¿Un golpe esquivado? Los impactos regionales del posible impago estadounidense
Al cierre de esta semana, la Casa Blanca demócrata del presidente estadounidense Joe Biden y la Cámara de Representantes bajo el liderazgo republicano de Kevin McCarthy llegaron a un acuerdo tentativo para evitar el impago de la deuda estadounidense, pero fuertes diferencias ideológicas pondrían en entredicho tal pacto. ¿De qué trata esta disputa y cuál podría ser el efecto en Panamá?
En los anales de la historia económica estadounidense, la posibilidad de un incumplimiento soberano siempre se ha visto como un evento improbable. Sin embargo, a medida que se acerca la fecha límite del 1 de junio para aumentar el techo de la deuda, Estados Unidos se encuentra próximo a su primer incumplimiento en la era moderna. Las consecuencias de tal evento serían de gran alcance y profundidad, enviando ondas de choque a través del sistema financiero mundial y desafiando los cimientos mismos del poder económico de Estados Unidos.
En el centro de este dilema yace un amargo estancamiento político. McCarthy, representante del dominio del Partido Republicano en la cámara baja del Congreso, aboga por recortes significativos en el gasto público. Si bien este enfoque puede resonar con los conservadores fiscales, las consecuencias potenciales son graves. Los profundos recortes en el gasto, de implementarse, podrían sumir a la nación en una severa recesión, descarrilando el progreso económico logrado posterior a la pandemia del COVID-19.
Mientras tanto, los demócratas se mantienen firmes en su resistencia a las demandas republicanas de requisitos laborales para los programas de bienestar. Esta división ideológica ha dejado a la nación tambaleándose al borde del abismo, con ambas partes renuentes a encontrar puntos en común.
Historia del límite
No es la primera vez que ocurre este debate. La historia del límite de endeudamiento en Estados Unidos inicia en 1917 como una medida para flexibilizar la capacidad del Poder Ejecutivo de obtener fondos de cara a la Primera Guerra Mundial. Anterior a esto, el Congreso de los Estados Unidos debía autorizar cada emisión de deuda.
Entre 1970 y 2010, el límite de endeudamiento pasó de menos de $5 millones de millones hasta alrededor de los $15 millones de millones, pero en todo momento, no superaba el producto interno bruto (PIB) nominal de Estados Unidos. En la primera ocasión que sucedió este exceso, iniciando la década pasada, Standard and Poor’s —hoy S&P Global Ratings— redujo su calificación de la deuda estadounidense de AAA a AA+.
Los fuertes debates ideológicos que han sacudido al legislativo estadounidense han llevado a un cierto pragmatismo operativo: entre 2013 y 2020, el Congreso de ese país suspendió el límite de endeudamiento más de cinco veces. Tales suspensiones permitieron que el endeudamiento estadounidense superará los $30 millones de millones. Debido a esto, la relación entre la deuda y el PIB en ese país ha pasado de 56% en el año 2000, a 92% en el 2010 hasta llegar al 129% en 2020. Para referencia, según el Ministerio de Economía y Finanzas, la relación deuda-PIB de Panamá es de alrededor del 60%.
Efectos domésticos
El mercado de valores estadounidense hasta ahora ha mostrado una notable fortaleza, reflejando la creencia predominante entre los inversionistas de que se cuajará una solución a último momento. Sin embargo, esta complacencia aún podría verse sacudida por un rechazo por parte de la base de McCarthy —quien tuvo que intentar 15 veces seguidas ser electo como presidente de la cámara baja— del plan acordado con Biden, el cual, de ser aceptado por el Congreso, pospondrá el debate por dos años más.
Las posibles consecuencias del incumplimiento son de dos tipos, y su gravedad varía según la duración de la crisis. En el escenario a corto plazo, si finalmente se aumenta el techo de la deuda, los mercados sin duda se recuperarían, pero el espectro de una recesión seguiría siendo una amenaza importante. Sin embargo, en caso de un incumplimiento más prolongado, las ramificaciones serían mucho más graves. El mercado de valores podría caer en un alarmante 20% a 45% y el gobierno quedaría incapaz de responder con estímulos fiscales a situaciones domésticas. El resultado sería una recesión más profunda, caracterizada por un aumento de las pérdidas de empleo y una contracción económica.
Según estimaciones del Consejo de Asesores Económicos, las posibles consecuencias de un incumplimiento también incluyen un aumento del 5% en la tasa de desempleo, lo que resultaría en la pérdida de aproximadamente ocho millones de empleos. Las rebajas en la calificación crediticia serían inevitables, lo que se traduciría en tasas hipotecarias más altas y una reducción en los préstamos de los bancos. Además, instituciones respaldadas por el gobierno estadounidense, como Fannie Mae, sufrirían golpes que impactarían significativamente al sector inmobiliario.
En esta situación precaria, el sistema de la Reserva Federal asumiría un papel crucial en contener las consecuencias inmediatas, las cuales cobrarían un alto costo. Moody's Analytics estima una contracción de casi el 1% del PIB.
Consecuencias internacionales
Las implicaciones del incumplimiento repercutirían mucho más allá de las fronteras estadounidenses, impulsadas, en parte, por dudas sobre la viabilidad del dólar y el sistema financiero de ese país. Los bonos del Tesoro, tradicionalmente considerados como activos sin riesgo, se verían cuestionados, socavando el mercado de deuda soberana más grande del mundo. El mercado de préstamos "repo" a corto plazo, que depende en gran medida de los bonos del Tesoro como garantía, enfrentaría importantes interrupciones y esto agravaría aún más la estabilidad del sistema financiero.
¿Y qué impacto podría tener en Panamá?
Como nación estrechamente vinculada a Estados Unidos, Panamá se vería impactada de forma importante en caso de un incumplimiento de pago de ese país.
Primero, el bienestar económico de Panamá está entrelazado con la estabilidad del sistema financiero global. Dadas sus estrechas relaciones con Estados Unidos, cualquier turbulencia económica derivada de un incumplimiento de pago podría propagarse rápidamente, generando un efecto de contagio. Panamá se enfrentaría al desafiante reto de lidiar con una mayor volatilidad y posibles interrupciones dentro de su sector financiero.
Segundo, los productores orientados a la exportación enfrentarían fuertes vientos en contra si Estados Unidos experimentará una recesión o una desaceleración económica como resultado de un incumplimiento de pago. Un menor gasto de los consumidores estadounidenses reduciría la demanda de bienes y servicios panameños, lo que dificultaría el crecimiento de las industrias de exportación.
Tercero, los turistas estadounidenses podrían adoptar un enfoque cauteloso a futuro, reduciendo sus planes de viaje y gastos discrecionales, con la fortaleza del sector turístico de Panamá poniéndose aún más a prueba.
Y cuarto, entre otros, cualquier perturbación global en los mercados financieros repercutiría en el sistema bancario de Panamá, afectando el acceso al crédito, los costos de endeudamiento y los niveles de liquidez.
Para protegerse contra estos riesgos, Panamá se vería favorecida ejerciendo prudencia —por ejemplo, que el Tesoro Nacional haga los aportes que debe al Fondo de Ahorro de Panamá— y diseñando políticas estratégicas que fortalezcan su capacidad de recuperación económica frente a posibles adversidades en los mercados internacionales.