El dinero: cuánto compra y cuánto cuesta
En una reciente edición de Mesa de Periodistas, el economista Raul Moreira esbozó una descripción de la nueva realidad económica que enfrentará el país durante al menos los próximos dos años.
El poder de compra
El Índice de Precios al Consumidor (IPC), elaborado por la Contraloría General de la República, que sirve como indicador de la inflación, ha aumentado en 1.5% en los primeros cinco meses del año actual. Y la inflación comparativa de mayo del año pasado con mayo del año actual fue de 0.4%.
Pero dice Moreira que no debemos solo ver los números más recientes: llevamos “27 meses de crecimiento continuo del IPC. No hay un mes en el que el IPC haya disminuido en relación al año anterior”.
Dar un paso atrás revela la magnitud del cambio. “Desde marzo de 2021 hasta mayo de 2023, el IPC ha crecido por una cifra de 63%”. Considerando el incremento de la informalidad a nivel general de la economía, es difícil pensar que los salarios hayan crecido por un monto similar. “Por eso es que la gente siente que efectivamente las cosas están caras, porque todo ha subido y no ha habido tregua,” agrega el economista.
Analizar los componentes del IPC revela aún más. “La tarifa eléctrica creció 41%” dice Moreira. “La reparación de viviendas creció en mayo un 11% […] lo que es vivienda, agua y electricidad creció 10.9% [y] alimentos y bebidas no-alcohólicas tuvo 4.2%”.
Con estos números tan elevados, ¿por qué el IPC promedio es tan bajo?
“Para sorpresa, lo que está disminuyendo [el promedio del IPC] más significativamente es el precio del combustible para automóviles [que] disminuyó 27% [debido al] subsidio que se ha estado otorgando al consumidor de combustible por parte del Gobierno Nacional”.
En otras palabras, “una medida del gobierno que se está tomando está ocasionando que el índice de precios obviamente se mantenga bajo”.
El costo del dinero
Una de las razones por la que los precios —tanto a nivel internacional como local— han estado subiendo tiene que ver con la reciente ronda de incrementos de los tipos de interés por los bancos centrales, particularmente aquel de Estados Unidos.
A pesar de que la meta final de estos bancos resulta ser la misma, durante la última serie de reuniones de las juntas gobernadoras de las diferentes entidades se comenzaron a ver diferencias por primera vez en cuanto a estrategias.
Tanto el Banco de Inglaterra como el sistema de la Reserva Federal han establecido que su meta es disminuir la tasa de inflación de sus respectivas economías hasta el 2% —la tasa óptima de inflación según cálculos de la Reserva Federal, suficiente para estimular el gasto y el empleo.
Por su lado, el Banco de Inglaterra continuó con su patrón de aumentar la tasa de interés de referencia seguido en las últimas reuniones de su comité de política monetaria, elevándose la tasa hasta el 5%, el nivel más alto que ha tenido en los últimos 15 años.
Tal insistencia en los aumentos refleja la intención del gobernador del banco central británico, Andrew Bailey, de evitar la inflación por doble dígitos, a pesar del costo social que tal medida tendrá, con más de un millón de prestamistas hipotecarios temiendo por tener que enfrentar pagos más altos en su letra. La tasa de inflación en el Reino Unido es de 8.7%.
Des-pa-cito
Por su lado, el sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos ha adoptado una política más flexible de cara al costo social del incremento de las tasas, anunciando una pausa en sus aumentos de interés por el momento. Pero la Reserva Federal no dio a los mercados tiempo para celebrar, diciendo a la par que se pueden esperar al menos dos aumentos adicionales en el costo del dólar antes de que cierre el año.
Los aumentos de la Reserva Federal hasta ahora —los más agudos en la última década y media— han tenido secuelas fuertes tanto en Estados Unidos como alrededor del mundo. Por ejemplo, la tasa de impagos corporativos en Estados Unidos y Canadá ha aumentado de forma notable, con más de 40 situaciones graves de impago entre empresas de los dos países en lo que va del año. Tan solo hasta junio de este año, los registros de quiebras en Estados Unidos fueron por 324, cuando en todo 2022 se registraron 374 quiebras.
Y la casa analítica Moody’s considera que podremos ver situaciones similares alrededor del planeta debido al encarecimiento del financiamiento.
Expectativas
Todo esto prefigura aún más aumentos en el IPC. Estudios tanto de la Superintendencia de Bancos como de la base de datos pública El Tabulario indican que algunas de las tasas bancarias en Panamá tienden a seguir variaciones de aquella de la Reserva Federal con una diferencia de seis meses.
Habiéndose pausado los aumentos allá, aún podemos esperar incrementos en las tasas locales de interés hasta el cierre del año. Y si se da un reinicio a la subida de intereses en Estados Unidos, podríamos esperar un efecto inducido en Panamá durante al menos el primer semestre del 2024.
No solo eso, sino que otros factores también apuntan a más alzas en el nivel general de precios. Primero, el subsidio al combustible, según el economista Moreira, “en algún momento de este segundo semestre va a terminar y se va a sumar a lo que es el fin del subsidio de la tarifa eléctrica”.
También, la escasez de agua debido a un incipiente fenómeno del Niño y su efecto en el flujo de barcos a través del Canal de Panamá probablemente pueda causar un “disparo de precios”. Moreira calcula que la tasa promedio de aumento mes-a-mes del IPC estará en 3% al cierre del año.
Y como si no fuera suficiente, el poder de compra general también se verá limitado por la cambiante situación laboral del país, donde de una mano de obra que ronda las dos millones de personas, hay 700 mil informales y “más de 200 mil personas desocupadas”, situación que dificulta el crecimiento económico.
Posibles soluciones
El economista Moreira ofrece una posibilidad para enfrentar el alto costo de la vida: “una estructura que haga que los alimentos lleguen a través del Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA) a precios que reflejen el costo de producción en el campo y no el incremento exagerado que el intermediario le aplica a todo lo que se vende en el mercado de abasto”. A pesar de que el IMA tenía como objeto distribuir la producción nacional, se terminó usando para importar mercancías del extranjero, supuestamente como parte de un esquema del clientelismo.
Aparte de lo mencionado por el economista, otra forma de enfrentar el encarecimiento del costo del capital sería que los bancos privados de la plaza estuvieran dispuestos a reducir ligeramente sus encajes, lo cual pondría más dinero a disposición de la economía. Tal medida tendría que venir acompañada de incentivos para que las instituciones bancarias presten más dinero —sin aumentar el costo— a la economía nacional. Adicionalmente, entidades como la Autoridad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa y el Instituto Técnico Superior Especializado tendrían que elevar de forma sustancial su oferta de valor para poder proponer modelos de negocios funcionales para recibir nuevos capitales.
También, entidades como la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (ACODECO) pueden robustecer sus medidas de supervisión, para asegurar que al menos la compra de los consumidores panameños sea de calidad.
Todo esto, más allá de las reformas en materia de pensiones, educación e infraestructura que de por sí son necesarias.
Para el consumidor particular, las opciones para enfrentar esta nueva realidad de costos en alza son limitadas pero importantes: la educación continua, la actualización de los presupuestos domésticos, la planificación mensual de alimentos, la comparación de precios entre sitios de compra, la inversión en eficiencia energética en la casa, el uso de métodos alternativos de transporte y las iniciativas de compartir la adquisición de productos en comunidad son algunas de las herramientas que tienen a disposición los actores microeconómicos para poder aguantar los vientos en contra.