Indiana Jones, el regreso del arqueólogo más carismático de Hollywood
Indiana Jones
Regresa a los cines del mundo el arqueólogo Indiana Jones, una creación de Steven Spielberg y George Lucas. La franquicia cinematográfica llega a su quinta entrega. Es la primera vez que la saga no es dirigida por el responsable de ‘E.T.’ y se nota en los resultados artísticos.
La saga de Indiana Jones fue una muestra indiscutible de la inmensa capacidad del director Steven Spielberg en bordear con maestría el cine de aventuras. Como cinéfilo consagrado, tuvo a su favor el haber visto, una y otra vez, las producciones más destacadas de este género a cargo de la crema y nata del Hollywood clásico entre las décadas de 1920 y 1940: Raoul Walsh, Michael Curtiz, Richard Thorpe, John Cromwell, Víctor Fleming…
Como buen alumno, aplicó lo aprendido en las cuatro visitas que hizo, encarnando a nuestro héroe, a la pantalla grande y que estuvieron bajo su responsabilidad: En busca del arca perdida (1981), Indiana Jones y el templo maldito (1984), Indiana Jones y la última cruzada (1989), Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008).
Lo que hizo de novedoso Steven Spielberg, en un acto de posmodernismo puro, fue usar con asombroso ingenio la técnica de la época de celuloide de los títulos aventureros de los años 1930, conocidos como películas de episodios: pon en un peligro extremo al héroe poco antes terminar la producción. De manera que la audiencia (en particular los adolescentes, que eran los más fieles de esta propuesta argumental) quedara con muchas ganas de ver pronto cómo salía de este aprieto al paladín de turno (una técnica que después la televisión aplicaría).
Con la diferencia de que el director de E.T. ubicaba a Indiana Jones en esa posición de riesgo cada 10 ó 15 minutos a lo largo de dos horas de proyección, de forma que la tensión (y la atención) del espectador se mantenía a lo largo del metraje para ver cómo, por azar, suerte o destreza, el arqueólogo salía librado de cada nuevo peligro.
Otra pericia de Steven Spielberg fue usar debidamente el sentido del humor, temerarios giros sorpresivos en los guiones, la inspiradora música responsabilidad del maestro John Williams, un personaje central tan fascinante como el arqueólogo más intrépido de la historia del séptimo arte, el carisma de un protagonista de primera línea más cantidades extraordinarias de estallidos, persecuciones, asedios, peleas y efectos especiales.
Me detengo en uno de esos aspectos que hace únicas a estas producciones, es que al perspicaz y osado Indiana Jones lo ha encarnado un actor tan magnético como Harrison Ford, el reemplazo generacional de otras luminarias del Hollywood fundacional como Douglas Fairbanks, Clark Gable, Gary Cooper, Errol Flynn o Tyrone Power.
Opiniones y dólares
Si basamos el éxito de un largometraje en lo que opinan los críticos de cine, entonces podemos concluir que, de acuerdo con la página especializada rottentomatoes.com, la más preponderante del cuarteto fue Raiders of the Lost Ark (1981) con un 93% de aprobación por parte de los expertos de un total de 100, y a cierta distancia le sigue Indiana Jones and the Last Crusade (1989) con una calificación de 84%.
Si se establece que la gloria es a partir de la convocatoria del público, la más sobresaliente fue la estrenada en 1981, ya que fue la producción más vista en el mundo el año de su estreno. La de 1984 fue la tercera con mayor convocatoria global (solo le ganaron Ghostbusters y Beverly Hills Cop). Mientras que la de 1989 y la de 2008 quedaron en un segundo orgulloso puesto entre las más populares a nivel planetario, solo vencidas por la Batman de Tim Burton y la The Dark Knight de Christopher Nolan, respectivamente.
Lo nuevo
En 1989, a la hora de promocionar la tercera entrega fílmica, los productores aseguraron que sería la última vez que veríamos las hazañas del doctor y profesor del látigo y el sombrero en una sala de cine, aunque en 1979 Steven Spielberg y George Lucas le manifestaron a Paramount Pictures su deseo de hacer 5 películas. La promesa la cumplieron hasta el 2008. Tres lustros más tarde vuelve nuestro campeón de ficción cargado de añoranza con Indiana Jones y el dial del destino (2023).
Con la mayúscula diferencia de que, en esta ocasión, a Steven Spielberg (solo aparece como productor ejecutivo) lo reemplaza el realizador James Mangold (Walk the Line y Ford v Ferrari), quien se queda algo corto en una propuesta que está ausente de ese aire místico que era una huella de identidad de esta entretenida franquicia cinematográfica.
James Mangold sí cumple con todas las características antes mencionadas elaboradas por Steven Spielberg, pero su Indiana Jones y el dial del destino se siente a ratos monótona, rutinaria. Por momentos sí nos llevó a bordo de una montaña rusa, pero con frecuencia le faltó más aceleración y vértigo a su puesta en escena y a su ritmo narrativo.
No sé si es porque Indiana Jones como creación zozobra en esa pantanosa zona de las fórmulas desgastadas; si la técnica por episodios ya no funciona del todo para asombrar y marcar la eficiencia de los gags, o será por un Harrison Ford algo cansado de estas correrías de mercenario encantador o será que uno se va desilusionando de los actores de acción que les cuesta darse cuenta de que los años pasan y nos vamos poniendo viejos como cantaba Pablo Milanés.
Para ser justos, debemos mencionar que no es algo único del eterno rostro de Han Solo, sino que también les ha ocurrido a otras leyendas de los golpes y las palizas de celuloide como Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Dolph Lundgren, Jean-Claude Van Damme, Chuck Norris… ¿Les pasará lo mismo a otros héroes de acción más jóvenes como Dave Bautista, Matt Damon, Dwayne Johnson o Tom Hardy? El tiempo nos responderá la interrogante.
Sorprende la falta de inspiración de James Mangold al expresar el espíritu luminoso que le faltó a Indiana Jones y el dial del destino, ya que sí pudo brindar un cierre decoroso a Wolverine (personaje del cómic encarnado con soltura por Hugh Jackman) en el thriller de superhéroes Logan (2017).
Indiana Jones y el dial del destino no es necesariamente lo que esperábamos de esta última reunión entre un héroe querido y los espectadores que viven a través de sus aventuras, pero uno le hace de tripas corazón y disfruta como puede este sí definitivo encuentro en pantalla grande con nuestro estimado amigo.
Indy representa a uno de los últimos personajes emblemáticos del cine comercial del siglo XX, el de los matines de los domingos, el de dos películas por el precio de una en las salas de barrio, el que no solo sobrevivió a los nazis sino también a diversos formatos tecnológicos (VHS, DVD, blue/ray) que intentaron vencer el placer de salir de casa para ir a un cine. Ahora Indy es testigo de la transición de una industria que observa preocupada que la gente va dejando de ir a las salas para consumir imágenes en movimiento desde las diversas plataformas de streaming.
Quizás, cuando Indiana Jones retorne dentro de unos años, con otra cara que no sea la de Harrison Ford, ir a una sala sea un acto de nostalgia por el ayer perdido, una nostalgia parecida a la que experimentamos cuando terminó la agradable Indiana Jones y el dial del destino y vimos pasar, en silencio o eufóricos, los créditos finales. Todos, a nuestra manera particular, sabíamos que una época había acabado.