Luis García Montero, un acercamiento a Cervantes, El Quijote, a la libertad, la literatura y la igualdad
A días de iniciar la Feria Internacional del Libro de Panamá conversamos con Luis García Montero (Granada, 1958), quien desde el 2018 es el director del Instituto Cervantes. Con este poeta, ensayista y catedrático español charlamos sobre lo actual que sigue siendo la madre de todas las novelas modernas: Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
De niño, Luis García Montero leyó algunos capítulos de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605) porque era un libro importante para su papá, un militar conservador, propio de la España franquista, pero que tenía mucho amor por la literatura.
Fue su papá quien le entregó el amor por la lectura. Él leía en voz alta, en las mañanas de los domingos, sus versos preferidos de Las mil mejores poesías de la lengua castellana. “Recitaba La canción del pirata de José de Espronceda y luego discutíamos sobre la rebeldía o la libertad. O me leía un poema de Ramón de Campoamor donde alguien se enamoraba y luchaba contra la fatalidad”.
De pronto, en ese territorio abonado, llegó El Quijote para enseñarle a cuáles batallas debía enfrentarse y cuáles eran sólo molinos de vientos. “Fue como aprendí que la literatura es un diálogo con la vida, donde tú utilizas las palabras de otros para buscar tus propias palabras y reconocer tus propios sentimientos”.
“Es un libro muy divertido. Poco a poco, me di cuenta de que estaba lleno de lecciones que venían de principios del siglo XVII y que llegaban con fuerza a lo contemporáneo. Aprendí a saber si era bueno asumir la posibilidad de una derrota para seguir manteniendo tus propios valores”, explica el poeta y ensayista español en el Hotel Nicolás Ovando, en Santo Domingo (República Dominicana), donde ocurrió la décima edición del festival literario Centroamérica Cuenta.
En algunos hogares, El Quijote se convierte en una compañía permanente de enseñanza, que pasa de mano en mano. “Cuando he tenido que escribir algo sobre Cervantes o El Quijote, y he tenido que volver a leerlo, de pronto redescubro lecciones sobre el respeto a lo humano, sobre la libertad, el compromiso”.
Educación literaria
Aunque adora las letras, sabe que la educación literaria debe ir de la mano con las ciencias y la tecnología para que entre todas trabajen a favor de la gente. “La literatura te enseña a identificarte con el otro. Decía Rousseau en el Emilio que la imaginación es necesaria para comprender el dolor o la alegría ajena”.
Es consciente que los tiempos cambian. Que el sistema y los docentes de hoy no pueden obligar a leer todo El Quijote y menos si tienes 14 ó 15 años. Propone acercarlos buscando aquel capítulo del libro que les pueda llamar la atención porque gira en torno al amor, la libertad o el futuro… Y luego ver cómo ese capítulo lo combinan con las preocupaciones juveniles. Después se sentirá bien servido “si alguien se sienta en una butaca a leer el Quijote dedicándole el tiempo necesario”.
Obra universal
El Quijote presenta una España medieval, donde los sentimientos de libertad rivalizaban con la avaricia del dinero. “Es cuando encuentras grande a la literatura: cuando pone en duda lo antiguo, no para que los negocios cambien de mano, sino para hacer un mundo más respetuoso”.
¿Qué define a un clásico de las letras universales? Su capacidad de no volverse añejo, de ser siempre joven, indica. “Son libros que se mantienen vivos porque cada uno de nosotros lo puede reinventar. Es una tradición preguntar a los clásicos sobre el presente”.
El Quijote es la verdadera primera novela moderna, psicológica y posmoderna, con perdón del Satiricón y El Lazarillo de Tormes, donde el hidalgo es tanto un personaje de carne y hueso como un ser imaginado como queda claro en el capítulo 31 de la segunda parte (aparecida en 1615). “Cervantes inventa la ficción por encima de la superstición. Su novela es la representación de la verdad en un mundo ficticio, que no es una mentira porque representa a la realidad. En su época el poder venía de Dios y él construye una idea del poder que surge de las necesidades del ser humano. No usa un personaje divino sino un representante del pueblo”.
Ama por igual las dos partes de El Quijote. “La primera es una puesta en duda sobre una España empeñada en separarse de la modernidad a través de leyes, ideas y comportamientos que venían de unas tradiciones heredadas. Lo que proponía Cervantes era fundamentar los valores en la realidad del hoy”.
Durante la segunda parte, la derrota del aventurero de la triste mirada se llena de grandeza ante las buenas causas. “El Quijote se convierte en una persona capaz de levantarse en rebeldía ante las injusticias”.
El exilio español
Ve la presencia del Quijote en América Latina, cuando los exiliados españoles hicieron de la novela una metáfora en contra de las dictaduras y las tiranías.
Luis García Montero rememora la Guerra Civil Española (1936-1939), y recuerda a Eulalio Ferrer, combatiente del bando republicano. “Un joven español derrotado camina rumbo a los campos de concentración en Francia y se encuentra con un soldado que lo detiene: ‘sé que tienes un paquete de tabaco, yo soy muy fumador, te lo cambio por un libro’. Él entregó el tabaco y recibió El Quijote. Lo leyó cuando estaba encerrado y lo volvió a leer cuando libre abordó un barco rumbo a México, donde se hizo un personaje importantísimo en la comunicación social, hizo dinero y fundó en Guanajuato el Festival Cervantino y el Museo Cervantino”.
También llega a su memoria el lienzo Don Quijote en el exilio (1973), del cordobés Antonio Rodríguez Luna, donde aparece al frente de una caminata nuestro caballero andante a quien lo siguen todos los exiliados, de Antonio Machado a León Felipe. “El cuadro se convierte en un símbolo sobre la defensa de los derechos humanos, pero no de un país, sino de todos nosotros”.
Habitaciones separadas
Cuando publicó su poemarioHabitaciones separadas (Premio Loewe 1993 y Premio Nacional de Poesía 1994) descubrió que él era una fusión entre la imaginación desbordante de Don Quijote y el pragmatismo de su escudero Sancho Panza.
“Después de un momento de crisis, eché a los sueños de mi casa, pero una vida sin sueños me convirtió en un cínico, todo me daba igual, nada tenía arreglo. Me preocupé. Entonces llamé otra vez a los sueños a la casa, pero les advertí que íbamos a dormir en habitaciones separadas. Cuando mis ilusiones se ponen muy ingenuas, que haya una realidad que les diga que no lo sean tanto, pero cuando la realidad se pone demasiado pragmática, que haya sueños que le digan que las ilusiones merecen la pena”, indica el autor de ensayos sobre Federico García Lorca y Rafael Alberti.
El Instituto Cervantes
Ser lector lo condujo a estudiar Filología y a convertirse en escritor. Hizo una carrera académica para conseguir un empleo que le permitiera pagar las facturas a final de mes por hacer aquello que iba a hacer, aunque no recibiera un salario: leer y edificar historias.
Su proceso de formación lo llevó a estar desde el 2018 al frente del Instituto Cervantes, que tiene presencia en más de 90 puntos alrededor del planeta donde el español no es la lengua oficial.
Fue creado en 1991, entre otras, para defender la cultura en español y la cultura española (donde se incluye el catalán, el gallego, el eusquera…). ¿Por qué es mucho más joven que la Alianza Francesa (1883), la Sociedad Dante Alighieri (1889), el British Council (1934) o el Instituto Goethe (1951)? “El Instituto Cervantes era impensable durante la dictadura. Por lo que tuvo que esperar a la democracia para hacer un trabajo alejado del imperialismo hueco que pensaba que toda América Latina era española, ni estar con el imperialismo interior de querer maltratar en nombre del centralismo español la diversidad que había en la península”.
Se siente con suerte el hijo del militar que leía versos dominicales porque ha unido su vocación con su profesión, algo que no todos logran. “Hablar desde el Instituto Cervantes de literatura, cultura, el mundo hispánico, la democracia, la libertad de expresión y la diversidad del idioma español es un privilegio y estoy muy agradecido”.