Intereses, inflación, mina y planilla: un repaso de la situación económica

Economía en Panamá

Lanzan programa de visitas ciudadanas a la mina de cobre
Vista aérea de la mina de cobre / Cortesía

Ciudad de Panamá, Panamá/En esta nota exploramos los impactos de la situación económica estadounidense sobre Panamá, la nueva realidad del financiamiento caro del país, la discusión sobre reabrir la mina y algunas alternativas para reducir la planilla pública.

Impactos de afuera

El famoso índice bursátil Dow Jones cruzó el techo simbólico de $40,000 durante los últimos días, antes de cerrar ligeramente por debajo de tal récord histórico. Tal valor demostraría, entre otras cosas, una importante recuperación industrial y productiva en los Estados Unidos, luego de caer el índice a un reciente mínimo de cerca de $19,000 durante los cierres de la pandemia del COVID-19.

Este índice originalmente era un promedio sencillo del precio de las acciones que lo conformaban —allá en la década de 1890 cuando fue conceptualizado por Charles Dow— pero luego, con las complicaciones causadas por la capacidad de partir acciones en pedazos, el índice hoy día requiere de un cálculo mucho más sofisticado.

Igual, su alza estaría reflejando varios factores.

Primero, apuntaría a una resiliencia importante de la economía estadounidense, presta para el crecimiento e impulsada por poderosos avances tecnológicos, entre ellos, el desarrollo de la inteligencia artificial, la exploración comercial del espacio y la creación de nuevos modelos viables de carros eléctricos.

Pero, segundo, el disparo de lo que es, en efecto, el precio de una canasta de acciones también estaría reflejando los efectos económicos de una histórica e inédita expansión del dinero en circulación.

Para referencia, de cara a la pandemia del COVID-19, el sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos apretó con ganas el acelerador monetario, bajando su tasa de interés efectiva a 0% —básicamente dinero gratis— y quintuplicando la cantidad de circulante.

Una vieja idea económica, aunque hoy sujeta a múltiples asteriscos y aclaraciones, es que a mayor circulante, mayores precios.

Y serían estos precios elevados sostenidos —no solo en acciones, sino en todas partes del mercado— los que estarían persuadiendo al sistema de la Reserva Federal a no recortar todavía su tasa de interés, la cual fue elevada de 0% a más de 5% en dos años.

El propósito de tal alza fue precisamente sacar dólares de circulación, pasando la suma total de $20 millones de millones a $18 millones de millones en el espacio de los dos últimos años.

Pero tal demora en reducir sus tipos de interés ya comenzó a impactar de forma notable a Panamá, donde las tasas bancarias empezaron a sentir el efecto de las alzas estadounidenses cerca de un semestre después de iniciadas allá.

Costo local

Cualquier expectativa de que la Reserva Federal reduciría sus tipos de interés en el primer semestre de este año —y, por lo tanto, que Panamá vería un segundo semestre con tasas más bajas— ha sido prácticamente desechada por los mercados internacionales.

Esto augura un panorama de intereses altos para Panamá durante el corto plazo, o al menos hasta el cierre de este año, panorama complicado por el inicio del proceso de la pérdida del grado de inversión, lo cual encarecerá el crédito público, afincando un alto costo del dinero por todos lados.

De hecho, ya la Asociación Bancaria de Panamá sacó un comunicado advirtiendo de esta nueva realidad, básicamente preparando al sector de prestatarios para pagos más grandes a cambio de financiamiento.

Tal fricción crediticia es peligrosa para la economía panameña: a mayores tasas, mayor dificultad para emprender o innovar, impactando la creación de empleo, factor que asegura la estabilidad social.

Presión por ingresos

Quizás este ambiente de merma crediticia podría aumentar la presión por la reapertura de la mina de cobre en Donoso, alrededor de la cual ha comenzado a circular un nuevo mote: “abrir para cerrar”.

La idea sería poner a la mina nuevamente en operación —ya sea por First Quantum u otra empresa— y usar los ingresos para financiar un sinking fund, creación financiera inglesa de inicios del siglo XVIII. Básicamente, los ingresos provistos por la operación minera irían a una alcancía, la cual, al llenarse, pagaría el cierre de la mina.

No obstante, tal idea aún deberá enfrentarse a un fallo de la Corte Suprema de Justicia que rechazó el formato en el que se estaban dando las concesiones mineras por su falta de atención a la protección de la naturaleza y de los derechos sociales. Además, probablemente, podría enfrentarse a una importante resistencia en las calles por parte de grupos sociales y gremiales que rechazan la actividad minera en el país.

Beneficios inmerecidos

Quizás la necesidad económica incluso llevará al país a tomar decisiones inéditas, como implementar un programa de reducción a gran escala de la planilla pública, ya sea en cantidad de personal o nivel de salarios.

El Estado panameño contrata a más de 255 mil personas —algunos cálculos que incluyen una definición amplia de quién es un funcionario se acercan más a 300 mil— pagando un salario promedio de alrededor de $1,700, casi mil dólares por encima del promedio nacional.

No obstante, se hace difícil argumentar que la productividad del Estado amerita un pago tan desmedidamente variante del promedio nacional y quizás sea justificada una gran reducción proporcional de salarios a los funcionarios.

La ventaja de esta opción es que el impacto social sería menor, ya que se preservarían las líneas de empleo, factor esencial en salvaguardar la estabilidad de los empleados.

Pero un importante obstáculo es que —de cara a un Estado que tradicionalmente demora en pagar y en resarcir sus promesas de aumentos— muchos de los incrementos salariales que disfrutan los funcionarios han sido cristalizados en ley, por lo que la mano pagadora del Estado no dispone de la libertad de reducir sus salarios de forma directa.

Por este motivo, el despido es la forma más fácil de reducir el tamaño de la planilla, pero viene con el peligro de aportar a la inestabilidad social.

Para referencia, si se despidiera a un 10% de la planilla pública promediada —cerca de 25,000 funcionarios— se conseguirían ahorros anuales de $510 millones.

Los aportes de la mina, en comparación, no superaban los $400 millones.

Quizás una opción sería que la Asamblea Nacional modificara las leyes especiales que aseguran aumentos salariales a funcionarios para permitir una reducción de los mismos acorde a sus niveles de productividad y la situación nacional. Pero lo más probable es que habría una férrea oposición por parte de la masa de funcionarios, salvo acuerdos previos.

Decisiones importantes

Al final, como dicen los estadounidenses, something’s gotta give. Panamá no podrá enfrentar este nuevo ambiente de altas tasas de financiamiento sin cambiar de alguna forma sus patrones de gasto público, los cuales hoy día generan un pesado déficit fiscal.

Por esto es importante cerrar recordando que Panamá también está enfrentando un encarecimiento notable del costo de la vida, disfrazado detrás de pequeños aumentos mensuales o interanuales de los precios a los consumidores que ya se han ido acumulando por varios años.

Alzas en el costo de la vida, del transporte, de la comida, de la educación y de la salud ponen en entredicho la posibilidad de decenas, sino cientos, de miles de panameños de cumplir con sus metas de vida, tener una familia, conseguir una casa y vivir una vida digna.

Y al grado en que se socave la capacidad de la población de siquiera cumplir con las expectativas básicas de vida, a ese mismo grado se socava la posibilidad de Panamá de ser una nación estable, ni hablar de próspera.

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