'Sentía que la tierra temblaba y todo se acababa': El relato del desastre ocurrido en Renacimiento
“Esto fue muy bravo, la noche del 4 yo dormí en mi casa y a las 3:05 de la madrugada empecé a escuchar estruendos, era un ruido muy feo, ese fue el más fuerte de los casi ocho que pude contar. Pero a las 5 y algo, ya casi amaneciendo, otro golpe muy fuerte, era como cuando un avión cae sobre algo”, así recuerda Edgar Espinosa la angustiosa madrugada del 5 de noviembre.
Eran deslizamientos de tierra y árboles que estaban cayendo a pocos metros de su casa ubicada en Palmarito de Renacimiento, otro de los lugares más golpeados por los efectos indirectos de Eta en Panamá.
“Uno queda que, de repente se va la casa y uno qué puede hacer, nada si está lloviendo, estamos rodeados de lodo y no se puede salir, esos fueron los derrumbes mayores, sentía como la tierra temblaba, yo sentía que todo se acababa, esto es increíble como ha quedado todo”, sostuvo.
Espinosa, productor de café y tomate en esta región del país, pese a que ha experimentado otros siniestros de la naturaleza, nunca imaginó vivir una situación tan dramática como la que hoy enfrenta Tierras Altas.
Afligido, cuenta que él estaba pendiente de los reportes de Hidrometereología de Etesa y el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), que habían emitido la alerta hasta el 4 de noviembre, sin embargo, este fue el día más fuerte de los efectos del huracán.
“Se hablaba que hasta el día 4 sería la tormenta, pero el día 4 y el día 5 fueron los días más bravos, esto fue muy violento, uno no sabía ni qué hacer, ni por donde caminar. Esto es algo increíble”, reafirmó.
Relató que en momentos la inseguridad se apoderaba de ellos, pues no se sabía cuál árbol podía caer o por donde se iba a deslizar la tierra. Para él, lo que sucedió los días 4 y 5 de noviembre fue peor que un terremoto, y explicó que todo se debió a la acumulación de agua en la corteza terrestre.
“Lo que pasa es que cuando caen aguaceros fuertes el agua corre, pero cuando cae la lluvia suavecito por tanto tiempo la tierra va esponjándose, se crean bolsas de agua subterráneas y eso se pone suavecito hasta que llega a un punto en que no aguanta más, eso fue lo que pasó aquí”, aseveró.
El mal tiempo en el distrito de Tierras Altas inició el 2 de noviembre, pero según cuenta Espinosa, no se trataba de aguceros, sino de lluvias moderadas que se mantuvieron por más de tres días ininterrumpidos.
Con tristeza recordó que en la parte frontal de su casa tenía un hermoso jardín, el cual "era elogiado por todo el mundo" y ahora ha quedado reducido a lodo y escombros debido a un deslizamiento de tierra y que como él lo cuenta no pasó a mayores por los árboles y palmas que tenía.
“Gracias a las palmas que tenía enfrente de mi casa que aguantaron un poco el derrumbe, los árboles quedaron acostados, solo el agua con lodo corrió para adentro de mi casa”, contó Espinosa.
Ahora tiene que usar botas de caucho para estar en su propia residencia, el lodo le llega a las rodillas, y se pregunta cómo va a hacer para sacar toda esa tierra debido a que no cuenta con el equipo y seguramente el costo para realizar estos trabajos será elevado.
Describió que en el área hubo varios derrumbes, muchas casas afectadas y la escuela quedó rodeada de agua, solo se podía ver el techo. Para él es muy difícil dimensionar la magnitud de la situación, muchas personas desaparecidas, familias que perdieron todo y algunas ya estaban quedando sin alimentos.
El día después del desastre
Cinco días después de constantes lluvias, finalmente el tiempo mejoró en la zona, solo el normal bajareque que se experimenta por periodos, la energía eléctrica fue restablecida y poco a poco se recupera la comunicación vía telefónica.
En las estaciones de combustibles también empieza a escasear el producto. Las filas de quienes se iban a abastecer eran largas y según cuenta Espinosa, en las abarroterías se está racionalizando la comida, solo se vende una 'bolsita' de arroz por persona para que todos tengan algo que comer.
La preocupación e incertidumbre no solo se palpa en quienes lastimosamente perdieron sus pertenencias, sino también en los productores que esperan una respuesta rápida del gobierno para poder salvar las cosechas.
Espinosa es uno de ellos y para llegar a su finca tendría que atravesar varios derrumbes, lo que para él es imposible.
“Yo vivo en Palmarito de Renacimiento, tengo que cosechar mi café y mis tomates… ¿Cómo hago para sacarlos y venderlos? En el camino hacia mi finca hay nueve derrumbes ¿Cómo hago para quitarlos si no tengo equipo? Solo hay un equipo de la Alcaldía para tantos derrumbes que hay”, se cuestionó.
De Renacimiento y Caizán sale la mayor producción de café, tomates, ajíes pimentones y habichuelas, estas dos regiones se encuentran incomunicadas por derrumbes y caídas de puentes, lo que afecta la distribución de los productos al país.
“No sé qué va a pasar, qué dolor. Si no es un derrumbe es un puente caído, esto es un problema”, finalizó.