Isabel Allende: literatura, crisis migratoria, libertad de expresión y feminismo

Isabel Allende nos conversa sobre su novela más reciente, "El viento conoce mi nombre" (Plaza & Janés). Lo que nos permite charlar con la escritora chilena sobre la creación literaria, el problema migratorio en Estados Unidos, la Segunda Guerra Mundial, la libertad de expresión y el feminismo. 

Isabel Allende ha obtenido más de 60 premios en más de 15 países, entre ellos, 15 doctorados. Sus libros han sido llevados al cine, el teatro, la ópera y el ballet
Isabel Allende ha obtenido más de 60 premios en más de 15 países, entre ellos, 15 doctorados. Sus libros han sido llevados al cine, el teatro, la ópera y el ballet / Cortesía/Ángeles Torres/Penguin Random House

Las historias en las que termina trabajando Isabel Allende, y los personajes que va reorganizando como si fuera un rompecabezas narrativo, “son como semillas que están más en el vientre que en la cabeza. Van creciendo hasta que me ahogan. Es cuando sé que es hora de escribirlas. Luego viene la investigación, que es la base. Esto es como hacer el amor, no es el final lo que importa sino el proceso”.

En el caso de su novela más reciente, El viento conoce mi nombre (Plaza & Janés), los datos están enfocados en una severa crisis humanitaria. “Conozco a la gente que ayuda con el problema migratorio. Son en su mayoría mujeres: trabajadoras sociales, psicólogas y abogadas, quienes no buscan dinero, ni gloria, ni fama. Este libro es un homenaje a ellas”.

La rueda imaginativa inició en el 2018, cuando el entonces presidente estadounidense Donald Trump tomó una decisión política. “Separó a las familias que pedían refugio o asilo en Estados Unidos. Miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera entre México y Estados Unidos. Algunos eran bebés que estaban amamantando y se los arrancaron de los abrazos a las madres. Niños en jaulas, llorando. El clamor público acabó con esa política, aunque se siguió haciendo de noche y a escondidas, aunque ya no fuera de manera oficial. No pudieron reunir a todas las familias porque a muchos de los padres los habían deportado a sus países. Hoy hay unos mil niños que no han podido ser reunificados con sus familias”.

“En lugares como Laredo está todo controlado por los narcotraficantes y las pandillas. Para poder acercarse al puerto de entrada de Estados Unidos deben pagarles a estos criminales hasta 500 dólares. En esa zona no hay agua potable, ni letrinas. Las mujeres piden pañales porque no pueden salir de noche a hacer pipí porque las violan, las raptan o las matan. Ambos gobiernos lo saben”, comenta vía zoom desde su casa en Sausalito (California).

Isabel Allende es la autora en español viva más leída del mundo. Sus 25 libros han sido traducidos a 42 idiomas y ha vendido 77 millones de ejemplares de sus obras
Isabel Allende es la autora en español viva más leída del mundo. Sus 25 libros han sido traducidos a 42 idiomas y ha vendido 77 millones de ejemplares de sus obras / Cortesía/Ángeles Torres/Penguin Random House

¿Cuál es la solución? “Hay que humanizar el proceso. Luego hay que permitir entrar a los que desean venir a trabajar a Estados Unidos. Que pase como antes, que tengan un permiso para ingresar, trabajar y regresar a sus países. Aquí los necesitamos en la industria agrícola y la alimenticia, en los servicios domésticos. Porque ningún estadounidense hace el trabajo del inmigrante por la poca paga que recibiría. Este problema global no se resolverá hasta que se tenga una solución global, que no es construyendo una muralla (…) Si hay trabajo en los países de origen, habría menos violencia y pobreza. No teníamos refugiados de Ucrania hasta que Rusia la invadió. No había refugiados de Siria hasta que no hubo una guerra. No habían refugiados de Centroamérica hasta que la situación en la región se convirtió en una tragedia de inseguridad”.

Desde 1996, la escritora chilena tiene una fundación que trabaja en la frontera con programas sociales. Allí conoció a una pequeña que la inspiró para su personaje de Anita en El viento conoce mi nombre. “He visto niños traumatizados. Muchos de ellos dejan de hablar, se sumergen en el silencio porque allí se encuentran seguros. Es un trauma que los va a acompañar durante toda su vida. Anita se inspira en una niña de nombre Juliana”.

Ante estas adversidades, una salida es la amistad y la solidaridad. “Cuando te pasa algo tremendo, esos valores te salvan. Recibo cientos de cartas de personas que me consultan sobre el dolor que están pasando, sobre cómo sobrevivir a un suceso grave. Siempre les aconsejo que no se encierren, que salgan y cuenten lo que les ocurre”.

En ese contexto, la literatura tiene su por qué. “Cuando oímos que hay millones de refugiados, lo que hace el arte es que te pone en contacto con esa realidad a través de una historia. Aunque no quiero predicar nada. Sino contar algo que me importa mucho. Supongo que eso también le puede interesar a otra persona. Busco el placer de contar esa historia, por muy trágica y sistemática que sea”.

Al inicio de su carrera escribía en una máquina eléctrica. Todo cambió cuando usó una computadora para redactar su novela Eva Luna. “Para corregir había que usar un líquido blanco, lo que quitabas tenía que ser una idea con la misma cantidad de letras del espacio que habías liberado. Era de locos”
Al inicio de su carrera escribía en una máquina eléctrica. Todo cambió cuando usó una computadora para redactar su novela Eva Luna. “Para corregir había que usar un líquido blanco, lo que quitabas tenía que ser una idea con la misma cantidad de letras del espacio que habías liberado. Era de locos” / Cortesía/Ángeles Torres/Penguin Random House

Hecho histórico

El título de su obra fue una idea de su agente literario, quien la extrajo de una frase que dice Anita. “A los niños separados de sus padres, como los mueven de un lado para el otro, para que no se pierdan en el sistema, les ponen un número. A veces, algunos son tan chiquitos que ni siquiera saben su nombre o son incapaces de decirlo de manera que una persona que habla inglés lo entienda. Anita quiere que alguien recuerde su nombre verdadero. Esto tiene un cierto eco con el hecho que a los judíos los marcaban con un número durante la Segunda Guerra Mundial”.

Isabel Allende recordó un hecho histórico ocurrido en Austria, Polonia, Alemania y Austria entre 1938 y 1940: el kindertransport. En El viento conoce mi nombre hay un espacio dedicado a los niños judíos que sus padres embarcaron, a destinos lejanos, para que no fueran atrapados por los nazis. “El 90% de esos niños nunca más vieron a sus familias, ya que la mayoría de sus familiares fueron exterminados en los campos de concentración. Era importante comparar el Holocausto con lo que ocurre hoy con las deportaciones en Estados Unidos. La historia se repite si no aprendemos a evitarla”.

Teme a la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. “Por el resurgimiento del fascismo y el autoritarismo. Hay mucho racismo, pero también hay más espacio para la democracia, la educación y la información. Hay más herramientas para progresar que las que teníamos cuando yo nací en 1942. He visto cómo la curva de la evolución va hacia arriba, aunque no va en línea recta porque está llena de baches”.

La casa de los espíritus

Isabel Allende siente que entre su primera novela La casa de los espíritus (1982) a El viento conoce mi nombre “hay una narradora con más experiencia. Antes pensaba que mis libros eran como un regalo del cielo que me caía y que tal vez la siguiente vez no iba a suceder. Ahora sé que esto es mi oficio, que, si me doy tiempo para investigar y escribir, puedo contar casi cualquier historia”.

Cuando salió La casa de los espíritus se sabía poco sobre su autora fuera de Chile. “Aunque sabían sobre Salvador Allende (presidente de su país). Eso produjo cierta curiosidad por la novela. Fue una obra afortunada porque tuvo un éxito inmediato. Eso pavimentó el camino para todos los otros libros míos, pero también pavimentó el camino para muchas otras escritoras”.

De acuerdo con el Pen América, en el año escolar 2023 se prohibió la lectura de 1,477 títulos de ficción en planteles ubicados en comunidades conservadoras de Estados Unidos, incluyendo La casa de los espíritus. “Si suprimes a la literatura, suprimes a la Historia. El arte mantiene en alto el estandarte de la libertad de expresión. Sacan del programa académico libros para niños porque mencionan problemas de raza o género. ¿Cómo vas a quitar lo que ocurrió en tiempos de la esclavitud, ignorar el movimiento de los derechos civiles o las derrotas militares de Estados Unidos en Vietnam? Censurar los libros es censurar la realidad de un país”.

De chica, su universo se desarrollaba dentro del sótano de la casa de su abuelo. Allí tenía libros y velas para leer. “En ese mundo estaba convencida de que mi abuela, que había muerto, me acompañaba”
De chica, su universo se desarrollaba dentro del sótano de la casa de su abuelo. Allí tenía libros y velas para leer. “En ese mundo estaba convencida de que mi abuela, que había muerto, me acompañaba” / Cortesía/Ángeles Torres/Penguin Random House

En octubre de 2023 arranca en Chile el rodaje de una serie basada en La casa de los espíritus, dirigida por Francisca Alegría. El personaje principal será interpretado por Eva Longoria. “Eva me parece fantástica selección y que sea hablada en español”.

La primera versión fílmica del libro data de 1993 y fue dirigida por Bille August. “En ese tiempo no podíamos imaginarnos ver un proyecto de ese tipo que tuviera éxito que no fuera con estrellas de Hollywood como Jeremy Irons y Merly Streep, quienes se suponía eran mis abuelos, pero no se parecían ni remotamente, aunque me gustó la película por su honestidad”.

Unidad

Otro aspecto de El viento conoce mi nombre es el machismo. La única manera de acabar con la violencia contra la mujer es cuando acabe el patriarcado. “Ese es el objetivo final de la evolución en la que estamos. Nos hemos demorado mucho más de lo que yo pensé, pero vamos para allá. Por ejemplo, el feminicidio es un crimen en nuestros países totalmente impune. Matan mujeres, aparecen sus cadáveres, ni siquiera investigan. Las mujeres debemos unirnos para defendernos. Una mujer sola es muy vulnerable. Nosotras unidas podemos ser invencibles. Un país que vive con esas impunidades tampoco puede progresar. Los países menos desarrollados son aquellos donde las mujeres están en la peor situación”.

Este 2 de agosto cumplirá 81 años. En la trayectoria de su vida ha visto cambios positivos. “Cuando yo nací, casi nadie hablaba del feminismo. Por muchos años, ser feminista era un insulto, ahora la paridad de género es parte de la sociedad. Vamos avanzando lentamente. Aunque hay retrocesos tremendos. Por ejemplo, lo que ocurre con los talibanes y las mujeres en Afganistán, o en Estados Unidos donde hay un gran retroceso en cuanto a la libertad reproductiva de la mujer”.

Hablando de sus orígenes. En lo personal ha sido objeto de más de 60 reconocimientos a nivel mundial. “Pero donde más dificultad tuve para ser respetada fue en Chile, donde hasta que no me dieron el Premio Nacional de Literatura, me trataban mal. En Chile te cogen de la chaqueta y te tiran para abajo. Los únicos que pueden subir sobre la mediocridad, sin ser atacados, son los futbolistas. Y yo futbolista no podía ser por tener piernas muy cortas (ríe con ganas)”.

 

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