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La nueva caída del cripto, ¿Nos impacta?

Economía mundial

Algunos ven en el bitcoin una opción para combatir la pérdida de poder por parte del dólar norteamericano. / Pixabay

Ciudad de Panamá, Panamá/El 21 de enero de 2020, un martes, se detectó el primer caso de COVID-19 en los Estados Unidos. Para ese día, el índice Dow Jones, un promedio ajustado del precio de 30 de las empresas industriales más importantes de esa nación, rondaba los 30,000 puntos, mientras que la conocida moneda digital Bitcoin —para ese entonces con 11 años de haber sido lanzada— cerró el día con un valor de $8,745.

Durante los próximos dos años, la pandemia del COVID-19, la ruptura global de las cadenas de suministro, la respuesta monetaria de los bancos centrales y —como si no fuera poco— la invasión de Rusia a Ucrania propiciaron una montaña rusa en los distintos mercados internacionales, generando vaivenes económicos y financieros incontrolables cuyas consecuencias aún no se han terminado de sortear.

El derrame del dólar

Tan solo el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), como respuesta a la pandemia, elevó el volumen M1 del dólar, el agregado de los billetes corrientes y en depósitos líquidos de la moneda, de cuatro billones —millones de millones— de dólares a 16 billones de dólares, en tan solo los primeros seis meses de 2020.

Niveles relativamente bajos de inflación causaron que la FED mantuviera su política de estímulo por un tiempo, pero el desbarajuste de las cadenas de suministro durante el periodo global de reapertura posterior a la pandemia y la inesperada invasión de Ucrania —que puso presión sobre los mercados alimenticios y de combustible— desencadenó una inflación ácida que está causando estragos.

Debido a esta inflación, bancos centrales alrededor del mundo han tenido que revertir su política expansiva, con la FED alzando las tasas de interés tan rápidamente, que el volumen de M1 ya ha comenzado a contraerse, de un máximo histórico inédito de $20.6 billones —millones de millones— para ahora oscilar alrededor de los $20.2 billones, con la inflación en Estados Unidos cayendo de más del 9% en julio de este año a poco por debajo del 8% hoy día.

Dentro de ese tumultuoso panorama monetario, económico y financiero, uno de los mercados más volátiles, y que mejor retorno generó, fue aquel de las criptomonedas, en particular, las dos criptomonedas más establecidas hasta la fecha: la clásica Bitcoin y la más flexible Ethereum, sobre la cual se ha construido una estructura compleja de imágenes únicas seudo-adueñadas, conocidas popularmente como tokens no-fungibles, o NFTs por sus siglas en inglés.

En el caso de Bitcoin, la moneda pasó de valer $8,745 a $64,400, un retorno de 700%, algo absolutamente inusitado en los mercados financieros globales, ya tan eficientes. Esta explosión en el valor del Bitcoin —y otras criptomonedas— generó un enorme interés en este mercado, con algunos expertos considerando que las mismas podrían ser una forma de evitar el impacto de la inflación, preservando valor a futuro.

Numerosas empresas, dedicadas a guardar y canjear estas criptomonedas a favor de sus usuarios, vieron una enorme entrada de fondos debido a la alta demanda por los activos digitales, con una empresa particular, FTX, recibiendo alrededor de $2,000 millones en inversión en sus operaciones y alcanzando un valor de mercado de $32,000 millones.

La popularidad de estas plataformas obedece a que obtener control total de una criptomoneda puede ser un proceso técnicamente complejo, requiriendo el entendimiento de temas como las claves, las contraseñas y los protocolos de transferencia. Por esto, muchas personas por conveniencia optan por dejar sus monedas digitales en plataformas de intercambio, como FTX, para facilitar la compraventa de las mismas.

Todo lo que sube

La predicción sobre las criptomonedas no resultó cierta, al menos no de cara a la nueva realidad económica posterior a la invasión por Rusia de Ucrania, y la misma volatilidad que exhibieron hacía arriba, se notó hacia abajo. A la fecha, Bitcoin ha caído de ese máximo de $64,400 a $16,700 al cierre de esta nota, evaporando más de $800,000 millones en valor especulativo de su capitalización de mercado, la cual hoy día ronda los $304,000 millones, una contracción fuertísima de más de 73%.

Este colapso de Bitcoin —y las otras criptomonedas— ha generado una implosión en el mercado de éstas, siendo el episodio más reciente la entrada en bancarrota de la plataforma FTX —con sus más de 130 empresas afiliadas— separando a más de un millón de usuarios de sus fondos depositados en esa plataforma.

Hasta reciente, FTX era considerada como una de las plataformas más populares de intercambio de monedas digitales, reportada como la tercera en el mundo por volumen de transacciones. Fue fundada en 2019 por Sam Bankman-Fried, un joven físico del Massachussets Institute of Technology (MIT), quien anteriormente había generado una pequeña fortuna comprando Bitcoin relativamente barato en Estados Unidos para venderlo caro en Japón. Bankman-Fried fundó una empresa, Alameda Research, en 2017 para regularizar este proceso, conocido como arbitraje, ganando millones de dólares a la semana.

Fue de Alameda, una casa de inversión, que surgió FTX, una plataforma de intercambio, la cual aprovechó una mayor liquidez causada por el alza de las monedas digitales para crecer comprando otras empresas —como Blockfolio en agosto de 2020— y levantando $900 millones en capital de inversión de casas financieras como SoftBank y Sequoia Capital. Para 2021, FTX mudó su casa matriz de Hong Kong a las Bahamas. Durante este tiempo, la valoración de la firma sobrepasó los $32,000 millones, mientras que la fortuna personal de Bankman-Fried superó los $20,000 millones, a la par que éste proponía que FTX estaba encaminada a convertirse en un nuevo nodo comercial en el estilo de Amazon.

Con todo ese dinero, Bankman-Fried se convirtió en el segundo principal donante de la campaña del hoy presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, segundo a Michael Bloomberg, con una contribución total de $5.2 millones.

En febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, empujando al mundo en una espiral acelerada de inestabilidad económica que ha socavado la magnitud de la recuperación económica posterior a la pandemia, e incluso ha atraído nubes negras sobre el futuro próximo, con el Fondo Monetario Internacional augurando que uno de cada tres países del mundo experimentará una contracción el próximo año, amontonándose la pérdida para producir una recesión global.

Esta turbulencia económica ha estado impactando negativamente el valor de las monedas digitales, por múltiples razones, causando la depreciación veloz de los activos de muchas de estas casas de inversión y plataformas de intercambio. En mayo del año corriente, por ejemplo, se vio la demolición de la moneda digital Terra, cuyo valor unitario pasó de un máximo de $116 a menos de un centavo, en cuestión de una semana, desapareciendo los ahorros de más de tres millones de personas.

FTX, que también tenía su propia moneda digital, FTT, intentó rescatar algunos de estos proyectos fallidos, por ejemplo, ofreciendo pagar, en septiembre de este año, más de $1,420 millones para solventar la empresa de monedas digitales Voyager, que había entrado en quiebra. Pero los propios problemas de FTX ya comenzaban a mostrarse, con un episodio inusual donde la Corporación Federal de Seguros de Depósito —una entidad estadounidense obligada a rescatar las cuentas de depositantes bancarios en ese país— emitió un carta pidiendo a FTX no promocionar que sus cuentas estaban aseguradas por esta institución.

Tiene que bajar

La debacle de FTX comenzó en septiembre pasado, cuando la publicación estadounidense CoinDesk reveló que una parte sustancial de los activos de Alameda Research —alrededor del equivalente de $5,000 millones— estaban denominados en la moneda FTT, con valor especulativo, por lo cual sus operaciones financieras serían de alto riesgo.

Salió un rumor de que Alameda tenía un montón de FTT en sus libros, cosa que ya era extraña, porque no es un muy buen colateral si no es muy líquido. Entonces ya eso era un problema y estaba poniendo en riesgo fondos de clientes, fondos de personas que estaban prestándole a Alameda Research, que además tenía una relación con FTX,” explica Felipe Echandi, co-fundador de Cuanto, una empresa de pagos electrónicos, y director de la Superintendencia de Bancos de Panamá.

Los cripto-activos normales no tienen respaldo. Bitcoin no tiene respaldo. Ethereum no tiene respaldo. Son activos que son nativos del Internet y su escasez es hecha posible por la programación con la que están construidos”, comenta Echandi. En el caso de FTT, aunque no tenía respaldo, si venía con beneficios, ya que “te dan un descuento sobre los cargos que tienes que pagar para intercambiar en la plataforma […] es como una especie de mezcla entre lealtad y descuentos”.

Quizás en parte por esta revelación, otra plataforma de intercambio, Binance, anunció que estaría vendiendo de forma apresurada todas sus monedas FTT, para evitar contagiarse de la volatilidad de la misma y la debilidad financiera de Alameda y FTX. Tal venta masiva tuvo un impacto desmedido a la baja en el precio de FTT, propiciando una ola de retiros masivos de dinero y monedas de FTX, haciendo caer aún más el precio de FTT y llevando a la plataforma a tener que congelar sus transacciones.

Cuando eso ocurrió, todo el mundo se alarmó más [pensando que] si Binance está haciendo esto es porque tiene información de que hay algo raro. Entonces eso causó que el precio de FTT se desplomara,” concluye Echandi.

Para tirar sal sobre la herida, Binance anunció que estaba considerando comprar las operaciones de FTX, pero al día siguiente indicó que debido a una revisión de los estados financieros de esta última, no podría proceder con la compra.

El mayor escrutinio sobre FTX ha revelado movimientos irregulares de $10,000 millones por parte de su líder, Bankman-Fried, quien operaba la empresa desde un penthouse en las Bahamas. Las autoridades isleñas han puesto a Bankman-Fried bajo supervisión y congelado las operaciones locales de la empresa. Del total del movimiento irregular, $1,700 millones han desaparecido del todo y se estima que la empresa debe $8,000 millones en total a sus acreedores.

Sin nadie que compre la operación, FTX entró formalmente en bancarrota en los Estados Unidos, siendo nombrado como liquidador John Ray, famoso por haber sido liquidador de la gigante energética fraudulenta, Enron, con la Comisión de Valores estadounidense abriendo una investigación sobre la plataforma y Bankman-Fried. Uno de los inversionistas afectados por el colapso de FTX será el fondo de pensiones de los maestros de Ontario, en Canadá, además de la poderosa casa de inversiones BlackRock.

Y para frustración de Changpeng Zhao, líder de Binance, la caída de FTX ha generado una revaluación del valor de mercado de las criptomonedas, parte de la razón por la cual Bitcoin ha perdido tanto valor, y ha creado mayor interés sobre las finanzas internas de otras plataformas como Binance misma y Crypto (punto) com.

Puede haber distintos tipos de contagio. Hay algunos que ya se revelaron. El principal es con plataformas que tenían fondos en FTX en cuentas corporativas. La plataforma esa podría fallar también. Eso pasó con BlockFi y está pasando con otras al parecer. […]. Es como si quebrara BNY Mellon —Pershing— que es la infraestructura de muchísimas casas de valores en muchos países,” agrega Echandi.

Coda

A pesar de la debacle, la demanda por la tecnología de monedas digitales sigue en pie, en parte la razón por la cual el valor de Bitcoin no ha caído a cero, e incluso, varios de los bancos centrales del mundo están ideando sus propias versiones, con la FED anunciando la posibilidad de implementar una moneda digital central, una versión electrónica del dólar, luego de un periodo de pruebas internas.

No obstante, la cicatriz de la pérdida financiera causada por las criptomonedas en este ciclo de mercado no será rápidamente olvidada, con la atmósfera dominada ahora por un creciente escepticismo sobre este mercado y su valor fundamental, además de una mayor atención por parte de los inversionistas a las hojas de balance de sus empresas beneficiadas.

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