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Los secretos en las tumbas de 'los coclé'

En el Día Internacional de Monumentos y Sitios les invitamos a visitar el Parque Arqueológico El Caño.

La exhibición muestra las piezas de oro, materiales preciosos y cerámica encontradas en varias tumbas precolombinas.

La exhibición del Museo de El Caño muestra los tesoros encontrados en varias tumbas excavadas por la arqueóloga Julia Mayo. / AAN

En diciembre de 2011 la prestigiosa revista National Geographic anunciaba al mundo al gran descubrimiento. En el medio de Panamá, en la provincia de Coclé, un grupo de científicos liderados por la arqueóloga Julia Mayo Torné habían encontrado en varias tumbas magníficos artefactos.

El artículo titulado “Los guerreros del oro” afirmaba que se trataba de un cementerio de más de mil años y que el hallazgo era el más importante de América en los últimos decenios.

“El equipo regresó el año pasado durante la estación seca, de enero a abril, y encontró otro sepulcro tan espectacular como el primero. Con dos pectorales y dos espalderas de oro, cuatro brazaletes y una esmeralda impresionante, era evidente que el difunto fue otro personaje im­­portante. A su lado yacía un bebé, probablemente su hijo, con ornamentos similares de oro. Bajo los cuerpos de ambos se extendía un estrato de esqueletos humanos entremezclados, tal vez esclavos o prisioneros de guerra sacrificados. La datación por radiocarbono fija la fecha de los enterramientos hacia el año 900 d.C., la época en que la civilización maya, desarrollada unos 1.300 kilómetros al noroeste, empezaba a decaer”.

Estos entierros, que contenían piezas de oro trabajado y otros metales, huesos tallados, conchas, textiles, joyas con piedras semipreciosas y cuencos, evidencian una cultura estratificada con criterios de riqueza, estatus y poder social, económico y político.

Estas tumbas fueron usadas por “los coclé” —como les han denominado los expertos— “para representar su orden social y sus creencias religiosas, pero también como espacio para la propaganda política”.

Tesoros de Sitio Conte

Pero estos no son los primeros tesoros encontrados en el área. Hacia finales del siglo XIX, el Río Grande cambió su curso y la corriente sacó cierto número de artefactos que fueron recogidos por los lugareños y vendidos a coleccionistas de la época.

Esta misma situación se dio en 1927 apareciendo más objetos y despertando la curiosidad de aficionados y huaqueros. Es así como en 1928 la familia Conte, dueña de las tierras, encontró varias columnas de piedra, que despertaron el interés de Alfred M. Peabody de la Universidad de Harvard quien visita el área y decide hacer varias excavaciones para el museo que lleva su nombre.

En 1933, bajo la dirección de Samuel K. Lothrop se descubriron 59 tumbas, así como un gran número de objetos de oro y cerámicas policromas.

Ya en los años 30 el Museo Universitario en Filadelfia con un equipo liderado por J. Alden Mason continúa las excavaciones de manera también exitosa al encontrar otroas 41 tumbas también con numerosos artículos de oro y otros materiales preciosos. Esta fue la última excavación en este sitio.

En la página web de Penn Museum se puede ver una nueva propuesta museográfica que bajo el título “Beneath the Surface” muestra las hermosas piezas encontradas en Sitio Conte, así como interesantes videos de las excavaciones de esa época y el traslado de los artefactos hacia Estados Unidos.

https://www.penn.museum/beneath/#carousel-example-generic

No es raro ver piezas panameñas en las exhibiciones permanentes de grandes museos como el Metropolitan de Nueva York.

El parque arqueológico El Caño

El sitio se encuentra entre los ríos Grande y El Caño, en una planicie aluvial de suelos arcillosos salpicada por pequeños conos volcánicos. Hoy es una zona de potreros, fincas destinadas al cultivo de la caña, el arroz y la cebolla y pequeñas huertas.

Fue durante mucho tiempo saqueado por ladrones de tumbas, huaqueros y entusiastas de la arqueología que llegaban en busca de tesoros. El primero fue Hyatt Verryll en 1925, quien encontró dos alineamientos de monolitos y un grupo de esculturas de piedra las cuales fueron vendidas en su mayoría a la Heye Foundation de Nueva York. También pasó por ahí James Zalsman quien encontró osamentas y tiempo después Gerald Doyle desenterró una segunda tumba cerca de allí.

No es hasta 1979 cuando la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico asume su administración y gestiona los primeros trabajos científicos realizando un levantamiento topográfico del yacimiento, la toma de una fotografía aérea con rayos infrarrojos, la colocación en su lugar original de algunas esculturas y la excavación parcial del alineamiento principal de monolitos de varios montículos y de la calzada.

En 1988 el arqueólogo Carlos Fitzgerald tomó algunas muestras de los montículos M3 y M4 en un intento por contextualizar cronológicamente el yacimiento.

En el año 2008, con fondos de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología de Panamá y la National Geographic Society y con el apoyo de Instituto Nacional de Cultura y del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, los arqueólogos Julia y Carlos Mayo iniciaron una excavación en el Área 1 que los llevó a descubrir un grupo de grandes tumbas con entierros múltiples. Desde entonces todos los años durante la estación seca se realizan excavaciones en el sitio.

Exposición del oro de 'los coclé'

En abril de 2019 el modesto Museo de El Caño inaugura una exposición con artefactos originales y réplicas provenientes de cinco tumbas (T1, T2, T4, T6 y T7)del área 1 del parque arqueológico. En este viaje en el tiempo se buscaba ofrecer una primera mirada a la vida y muerte de “los coclé”, su estructura social, costumbres funerarias y cosmovisión.

Una de las piezas más impresionantes encontradas. Destaca por su detalle y trabajo. / AAN

Con una museografía renovada las piezas de oro se exhiben combinadas con artefactos de cerámica y otros materiales encontrados en los enterramientos. Se trata de una manera de hacernos entender, cómo estos señores se preparaban para ir al más allá adornados para demostrar su poderío y acompañados de sus seres queridos y sirvientes para hacer más agradable su paso al inframundo.

Estas piezas son realmente impresionantes y demuestra que la cultura del lugar había alcanzado niveles de sofisticación realmente comparables con otros importantes hallazgos realizados en diversas regiones del continente.

Detalles de piezas encontradas en la exhibición del Museo de el Caño. / AAN

El nombre dado a los habitantes de la región surge del hecho de que todos los asentamientos alrededor de la Necrópolis de El Caño y de la de Sitio Conte, ambas ubicadas en el valle del Río Grande, pertenecen a la tradición arqueológica Gran Coclé.

Para los expertos la Necrópolis de El Caño es un complejo compuesto por un cementerio y un centro ceremonial. El cementerio está organizado en al menos dos sectores, uno de ellos destinado al entierro de personas de bajo estatus y otro exclusivo para personas de alto estatus. Las tumbas son muy diferentes en un sector con respecto al otro, debido al trato diferencial que, tras fallecer, recibían unos y otros.

Es evidente que la sociedad de El Caño enterraba a sus muertos con ajuares funerarios de diferentes tipos y no eran simples adornos, sino elementos que representaban sus identidades y roles sociales, así como la existencia de desigualdad y de jerarquía social.

Piezas de oro y dientes, usados para adornar a los personajes enterrados. / AAN

Las personas de estatus social alto recibían sepultura con una cantidad y variedad mayor de artefactos: pectorales y brazaletes de oro, cinturones hechos con dientes de cachalotes, pumas y jaguares o con cuentas esféricas forradas con láminas de oro; colgantes de gran tamaño; esmeraldas, y figuras hechas con costillas de manatí. Todos estos objetos elaborados con materiales de alto valor simbólico y hasta importados.

Sacrificios humanos

Uno de los aspectos más interesantes de estos descubrimientos es la revelación de la práctica de sacrificios humanos entre los coclé.

Cuando una persona importante de la sociedad fallecía, sus parientes construían para él una gran tumba en el área de la necrópolis reservada a la élite. Su cuerpo era cubierto de riquezas y rodado de acompañantes, un número variable de personas que eran sacrificadas previamente.

Las víctimas de estos sacrificios eran prisioneros o familiares del difunto. Los prisioneros eran personas de otras comunidades por lo que estos sacrificios estaban destinados a fortalecer el alma del personaje con la fuerza vital de las víctimas y servía, además para mostrar el dominio sobre otras poblaciones.

Explicación de cómo eran las ceremonias de enterramiento en la exhibición de El Caño. / AAN

Mientras que el sacrificio de parientes, sirvientes, esposas o esclavos buscaba acompañar y servir y, por tratarse del círculo cercano recibían un trato especial durante el ritual funerario.

Una parte de nuestra historia poco conocida

Debido en parte al cierre por años del Museo Antropológico Reina Torres de Araúz, los panameños carecemos de un lugar donde conocer a las culturas que habitaron en país antes de la llegada de los españoles.

Es por esto la gran importancia de la exhibición del Museo de El Caño y las recientes publicaciones realizadas por la Fundación El Caño que viene desarrollando una labor didáctica para dar a conocer el valor de sus descubrimientos.

El Caño Memorias de Excavación, es una publicación presentada hace un par de meses por la Fundación y Senacyt para divulgar algunos resultados e interpretaciones sobre los hallazgos realizados durante los últimos años por el equipo investigador liderado por Julia Mayo Torné, quien es la editora de estos dos volúmenes, en los que se describe con mucho detalle el proceso de recolección de las piezas y los contextos de los hallazgos.

Portada de la publicación "El Caño Memorias de Excavación". Se trata de dos volúmenes presentados en una caja con los detalles de las excavaciones desde el 2008. Se puede adquirir contactando a la Fundación El Caño en redes sociales. / AAN

Muy bien presentado, con dibujos, fotos y mapas de la excavación, además de textos explicativos muy fáciles de entender en los que se va contando la historia de estas culturas.

Cuando admiramos estas hermosas piezas de oro y joyas artísticamente trabajadas nos maravillamos ante su belleza y nos preguntamos cómo las culturas antiguas podían producir objetos tan singulares y valiosos.

Tenemos más preguntas que respuestas.

Vista de una hilera de monolitos encontrados en la primera mitad del siglo XX en el sitio arqueológico. / AAN

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