Digiriendo PISA: educación, presupuesto y crédito

Educación en Panamá

Estudiantes en un salón de clases / Foto archivo EFE

Ciudad de Panamá, Panamá/Hoy analizaremos dos temas que no siempre se consideran juntos —el nivel educativo y la deuda personal y familiar panameña— unidos por aquel de la productividad. Para hacer esto, desglosamos los resultados de la más reciente prueba PISA, además del último reporte del crédito nacional.

Vistazo al PISA

PISA son las siglas en inglés del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, el cual realiza pruebas cada tres años desde el 2000.

El propósito de la prueba es medir el desempeño, bienestar y nivel de equidad de los estudiantes de los países participantes.

La última versión, programada para 2021, se retrasó un año, hasta 2022, debido a la pandemia. Los resultados se publicaron la semana pasada.

En tal ronda, tomaron parte alrededor de 700 mil estudiantes de 81 países, con un enfoque especial en la inclusión de naciones económicamente vulnerables.

Panamá se unió a las pruebas en 2009, pero se retiró en 2012 y 2015 debido a cambios curriculares y deudas con la entidad evaluadora.

En consecuencia, Panamá solo cuenta con dos ediciones recientes de PISA: 2018 y 2022.

Panorama problemático

Los resultados generales de PISA 2022 son preocupantes, evidenciando una tendencia negativa en la efectividad educativa —el impacto del sistema educativo— a nivel global.

De las categorías medidas —ciencia, lectura y matemáticas— varios países mostraron mejoras significativas en las tres, entre ellos, Brunéi, Camboya, la República Dominicana y Taiwán.

Singapur lidera en todas las categorías, con puntajes superiores a 540, mientras que Corea del Sur, Japón y Suiza también se destacan.

Panamá, con puntajes alrededor de 370 en las tres categorías —357 en matemáticas— mejoró en todas las áreas a pesar de la tendencia global negativa.

Pero, aunque el avance de Panamá merece reconocimiento, es importante tomar esta mejora con cautela debido a dos factores internos.

Resultados locales

Los resultados panameños en PISA 2022 vienen con algunas consideraciones importantes.

En primer lugar, sólo el 77% de los estudiantes esperados presentaron la prueba, en comparación con un 90% en 2018. Este fenómeno no es exclusivo de Panamá, ya que Australia, Estados Unidos y Jamaica también reportaron cifras por debajo de lo esperado.

En segundo lugar, los estudiantes que participaron en la prueba manifestaron sentirse altamente agobiados y ansiosos. La aplicación tuvo lugar en julio de 2022, durante fuertes protestas nacionales y el cierre de miles de escuelas, lo que influyó negativamente en la calidad de la evaluación.

Y tal agobio va en aumento.

Un 17% de los participantes panameños —aproximadamente 760 estudiantes de 4,500— reportaron insatisfacción con sus vidas, un aumento significativo en comparación con el 11% de 2018.

Es relevante destacar que Panamá no proporcionó una encuesta solicitada por el Programa para evaluar el impacto en los estudiantes que no presentaron el examen.

Hallazgos educativos

En la más reciente edición del PISA, la resiliencia educativa destaca como uno de los hallazgos más importantes. Varios sistemas educativos demostraron no solo capacidad para resistir los desafíos de la pandemia sino, en algunos casos, mejorar en diversos aspectos.

La resiliencia educativa se caracteriza por mantener las escuelas abiertas, brindar apoyo constante al bienestar de los estudiantes, crear un ambiente seguro para el aprendizaje, incentivar la participación estudiantil, involucrar a los padres y madres, reducir el tamaño de las clases y fomentar la interacción social del estudiantado.

No sorprende que Singapur se destaca como uno de los sistemas educativos más resilientes, aprovechando la pandemia para acelerar la digitalización y promover la autonomía de los estudiantes y el aprendizaje a distancia. Esto, mediante el refuerzo por maestros dedicados.

Ahora bien, la digitalización, aunque mejora procesos, no garantiza la eficacia educativa y el PISA señala que la disponibilidad de dispositivos tecnológicos no es suficiente si los estudiantes no tienen motivación por aprender.

También, se debe evitar el uso excesivo de tales dispositivos, ya que más de una hora de uso puede distraer y restar competitividad, especialmente si se utilizan con fines de entretenimiento dentro de la escuela.

Además, la mentalidad de crecimiento es fundamental, según el PISA.

Incentivar la idea de que los estudiantes pueden mejorar con esfuerzo y dedicación resulta esencial, a diferencia de una cultura de mentalidad fija que limita a los estudiantes a ciertos parámetros predefinidos.

Fantasmas matemáticos

La serie completa de las pruebas revela significativas dificultades en el aprendizaje de las matemáticas, lo que ha llevado al Programa a profundizar en la comprensión de la ansiedad matemática.

Tal ansiedad se caracteriza por la preocupación y tensión anticipada a obtener resultados bajos en matemáticas o no comprender conceptos. Cuanto mayor es la ansiedad, menor es el rendimiento en las pruebas de esta categoría.

Los finlandeses, neerlandeses y húngaros muestran menor ansiedad matemática y puntúan cerca del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la cual desarrolla las pruebas.

Panamá —junto a El Salvador, Paraguay y Turquía— está entre los países con mayor ansiedad matemática. Todos estos últimos puntúan por debajo del promedio.

La solución propuesta por el PISA para abordar la ansiedad matemática incluye fomentar la mentalidad de crecimiento en las escuelas, promover una actitud positiva hacia las matemáticas por parte de los maestros, aumentar el tiempo de práctica con educadores calificados y capacitar a los estudiantes para asumir la responsabilidad de su aprendizaje.

Esto último parece ser un elemento clave para desarrollar competencia académica.

Bases sólidas

Tres hallazgos adicionales merecen ser resaltados.

Uno, el programa señala que son críticos los primeros $75 mil invertidos por estudiante entre sus seis y 15 años de edad. Panamá no alcanza aún esta cifra, destinando cerca de $63 mil por estudiante en ese periodo.

Dos, se observa que un mayor involucramiento de los padres y madres en la educación se relaciona con mejores resultados. En este aspecto, Panamá muestra, entre 2018 y 2022, una caída en la cantidad de cuidadores vinculados al proceso educativo.

Y tres, la extensión de la asistencia escolar en ambas direcciones tiene beneficios en la competencia estudiantil.

Los estudiantes con educación previa a la primaria tienen menos probabilidades de repetir grados, mientras que los países que están consolidando su educación secundaria universal —como los vecinos, Costa Rica y Colombia— podrían demostrar mayor resiliencia en sus indicadores educativos.

Para referencia, en Panamá, la educación obligatoria llega hasta sexto grado. Y cerca del 15% de los empleados formales no tiene educación más allá de ese nivel.

Además, no se conoce plenamente la situación educativa de los informales y los desempleados.

Todo esto presenta un reto, ya que, según el consultor laboral René Quevedo, 7 de cada 10 nuevos empleos requieren al menos 12 años de escolaridad.

Presupuesto educativo

Lo que sí ha experimentado un aumento constante ha sido el presupuesto del Ministerio de Educación (MEDUCA).

En 2018, durante la penúltima prueba PISA, la inversión ejecutada fue de $500 millones, mientras que el gasto en funcionamiento, incluyendo salarios, rondaba los $1,600 millones.

Para 2022, la inversión ejecutada se mantuvo en cerca de $500 millones, pero el gasto en funcionamiento creció, desde 2018, aproximadamente un 40%, alcanzando los $2,200 millones.

Considerando el cambio en el promedio de Panamá de 2018 (365) a 2022 (379), se podría sugerir, jugando un poco con los números, que cada punto de aumento costó alrededor de $42 millones.

Bajo esta premisa, y a ese precio, alcanzar el promedio de la OCDE —470— requeriría una inversión cercana a los cuatro mil millones de dólares en los próximos cuatro años, suponiendo una conversión directa de gasto a eficacia educativa.

Y quizás esta cifra no sea del todo exagerada: el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) anunció ya un aumento significativo del presupuesto del Meduca, con un incremento del 20% en funcionamiento, llegando a $2,600 millones, y un alza histórica del 380% en inversión, alcanzando los $2,400 millones. La mitad de este aumento se destinará a la construcción y renovación de escuelas.

Sin embargo, queda ver si tales promesas de aumento sobrevivirán la reorganización del presupuesto para 2024, un proceso anunciado por el MEF debido a varios factores, incluido el cierre de la mina en Donoso.

Ganar para pagar

La educación nacional es un proceso complejo que busca formar ciudadanos informados y proactivos, capaces de enfrentar desafíos y alcanzar objetivos psicológicos y sociales. Sin embargo, la educación también debería contribuir a la prosperidad material, aumentando la productividad laboral y permitiendo una vida digna y el cumplimiento de obligaciones financieras.

Y en Panamá, estas últimas parecen ir en aumento.

Según un informe reciente de APC Intelidat —anteriormente la Asociación Panameña de Crédito— la deuda de los panameños con los bancos ha alcanzado los $40,000 millones, comparado con los $26,000 millones de 2018, para el tiempo de la penúltima prueba PISA.

Durante este periodo, la deuda hipotecaria ha aumentado un 42%, alcanzando los $20,000 millones desde los $14,000 millones. Las deudas por automóviles también han crecido casi un 50%, pasando de $1,700 millones a $2,500 millones.

Y a pesar de una reducción previa, el saldo en tarjetas de crédito ha vuelto a niveles anteriores a la pandemia —cerca de los $2,500 millones— indicando un aumento mientras los panameños recurren al crédito para enfrentar el creciente costo de la vida.

Con la canasta básica alrededor de $300 y un salario promedio cercano a $750, la situación financiera de los ciudadanos resulta un desafío importante en el corto plazo.

Coda

El análisis de las últimas pruebas PISA destaca un panorama educativo preocupante en Panamá, especialmente en matemáticas.

Aunque hay una leve mejora en los resultados, el país enfrenta retos notables como la baja participación estudiantil, la ansiedad durante el proceso educativo y un creciente nivel de insatisfacción entre los estudiantes.

Desarrollar resiliencia educativa parece ser crucial para abordar estos problemas y potencialmente impulsar la prosperidad material de la ciudadanía. Las próximas pruebas están programadas para 2025, y los resultados se presentarán en 2026.

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