El uso del 'todes': La batalla entre los defensores del lenguaje y los colectivos LGBTIQ+

El uso de la 'e' se ha vuelto popular entre los más jóvenes y los que apoyan la diversidad

Primero fue el '@', después la 'x', y ahora la 'e'. Una letra que se ha convertido en el estandarte de lucha de los colectivos LGBTIQ+ como forma de visibilizar las políticas de género y diversidad.

Una corriente que toma fuerza entre los jóvenes y enfurece a los defensores a ultranza de la lengua española. Y es que en los últimos años palabras como "todes", "amigues", "hijes", se han vuelto parte del léxico de personas que defienden la equidad y diversidad del género en el lenguaje.

Un lenguaje menos sexista, una lucha iniciada por el movimiento feminista

Uno de los retos del siglo XXI, ha sido reducir las brechas de inequidad por razones de género. En este sentido, las feministas han estado a la vanguardia de los derechos de las mujeres y también respecto al uso del lenguaje. La frase: "Lo que no se nombra no existe" resume la necesidad de abogar por un lenguaje menos sexista y más inclusivo. Desde estos colectivos afirman que el hecho que las mujeres no tengan una representación simbólica en la lengua contribuye a su invisibilidad.

"Feminizar el lenguaje es quitarle fuerza a la opresión del sistema patriarcal, ya que el lenguaje ha sido históricamente una herramienta idealizada y ejecutada por una estructura que siempre fue pensada por y para los hombres. Eliminar una 'o' y sentar una 'a' encima de palabras como jefa, presidenta, jueza, es haber ganado una primera victoria y representa materializar la visibilidad de las mujeres", afirma Samirah Armengol, especialista en Género y Desarrollo, y presidenta de la Coalición Internacional de Mujeres y Familias, (CIMUF).

Para Mercedes Bengoechea, sociolingüista, catedrática de Filología Inglesa y referente en la defensa del uso del lenguaje no sexista desde una fundamentación académica, las consecuencias del uso del lenguaje sexista sobre la construcción de estereotipos y sobre la identidad de cada género, forma parte de la estructura patriarcal de las lenguas. Así mismo, Bengoechea llama la atención sobre el hecho de que la lengua es una institución más con una construcción social y como tal, sujeta a mejoras y modificaciones.

"Todas las lenguas del planeta tienen mecanismos sexistas que discriminan, invisibilizan o subordinan a las mujeres... Todas tienen construcciones en las que el femenino es peyorativo: por ejemplo, zorro y zorra. Todas llevan mecanismos por los cuales la situación de hombres y mujeres queda construida por la lengua. Una de las formas de subordinar es el género gramatical. No la única".

El ejemplo de Argentina aupado por la comunidad LGBTIQ+

Desde la perspectiva de los colectivos LGBTIQ+, la propuesta del lenguaje inclusivo es crear un género neutro, que no sea ni femenino, ni masculino. Una forma de reivindicación y visibilidad, especialmente para aquellos grupos diversos que no se identifican con un género en específico y para los cuales nunca hubo representación en el lenguaje.

Los colectivos feministas fueron apoyadas por grupos LGBTIQ+ durante las marchas a favor del aborto en Argentina

¿Pero cuando se empezó a utilizar la letra e? Es en Argentina, durante las manifestaciones multitudinarias a favor de la legalización del aborto en el año 2018, donde la 'e' cobró especial visibilidad. Las consignas empujadas por aquella masa de mujeres de pañuelos verdes y violetas, encontraron eco entre los jóvenes y la comunidad LGBTIQ+, que entendió que el cambio (transformación) social que reclamaban las mujeres también formaba parte de su lucha contra un sistema patriarcal que les negaba el derecho de ser reconocidos en igualdad y diversidad. Una revolución abanderada por feministas y LGBTIQ+ que empezó en las calles, se trasladó a las redes sociales y ahora toca con fuerza los cimientos de la lengua castellana.

“El uso neutro de palabras es utilizado por diferentes colectivos que reconocen la importancia de cambiar prácticas machistas y heteronormativas. Es entonces también un espacio de interseccionalidad, donde desde los colectivos LGBTIQ+, reconocemos que nuestras luchas deben caminar juntas y asegurar un cambio positivo para ambas poblaciones”, sostiene Iván Chanis, abogado internacionalista y presidente de Fundación Iguales.

"Un grupo feminista que utiliza la e, está asumiendo la diversidad sexual como válida y se suma como aliade... Es importante reconocer que, para algunas posturas feministas la ‘e’ pasa por una deconstrucción de lo binario del género en el lenguaje", añade Armengol.

El componente político

Es innegable que el uso de la lengua en su dimensión social posee un fuerte componente político. Desde la composición de su estructura ha servido para potenciar la figura masculina, omitiendo por activa y por pasiva el rol de las mujeres en la sociedad, y también de las minorías que se han sentido invisibilizados por un sistema patriarcal omnipresente.

"Si el lenguaje mismo nos invisibiliza, esto empodera diferentes espacios sociales que deben modernizarse y reconocer que hay cambios importantes que hacer para la verdadera igualdad", enfatiza Chanis.

Para Armengol "El mundo se crea y se define a partir del lenguaje. La 'e' es política, la 'a' es política porque define un mundo que ya no es androcéntrico ni falocéntrico y frente a esto, hay una nueva revolución de lo lingüístico".

La RAE le dice NO a la 'e'

El popular banco de consultas que tiene la Real Academia Española en Twitter, al que los usuarios acceden a través del hashtag #dudaRAE, ha dejado clara su postura en más de una ocasión cuando se le ha preguntado por el lenguaje inclusivo y el uso de la letra 'e'.

Ante la consulta de una usuaria sobre si "¿Decir chiques o todes, a cambio de chicos y todas es un idiotismo?", la academia fue tajante en su respuesta: "El uso de la letra "e" como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical ("chicos") ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género".

No obstante, la polémica quedó servida cuando la propia RAE en su última actualización incluyó en el diccionario palabras como covidiota, coronabebé, covidemia, coronadivorcio, todas producto de la pandemia causada por el Coronavirus. Entonces, ¿Cómo se explica que la Academia haya incluido estas palabras y se niegue a la incorporación de todes, amigues, o chiques? Para Chanis, la respuesta es evidente.

"A La RAE claramente no le interesa la evolución al lenguaje inclusivo. Una institución conformada en su mayoría por hombres que se niega a reconocer que el lenguaje evoluciona y se transforma. Después dicen que es una exageración de los progresistas criticarlo".

Pero esto no es nada nuevo si tomamos en cuenta que, desde hace una década la Academia viene adoptando una postura negativa hacia la transformación del lenguaje. En 2012 publicó un informe firmado por el académico Ignacio Bosque, criticando las 9 guías de lenguaje no sexista elaboradas por comunidades autónomas, universidades y sindicatos de España.

En aquel entonces, afirmaban que "si se aplicaran las directrices propuestas en las guías de lenguaje no sexista en sus términos más estrictos no se podría hablar". Además, añadían que las propuestas que los expertos realizaron en estos manuales "no están hechas para ser adaptadas al lenguaje común". Una muestra de que la institución sigue oponiéndose a la visibilidad de las mujeres y a la diversidad en el lenguaje.

Sin duda, la discusión acerca del lenguaje inclusivo es mucho más complejo de lo que parece a primera vista, porque se trata de un problema ideológico que involucra a la lingüística y a la política. Mientras los sectores progresistas y los movimientos feministas, LGBTIQ+ y pro derechos humanos sigan levantando la voz por una sociedad más equitativa, diversa y menos sexista, el debate seguirá abierto.

Para saber

Antes de que los jóvenes argentinos comenzaran a usar la -e como neutro, la Academia sueca fue la primera en introducir este género en el diccionario oficial de la lengua en 2015. Hen es el término en sueco con el que se identifican las personas no binarias (el equivalente en español sería elles).

El pronombre they, usado en singular como epiceno, ha empezado a extenderse con fuerza entre los anglosajones que no se identifican con un género para definirse públicamente. Esta es precisamente la palabra del año escogida por el diccionario estadounidense Merriam Webster.

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