada.

Vale la pena recordar que en el planeta Tierra hay al menos 2,100 millones de toneladas de cobre en reservas ya identificadas, disponibles para la minería.

De las reservas descubiertas, 65% está en cinco países: Chile, Australia, Perú, México y los Estados Unidos. Tan solo Chile tiene 200 millones de toneladas de cobre en reservas disponibles para la minería.

Chile también es el país que más cobre extrae, con una producción anual de seis millones de toneladas. Le sigue la República Popular de China, con dos millones de toneladas.

La producción anual global de cobre es de 20 millones de toneladas. Más de la mitad va para usos industriales.

Y se estima que la reserva total de cobre en Donoso está también cerca de las 20 millones de toneladas.

Es decir, la producción global anual de cobre equivale en magnitud a toda la reserva estimada de la mina en Donoso.

Durante el siglo pasado, el precio del cobre se movió dentro del rango de $10,000 a $15,000 la tonelada, en moneda equivalente a hoy día, con un periodo por debajo de los $5,000 debido al control de precios durante y posterior a la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, el precio actual de $7,000 la tonelada es moderadamente bajo en comparación a la serie histórica completa.

No obstante, algunos analistas consideran que la oferta del cobre no podrá mantenerse a la par de la demanda, por lo que la expectativa general es que el precio aumentará en el tiempo.

Interés decisivo

Otro precio que aumentará en el tiempo será aquel del dólar, al menos en Panamá.

Entre el 2010 y el 2016, el sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos —la FED— mantenía una tasa de interés de referencia cerca del cero por ciento, en respuesta a la crisis financiera que recién había ocurrido.

Tal tasa controla la oferta de dólares en la economía global: a mayor tasa, menos dólares disponibles.

Empezando en 2016, la FED intentó normalizar los intereses, subiéndolos por encima del 2%. Pero una vez golpeó la pandemia del covid-19, optó por reducirlos nuevamente a cerca de cero buscando mantener el ímpetu económico.

A partir del 2020, la cantidad de dólares estadounidenses en circulación —fuera de los bancos de la Reserva Federal— se multiplicó por cinco, hasta llegar a los $20 millones de millones de dólares en circulación.

Aunque existen debates alrededor del tema, es altamente probable que este disparo en circulación llevó a un crecimiento de la tasa de inflación interanual en los Estados Unidos a cerca del 10%.

En respuesta, la FED aumentó su tasa de interés de cerca del cero por ciento a por encima del 5% en menos de dos años. Esto habría ayudado a reducir la tasa de inflación estadounidense a cerca del 4%. Y la meta de la FED es de inflación del 2%.

El jefe de la FED, Jerome Powell, indicó en una reciente conferencia del Fondo Monetario Internacional en Washington, D.C. que “si es necesario subir los intereses aún más, no titubearemos en hacerlo”.

Estudios tanto de la Superintendencia de Bancos de Panamá (SBP) como de la base de datos El Tabulario indican que los intereses en Panamá siguen al interés de la FED con una demora de seis meses.

Como el último aumento en Estados Unidos ocurrió en julio, la expectativa es que los intereses en Panamá continúen al alza al menos hasta el cierre del año.

Para referencia, entre enero y septiembre del año corriente, la tasa representativa del mercado hipotecario pasó de 5.75% a 6%, lo cual significa miles, sino decenas de miles, de dólares adicionales en pagos de interés.

También entre enero y septiembre, la tasa representativa para préstamos personales pasó de 8.58% a 8.80%, la de préstamos para compra de autos pasó de 7.34% a 7.60% y aquella sobre el saldo de las tarjetas de crédito de 20.18% a 20.82%.

Finalmente, uno de los saltos más notables lo tuvo la tasa de interés a la construcción, la cual pasó, entre enero y septiembre, de 6.78% a 7.55%.

Coda

El panorama internacional cada vez resulta más incierto, lo cual de por si eleva el costo del dinero. Con la FED aumentando su interés para contener la inflación en Estados Unidos y nuestra deuda pública cerca de perder su estatus favorecido, todo parece apuntar a un futuro relativamente caro para Panamá. Solo quedaría la pregunta de qué acciones está desarrollando el país del lado de la productividad y la innovación para poder pagar ese futuro.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último