Los murales que cuentan la historia de la construcción del Canal de Panamá
Historia en Panamá
Los murales del edificio de la administración plasmaron la victoria del hombre sobre la naturaleza tropical.
Hace más de 20 años entré por primera vez al imponente edificio de la administración del Canal de Panamá y me asombré ante los maravillosos murales que adornan su rotonda. Hace poco volví y nuevamente sentí con intesidad la fuerza que transmite la monumental obra de Van Ingen.
Durante las primeras dos décadas del siglo XX la ciudad de Panamá vivió una transformación vertiginosa en su paisaje urbano muy marcada por la inauguración de la vía interoceánica y la consolidación de la Zona como un enclave colonial.
En 1912, el coronel George Goethals, presidente de la Comisión del Canal Ístmico empezó a planificar la construcción de "barrios permanentes" dentro de la Zona del Canal y un edifico que centralizara la administración de la vía interoceánica.
Edificio de la administración del Canal de Panamá
Al mismo tiempo que se ordenaba el despoblamiento los pueblos tradicionales de la ruta transístmica, los estadounidenses empezaron a construir "nuevos pueblos permanentes” en la Zona. Los pueblos insignia de Balboa y La Boca se levantaron teniendo en mente los ideales y valores de la era progresista.
El centro de Balboa era el edificio de la administración ubicado en la ladera occidental del cerro Ancón. Como hito arquitectónico y símbolo de la nueva Zona recibió "cuidado especial". Para su diseño se contrató a Austin W. Lord un renombrado arquitecto de Nueva York y para pintar sus murales a William B. Van Ingen, quien ya era conocido por obras muralísticas en importantes edificios de Estados Unidos.
Lord había decidido construir el edificio en forma de “E” a fin de mantenerlo lo suficientemente angosto para maximizar el uso eficiente de la luz natural, ya que si hubiese sido construido en línea recta el espacio requerido resultaría demasiado grande. Además, se había decantado por un estilo del renacimiento italiano.
Sin embargo, el coronel Goethals tenía otra cosa en mente como bien lo explica Marixa Lasso en su libro Historias perdidas del Canal de Panamá: “El diseño del edificio fortaleció la ruptura con la tradición. En lugar del estilo beaux arts típico de la élite estadounidense de la época, incorporaba una nueva estética y un objetivo compartido por la burguesía reformista y profesional. El edificio era impresionante, pero sencillo. Goethals solicitó un diseño que favoreciera una 'simplicidad' acorde con el canal: esa 'obra masiva de concreto' . Tiene tres pisos, paredes macizas, grandes ventanales y un imponente conjunto de escaleras, que constituyen su principal característica arquitectónica. Goethals se opuso a cualquier escultura o bajorrelieve en la fachada. Como única decoración, un gran panel rezaba en inglés: 'Administration Panama Canal A.D. MDCCCCXIV”.
La Comisión de Bellas Artes
Los murales fueron comisionados al pintor estadounidense Willian B. Van Ingen, directamente por el coronel Goethals.
La fama de Van Ingen iba precedida por haber pintado los murales de la Biblioteca del Congreso en Washington D.C. y la Casa de la Moneda de Filadelfia, por lo que el coronel no tuvo reparos en confiarle un proyecto tan especial.
Es importante señalar que todo lo que tenía que ver con los aspectos estéticos dentro de la Zona debía ser aprobado por la Comisión Estadounidense de Bellas Artes (U.S. Commission of Fine Arts), que el propio Congreso había establecido para las obras en Panamá.
Esta comisión visitó el Istmo en febrero de 1913 y presentó un informe sobre el desarrollo de los poblados permanentes en el que se daba muchísima importancia “a la imagen simbólica que la Zona del Canal proyectaría a todos los que visitaran o atravesaran el Istmo”.
Otro dato que hay que destacar es la labor de documentación permanente hecha por los estadounidenses. La construcción del canal fue registrada en su mínimo detalle a través del lente de Ernest “Red” Hallen, quien fue nombrado en 1907 fotógrafo oficial del Canal de Panamá y hasta su retiro, en 1937, había tomado más de 12 mil fotografías de la construcción y operación de la vía.
Los murales de Van Ingen
Estos hermosos murales tienen como propósito narrar la épica de la construcción del canal. Se centran en cuatro momentos claves en el avance de la obra: la excavación del corte Culebra, el levantamiento de la represa de Gatún para crear el lago, la construcción de las compuertas y las esclusas de Miraflores.
Por debajo de los murales un friso rodea toda el área, representando de una forma panorámica la excavación del corte Culebra, que fue uno de los puntos que más interés generó entre quienes seguían el desarrollo del proyecto.
De acuerdo con la documentación del Canal de Panamá, Van Ingen aceptó producir los murales por $25 por pie cuadrado, que era la forma en la que se contrataban estos trabajos en esa época, y los murales terminados cubrieron unos 1,000 pies cuadrados, alcanzado un total de $25 mil dólares.
El artista y dos asistentes, C.T. Beery e Ira Remsem, visitaron el área de la vía en dos ocasiones en 1914, ya hacia la última etapa de la construcción y a partir de estas visitas hicieron dibujos en carboncillo de las actividades de construcción del Canal.
Van Ingen pintó los murales en paneles separados en su estudio de Nueva York. Cuando estuvieron terminados fueron embarcados hacia Panamá e instalados en un período de tres días en enero de 1915 bajo la supervisión personal del artista.
Las pinturas tienen la distinción de ser el mayor conjunto de murales de un artista estadounidense en exhibición fuera de los Estados Unidos.
Según la información de la época, Van Ingen se identificó muchísimo con la mega obra desarrollada por Estados Unidos. Al hablar sobre el proyecto dijo que se había compenetrado tanto con el esfuerzo de construcción que sentía que él también, era un trabajador del Canal. “Olvidé que era un artista y sentía verdadero pesar por no tener derecho a un número y a una placa de bronce de identificación", afirmó.
También declaró que el principal reto había sido representar la magnitud de la obra. Al explicar su enfoque en esta tarea, dijo, “Intenté componer en una pintura las escenas vistas desde distintos ángulos, pero unidas en la mente. Esto me permitió combinar distintos períodos de tiempo del trabajo de construcción. Cualquier éxito que las pinturas pudieran tener, vendrá, creo, del esfuerzo de ver con los ojos del hombre en la zanja”, afirmó.
Victoria sobre la naturaleza
Esta imagen simbólica que la Comisión de Bellas Artes quería en la Zona del Canal tenía mucho que ver con la imagen que Estados Unidos quería proyectar tanto a nivel global como entre sus propios ciudadanos, quienes expresaban una gran curiosidad por lo que pasaba en el Istmo.
Uno de los eventos que despertó mayor interés en los estadounidenses fue la visita, en 1906, de Theodore Roosevelt, el primer presidente que viajaba al extranjero, quien permaneciendo tres días en la Zona con el propósito de comprobar personalmente el avance de las obras y levantar la moral de los trabajadores.
Desde ese momento, los visitantes estadounidenses venían a Panamá en barcos “atraídos sobre todo por los fabulosos relatos del mítico corte Culebra al que se describía como la 'garganta del infierno' y uno de los espectáculos más grandes de todos los siglos…una visita que en ningún otro tiempo o lugar será dado al hombre volver a contemplar”, afirma David McCullough en su libro Un camino entre dos mares.
Se calcula que entre 1911 y 1912 pasaron por nuestro país casi 20 mil visitantes atraídos por el mundialmente famoso corte Culebra entre ellos muchas celebridades de la época.
Y definitivamente los murales de Van Ingen forman parte de ese proceso de plasmar de manera contundente y monumental la narrativa de la victoria del hombre sobre la naturaleza.
Como bien lo explica Lasso en su libro, “Los murales de Van Ingen fueron tan significativos como el diseño del edificio. Ubicados en la rotonda, aún suscitan asombro. Cuentan la historia de cuatro momentos cruciales para la ingeniería del canal: las construcciones de la represa de Gatún, de las esclusas de Miraflores y de la compuerta de una esclusa, así como la excavación del corte Culebra. En estas escenas, la enorme escala de las obras y de la maquinaria empequeñece a los trabajadores. Los murales ilustran un sentimiento común entre aquellos escritores norteamericanos que enseñaban a sus lectores que el canal era para la cultura y la tecnología estadounidense lo que las pirámides habían sido para los antiguos egipcios. Ambos representaron los mayores logros tecnológicos de su época.
Además de contar la historia del triunfo tecnológico de Estados Unidos en Panamá, Van Ingen cambió la historia de la zona de tránsito. El pasado no aparece en sus murales no hay caminos españoles ni río Chagres ni ferrocarriles decimonónicos. La historia del canal es la historia de la construcción estadounidense de sus esclusas y represas. La historia contada en los murales reforzó el mensaje que transmitía el paisaje urbano posterior a 1914. Al igual que los murales, el nuevo paisaje de la Zona no poseía vínculo alguno con las anteriores prácticas y tradiciones urbanas, y sus pueblos estaban organizados de forma estratégica en torno a la nueva infraestructura canalera”.
Aunque la narrativa alredor del Canal de Panamá ha cambiado mucho desde la firma de los tratados Torrijos-Carter al enfrentarnos con los murales de Van Ingen en la actualidad surgen muchas preguntas sobre cómo los panameños nos hemos apropiación de un territorio que durante décadas estuvo prohibido y que obviamente todavía sentimos lejano.
La aparición en años recientes de libros e iniciativas para "entrar a la Zona" nos proporcina nueva información que nos ayuda a entendernos en ese territorio extraño y todavía muy desconocidos para los panameños que se llamó la Zona del Canal.
Tal y como plasmó el arquitecto Eduardo Tejeira Davis en el libro El Canal de Panamá y su legado arquitectónico, “Por ahora somos parte de una memoria transnacional, compartida con los EEUU y también con los pueblos que contribuyeron a la construcción del canal, como los jamaicanos o barbadenses. Obviamente, los enfoques de esta narrativa siempre serán distintos porque las perspectivas e interes no son iguales. La tarea de los próximos años será continuar reconstruyendo la historia del área canalera para el beneficio del público panameño, lo cual requerirá continuar el estudio e interpretación a fondo de las fuentes primarias”.
Esperemos que pronto la Autoridad del Canal de Panamá vuelva a permitir el acceso al público para disfrutar de estos impactantes murales que cuentan un pedazo de esa colosal hazaña que es parte importante de nuestra identidad como nación.
Conocer la historia nos ayuda a entender nuestro presente.