Estudian el potencial nutritivo de insectos como alternativa alimenticia en Panamá
Insectos
Ciudad de Panamá, Panamá/Frito o hervido en una suculenta ensalada, el grillo nativo A. domesticus, ese de color marrón que encontramos en los jardines, se presenta por el momento como una de las mejores alternativas para ser consumido por los panameños, como un complemento nutricional y para garantizar la seguridad alimentaria.
Este grillo nativo está siendo estudiado actualmente en un laboratorio de la Universidad Especializada de las Américas (Udelas), donde se está criando para conocer aún más su potencial nutritivo, como una alternativa alimenticia.
Será en septiembre venidero cuando deben estar listos los primeros resultados, explicó una de las investigadoras, Milagros Vaña Herrera, quien agregó que el análisis que realizan incluye todo, desde la cría hasta que se lleve a una degustación, para comprobar su aceptación por parte de la población.
En 2022 los investigadores realizaron un muestreo no probabilístico dirigido a 100 personas en edades comprendidas entre 18 y 65 años, a quienes mediante un formulario electrónico se les preguntó, entre otras interrogantes, si incluirían insectos en su dieta, resultando que la mayoría desestimó esta posibilidad.
“La cultura, el asco y la falta de interés fueron los motivos, mientras que los que sí consumirían insectos lo harían para mejorar su salud, para probar cosas nuevas y si tienen buena preparación”, indicaron los investigadores Maricsa Jerkovic, Randy Atencio, Paola Hernández, Rubén Collantes y Milagros Vaña Herrera.
Llegaron a la conclusión de que para mejorar en el país la percepción de la entomofagia (hábito de comer insectos y arácnidos como alimento para humanos y animales) es necesario ilustrar mejor a las personas e innovar en el procesamiento de alimentos preparados con insectos.
Vaña Herrera indicó que se está pensado trabajar con otros insectos, ya que se tiene un convenio con el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (Idiap),”y la idea es que la población tenga este producto como una alternativa sostenible”.
A manera de ejemplo, dijo que para producir un kilogramo de harina de grillo se necesita menos de un litro de agua, mientras que para producir un kilo de carne se necesitan miles de litros del líquido.
En América Latina naciones como México mantienen registros antiguos y actuales del consumo de larvas de libélulas, chinches de agua, chapulines, langostas, piojos, cucarachas, escarabajos, hormigas, abejorros, abejas, avispas y gusanos de maguey o agave, principalmente por la gran diversidad de grupos indígenas de la región.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos derivados del consumo de insectos, siempre y cuando hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene como cualquier otro alimento.
No obstante, advierte que pueden producirse alergias comparables a las causadas por los crustáceos, que también son invertebrados, pero que en comparación con los mamíferos y las aves los insectos pueden plantear un riesgo menor de transmisión de infecciones zoonóticas a los humanos, el ganado y la fauna, aunque este tema debe investigarse más a fondo.
Los insectos con potencial alimenticio para humanos y animales de cría constituyen una gran oportunidad a desarrollar, tanto a nivel del establecimiento de crías como en el procesamiento, con la finalidad de proporcionar una alternativa nutritiva rica en proteína, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales a la población en Panamá, señala el estudio local.
Detalla que la investigación se desarrolló a través de la búsqueda de información relevante asociada a la temática, considerando tres aspectos fundamentales: los insectos plaga, los insectos benéficos (enemigos naturales, polinizadores) y los insectos como alimento para humanos y animales, desde una perspectiva general.
Sobre esto último, se reitera que los insectos representan una de las alternativas de producción de proteínas de mayor importancia para el futuro, tanto en Panamá como a nivel mundial, considerando las deficiencias nutricionales y de seguridad alimentaria existentes.
Además, el consumo de los insectos podría tener en este aspecto un impacto positivo en la reducción de las emisiones que afectan el cambio climático, sobre todo en zonas con pobreza rural donde son requeridas propuestas con bajos costos de inversión que puedan contribuir a resolver aspectos socioeconómicos de regiones determinadas, respecto a la seguridad alimentaria.
El consumo de insectos tiene diversas ventajas, que incluye altos niveles de proteína de alta calidad y que pueden producir una gran diversidad de productos proteinasa, aceites, fertilizantes, harina, entre otros.
Además, requieren menos cantidad de alimento con una alta conversión alimenticia, tienen menos gases efecto invernadero para producir carne con menos cantidad de agua para producir kilo de carne y mantienen una alta biodiversidad en el neotrópico, incluyendo Panamá, según la FAO, citada por la investigación.
Un error muy común que se comete al considerar los insectos como alimento, sostiene este organismo internacional, es que solo se consumen en períodos de hambre. Sin embargo, en la mayoría de casos en los que forman parte de la dieta local básica los insectos se consumen debido a su sabor y no porque no haya otras fuentes de alimentos disponibles.
Ciertas especies de insectos, como la oruga de la mariposa emperador en África del sur y los huevos de hormiga tejedora en el sureste de Asia, pueden alcanzar precios elevados y se consideran un manjar exquisito.
En Panamá, el grillo A. domesticus se proyecta como un producto de consumo con proyección social, sobre todo para las áreas de dificíl acceso, además de que también se trabaja para ofrecerlo a nivel mundial, toda vez que se comparte con universidades de Guatemala, Cuba y Canadá, explicó Vaña Herrera.