Panamá: Entre deuda, competitividad y educación

Economía en Panamá

La educación es clave para el crecimiento de el país, según expertos consultados.
La educación es clave para el crecimiento de el país, según expertos consultados. / Pixabay

Ciudad de Panamá, Panamá/Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo, hoy día en Panamá habita una población de 4.39 millones de personas. Según el Ministerio de Economía y Finanzas, la deuda nacional al cierre de junio del año corriente era de $43,175 millones. Su división resulta en una deuda por habitante de $9,834. Esto representa un aumento de 55% en comparación a junio de 2019, antes de la pandemia, cuando el número era de $6,321.00.

Por otro lado, el producto interno bruto (PIB) por habitante cayó un 10.7% en el mismo periodo, de $15,911 a $14,208. De forma relacionada, los ingresos tributarios del Gobierno Central pasaron de $5,333 millones al cierre de 2019 a $4,343 al cierre de 2021, una reducción de 18.5%.

Mientras tanto, la cantidad de empleos registrados se redujo de 1.92 millones a 1.84 millones, a la par que la tasa de desempleo aumentó de 7.1% a 9.9%, luego de dispararse hasta los dobles dígitos durante el 2021. Y la cantidad de contratos registrados anualmente ante el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral —que ya venía en descenso— pasó de 378 mil en 2019 a 225 mil en 2021, una baja de 40.4%.

Todo esto lleva a la pregunta: ¿Cómo podrá Panamá enfrentar sus compromisos financieros en aumento, con el número de empleos en caída, luego de ver su riqueza nacional diezmada en dos años y medio?

Fachada de Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)
Fachada de Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) / Foto: Ilustrativa

Un aumento de la productividad

Aida Alfaro, de la Fundación para la Promoción de la Excelencia Educativa de Panamá, articula lo que ha venido siendo la sugerencia de múltiples organismos internacionales, ya por más de una década: “No es posible aumentar la productividad si no logramos mejorar el nivel educativo”.

El estudio “El Capital de Conocimiento de las Naciones”, publicado en 2015 por los economistas Eric Hanushek, de la Universidad de Stanford, y Ludger Woessmann, de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, estudio que hoy sirve como el documento de referencia para el Foro Económico Mundial, demostró de forma robusta que el crecimiento económico de un país a largo plazo es principalmente una función de las habilidades cognitivas, o capital de conocimiento, de la población.

La educación general, definida por esa organización como “el inventario de habilidades, competencias y otras características que favorecen la productividad” es considerada uno de los principales determinantes —junto a la salud pública— del crecimiento económico y de los niveles de empleo y ganancias.

¿Por qué?

Primero, porque la educación incrementa la habilidad colectiva de la mano de obra de ejecutar las tareas frente a ellos de forma más veloz y eficiente. Segundo, la educación secundaria y terciaria facilita la transferencia de conocimiento sobre nueva información, productos y tecnologías, repercutiendo nuevamente en la habilidad de la mano de obra. Y tercero, porque la educación estimula la creatividad, piedra angular sobre la cual se desarrolla la innovación y creación de nuevos conocimientos, productos y tecnologías, lo cual fomenta el desarrollo económico.

Todo esto sugiere un factor multiplicador y de hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) calculó en 2012 que por cada dólar estadounidense —o su equivalente— que invierte un país en educación, puede obtener retornos en crecimiento económico de entre $10 y $15.

Alfaro, de la Fundación para la Promoción de la Excelencia Educativa, resume el punto: “la mejor inversión que puede hacer un país es en educación, pero no cualquiera educación: tiene que ser una educación de calidad, pertinente, oportuna y estar allí en el momento que se necesita.”

La situación local

¿Cuánto invierte Panamá en educación?

Para referencia, la Ley Orgánica del Ministerio de Educación (Meduca) exige un 6% del PIB del año anterior en gasto público en el sector educativo.

Si tomamos el presupuesto para 2023 del MEDUCA, restamos las transferencias interinstitucionales y sumamos los presupuestos de todas las otras entidades vinculadas al tema educativo —las universidades públicas, los institutos educativos como el Ifarhu, Inadeh e ITSE, además del Ministerio de Cultura, el Servicio Estatal de Radio y Televisión y la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, todas instituciones que reciben fondos del Meduca— tendremos un resultado de $3,196 millones. El Banco Mundial calcula que el PIB de Panamá, al cierre de este año, estará alrededor de los $64,000 millones. Por lo tanto, el país está programado para tener un gasto público en educación —utilizando una estimación bastante generosa— de 4.9%. Esto representa todo el gasto en educación, siendo la mayor parte el gasto operativo, y la menor, las nuevas inversiones.

Vale la pena agregar que el Gobierno Nacional se comprometió en la mesa única de diálogo de Penonomé, Coclé a modificar tal presupuesto para aumentar el gasto público en educación a 5.5% del PIB para 2023, llegando a 6% en 2024. Para lograr esto, el Gobierno Nacional deberá encontrar ingresos adicionales por alrededor de $700 millones en los próximos dos años.

Niños panameños en medio de un centro educativo.
Niños panameños en medio de un centro educativo. / TVN Noticias

Y ¿Cuál ha sido el efecto del gasto en educación hasta ahora?

Según proyecciones derivadas del último censo de población, efectuado en 2010, se estima que de la población económicamente activa, tan solo alrededor de la mitad ha obtenido título alguno, alrededor de un cuarto se ha graduado de secundaria y poco menos de un quinto tienen un título terciario, recordando que el segundo canal mediante el cual la educación beneficia al crecimiento económico de un país, según el Foro Económico Mundial, es a través de la educación secundaria y terciaria.

Alfaro precisa: “Tenemos gran cantidad de nuestros estudiantes que, a todo nivel, no comprenden lo que leen. Pensemos que, si uno no está comprendiendo lo que lee, es muy difícil que uno pueda ser creativo, tener pensamiento analítico, y tomar mejores decisiones y resolver problemas, que son las competencias que sacan a los países adelante.”

Tarea pendiente

Nosotros tenemos un rezago educativo que ya tiene vieja data,” dice Alfaro “que se deriva en un rezago competitivo y eso nos afecta como país. Eso nos pasa facturas concretas como, por ejemplo, pérdidas de oportunidades de inversiones extranjeras que no se instalan en Panamá porque no encuentran el recurso humano adecuado. Sí queremos mejores oportunidades y queremos mejores salarios, necesitamos mejor educación y mejor calidad educativa”.

Este rezago educativo “afecta directamente la competitividad del país,” asevera Alfaro “agravando la desigualdad: mientras más desiguales son los países, menor productividad tendrán y eso va directamente asociado al crecimiento y las oportunidades a largo plazo”.

Y, ¿Qué pasos concretos se pueden tomar para que la nueva inversión educativa atienda este rezago, cause un aumento a largo plazo en la productividad y permita a los panameños saldar sus compromisos financieros?

“Muchas más horas de clases al día,” responde Alfaro. “Nuestros estudiantes, en el mejor de sus días, atienden clases de media jornada. Y añadamos el agravante del tiempo perdido por dificultades de conectividad durante la pandemia, o una paralización por huelgas, entonces estamos aún acrecentando todas esas desigualdades, restando competitividad a la población”.

¿La conclusión?

Dice Alfaro: “La educación es el único gran nivelador social y como país, lo que nos toca es pensar que debemos priorizar la educación de calidad, alineando nuestra educación superior con las necesidades del mercado laboral, con egresados capaces de analizar, aprender y desaprender permanentemente”.

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