El Chorrillo, 35 años después de la invasión del 20 de diciembre de 1989

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Hoy El Chorrillo tiene la menor cantidad de residentes de los últimos 40 años.

El Chorrillo, un populoso barrio de la ciudad de Panamá / TVN

La esencia de El Chorrillo se ha degradado rápidamente en las últimas décadas. Aquí, la invasión del 20 de diciembre de 1989 marcó a fuego la memoria de una generación que todavía se pregunta: ¿De qué éramos culpables? La herida está abierta, el ardor sigue tan vivo como los incendios que acabaron con las casas, los sueños y la esperanza de los chorrilleros.

Alejandro Cummings, quien vivió aquel oscuro capítulo desde las entrañas del barrio, recordó lo sucedido: “Era candela por todos lados, los gringos ya estaban aquí llenos de tanquetas y estaban matando gente y no les importaba”.

Mientras que Ubaldina Medina narró como si fuera ayer lo ocurrido ese 20 de diciembre de 1989.

“En ese momento que yo abro la puerta, se sintió el primer bombazo como si fuera la guerra y yo dije, Dios mío, esto qué es, nos mataron. Yo lo que hice fue agachar la cabeza, y la de mi hija, para no ver cómo nos mataban”, contó.

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La señora Ubaldina regresó días después de la invasión a su barrio y plasmó el horror con su cámara. Agregó que estaba todo destruido, quemado, desbaratado, horrible, horrible. No podía creer lo que estaba viendo.

Fotos de El Chorrillo destruído / TVN

35 años después, El Chorrillo no tiene caserones entre escombros, pero las huellas de la invasión siguen ahí y se reflejan en la pobreza de su gente. En la década de los 80, apenas menos del 10% de los chorrilleros ganaba 100 dólares mensuales.

Cummings rememoró cómo era el popular barrio antes de que los gringos lo quemaran: “Aquí había puestos de fritura por todas las esquinas, las cantinas ni se digan. Esto era próspero”. Ubaldina lo acompañó señalando que se veía a Ismael Rivera caminar por las calles y Rubén Blade, que es netamente chorrillero.

Pero con la invasión, esa prosperidad se acabó. En los años 90, el número de chorrilleros que sobrevivía con míseros, siendo a la vez al mes, se multiplicó por cinco. Un traumatismo que estábamos viviendo mucho.

“Yo por lo menos viví ese impacto; quedé en cero”, exclamó Cummings.

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30 años más tarde los números han variado casi nada. Hoy en El Chorrillo hay tanta gente pobre como la que vivió en los campamentos donde se alojaron los que huyeron de las bombas.

Hay un trauma, una herida abierta que fue muy, muy mal atendida y definitivamente aquí están los resultados. Un chorrillo sin norte. Un chorrillo con sueños que no se han cumplido”, dijo el investigador social Gilberto Toro.

Una de las caras más visibles del olvido al que ha sido sometido El Chorrillo después de la invasión es la forma en la que vive su gente.

El señor Javier, otro residente de El Chorrillo que guarda en su memoria los años de bonanzas y aquel mal día, mostró a TVN Noticias las fotografías que guarda del antes y después de la invasión.

Chorrilleros guardan fotos del antes y después de la invasión / TVN

Las conocidas torres 24 de Diciembre fueron unos de los edificios más afectados que, en lugar de rehacerse, fueron reparadas, pero quedaron heridas.

Los ingenieros norteamericanos dieron claramente que esos elevadores no van a funcionar nunca como nuevos. Esos edificios quedaron dañados. Y así como los edificios, la gente.

En 1990, el gobierno de Panamá llevó adelante un programa de 15.7 millones de dólares financiado por el gobierno de Estados Unidos para reconstruir El Chorrillo. Según el sociólogo Gilberto Toro, que vio los planos, el barrio iba a ser rehecho. Pero eso nunca ocurrió.

Con el plan se levantaron poco más de 2100 pequeños apartamentos. Pero la infraestructura de la comunidad nunca mejoró. El horrillo se reescribió sobre sus escombros.

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Nosotros los chorrilleros que vivimos en la invasión necesitamos nuestros títulos de propiedad, porque sin títulos de propiedad no tenemos nada”, expresan los residentes.

Pero en El Chorrillo no solo está la incertidumbre de tener o no un título de propiedad. La gente también vive con el miedo de que algunas casas se vengan abajo con todo y vecinos dentro.

El último censo reflejó que en este lugar hay 246 viviendas de madera y tablas que se pueden desplomar en cualquier momento.

Ante la desidia de El Chorrillo, la gente empezó a huir del barrio y la señora Ubaldina fue una de ellas. Dijo que lo hizo muy triste, porque no quería dejarlo.

“No lo quería dejar, pero bueno, lo tuve que hacer para darle mejor calidad de vida a mis hijas”, manifestó.

Hoy El Chorrillo tiene la menor cantidad de residentes de los últimos 40 años. Antes de la invasión, el barrio tenía más de 25 mil habitantes, pero más del 35% de esa gente ya se fue, sobre todo a lugares como Panamá Oeste y Panamá Este. La invasión fue el punto de quiebre y lo que vino después no fue poca cosa.

Despoblación de El Chorrillo desde la invasión de 1989 / TVN

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