Los entresijos de una reunión de arroceros

Penonomé, Coclé/Paila caliente. De los seis abanicos blancos que cuelgan del techo del local de la Asociación Coclesana de Productores de Arroz, ubicada en Penonomé, cinco trataban de aplacar el calor de los arroceros, reunidos y preocupados por una actividad que está en suspenso.

La escasa brisa que se colaba por entre las persianas horizontales, algunas sin vidrios, llevaba los murmullos de unos 200 productores, muchos de ellos ya en plena cosecha, actividad que en el país se extiende hasta diciembre.

Uno de los murmullos que no se escuchó en el encuentro de Penonomé fue el de los consumidores, ausentes en una situación que podría desembocar en un aumento del grano predilecto en su dieta, cuya ingesta anual per cápita es de unos 70 kilogramos (154.32 libras).

“La gente está angustiada”, dijo Miguel Tuñón, presidente de la Asociación Coclesana de Productores de Arroz, señalando que hasta el momento desconocen en cuánto se les comprará la producción que está saliendo de los campos.

Te puede interesar: Mulino sobre compensación: 'Ese arroz de primera nunca existió, pero sí se pagó el subsidio'

Esto, luego de que la administración del presidente José Raúl Mulino anunciara el martes 13, un día catalogado por algunas culturas como de mala suerte, la reducción de la compensación que reciben los arroceros de 16 dólares por quintal a 7.50 dólares, a partir del 30 de abril de 2025, día en que termina el ciclo agrícola.

Mientras esa fecha llega, “actualmente no sabemos en cuánto nos comprarán el arroz que está saliendo, e incluso muchos productores lo están dejando a consignación en los molinos”, se apresuró a comentar Gabriel Araúz, de la Nueva Asociación de Productores de Arroz de la provincia de Chiriquí.

Agregó que los costos de producción por hectárea alcanzan los 3 mil 100 dólares, aunque el Ministerio de Desarrollo Agropecuario “de la pasada administración” lo cifraba en 2 mil 507 dólares.

También debes leer: Arroceros le tiran la pelota a los molineros; advierten que es 'inminente' un nuevo aumento al precio del arroz

Desde el 2014 los productores le vendían el quintal del grano húmedo y sucio a los molineros en 33.50 dólares, de los cuales estos les pagaban 17.50 dólares y la diferencia de 16 dólares la cancelaba el Estado, amparados en una regulación de precio para mantener el arroz de primera al alcance de los consumidores.

Esto permitiría que el arroz de primera le llegara al consumidor a un precio de 0.40 centavos la libra, aunque ahora supera los 0.50 centavos.

La compensación, apoyo o subsidio fue una medida tomada por el entonces presidente Juan Carlos Varela (2014-2019) por unas semanas, pero se extendió por 10 años, generando una erogación estatal de más de 800 millones de dólares, según voceros del actual gobierno.

Pese al subsidio, el arroz de primera empezó a escasear en las tiendas y supermercados, lo que se hizo más notorio en 2022 cuando prácticamente desapareció de los comercios, quedando de la noche a la mañana relegado a las ferias del Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA), práctica que al parecer continuará.

Esta semana la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (Acodeco) reveló lo que era un secreto a voces: solo un 7.29% del inventario nacional corresponde al arroz de primera y un 92.71% al arroz especial, que se vende más caro, entre 0.60 y 0.90 centavos la libra.

Ante estos señalamientos, en la reunión de Penonomé los arroceros insistieron en que producir el arroz tal y como que llega a los comercios y a la mesa de los consumidores es tarea de los molineros y no de ellos.

“Esto viene feo, estamos en manos de los molineros”, manifestó Franklin Barría, productor del sector Este y de la provincia de Darién, mientras que en un comunicado la Asociación Nacional de Molineros (Analmo) dio su respaldo a la eliminación del control de precio del arroz.

Con esta decisión, los molineros afirman que se permitirá que los precios del grano se ajusten de manera justa, reflejando los costos reales de producción y procesamiento, lo que afirman beneficiará tanto a la industria como a los consumidores.

En marzo de 2023, el productor y molinero Virgilio Athanasiadis no dudó en afirmar que cualquier molino que se dedique solo a procesar arroz de primera “está condenado a desaparecer en un año”, pues los costos han subido y esta categoría del grano sigue atada a una regulación en su precio, que no permite cubrir los costos de producción.

Y en la reunión de Penonomé, mientras que el calor arreciaba y uno que otro mosquito hacía su aparición dispuesto a picar a los asistentes, los productores empezaron a esbozar ideas para presionar y no dejar, según dijeron, que decaiga la producción arrocera.

Levantando las manos, todos aprobaron que lo mejor será solicitarle directamente al presidente Mulino una reunión con carácter de “urgencia”, alegando que este es un tema de Estado que ya sobrepasó solo el ámbito de los ministros de Desarrollo Agropecuario y de Comercio e Industrias, Roberto Linares y Julio Moltó, respectivamente, así como del director del IMA, Nilo Murillo, quien hoy jueves se reunirá con los molineros en la provincia de Veraguas.

En la reunión de Penonomé, el productor Leoni Peralta pidió la palabra para decir que había hablado con Murillo, quien estaba dispuesto a reunirse con ellos, a lo que otro productor repitió que “no creyera en cuentos”.

Ante lo que se les avecina, los productores también clamaron por la unión del sector, toda vez que en las postrimerias de la administración del exministro Augusto Valderrama se creó la paralela Federación de Asociaciones de Productores de Arroz y Granos de Panamá, que muchos califican de “amarillista”, porque supuestamente es un frente del triunvirato que regentaba el sector agropecuario.

Irónicamente, dijeron que ese ha sido el único gremio que hasta el momento se ha reunido con el ministro Linares.

En medio de la polémica arrocera, y mientras las aspas de los abanicos del local de los arroceros coclesanos seguían en su incesante andar, tratando de sofocar el ánimo de los productores, los consumidores seguían ausentes.