Déjà vu: Cortizo empieza su último año de gobierno entre protestas, baja aceptación, crisis y los mismos problemas sin resolver
Laurentino Cortizo
El presidente Laurentino Cortizo inaugura este sábado su quinto año como presidente en funciones. Los aciertos han sido pocos, según sus críticos, mientras que los desaciertos y toda clase de tropiezos y denuncias son los que han eclipsado la mayoría de su gestión.
Ciudad de Panamá, Panamá/Los cuatro años del gobierno Cortizo-Carrizo han sido, sin duda, únicos. Fue el primer partido que demoró 10 años en volver al Palacio de las Garzas tras la ruptura del bipartidismo que provocó la irrupción de Ricardo Martinelli en la política; a lo que se sumó la pandemia, que estremeció lo cimientos socioeconómicos del país y del mundo.
Pero si bien el gobierno ha optado por atribuir casi todos sus desatinos a la pandemia –y más recientemente a la guerra en Ucrania– cabe hacer un repaso por los aciertos y desaciertos al cumplirse el 80% del mandato que ganó esta administración con el 33% de los votos en las elecciones de 2019.
La última encuesta de CID Gallup colocó a Cortizo en el tras antepenúltimo lugar de aceptación entre 13 presidentes de América Latina, con una calificación de apenas el 24% a su labor presidencial, por debajo de los presidentes de El Salvador, Costa Rica, Honduras y Nicaragua, entre los países de Centroamérica.
Esto se da como antesala al cumplimiento de un año desde que el país entero vivió las protestas que se desataron en julio de 2022, justo unas horas después del discurso del mandatario ante los diputados de la Asamblea, que solo unos días antes fueron filmados brindando con un exclusivo licor en un hotel de la ciudad.
El consenso en torno a las protestas -que ya avizoran con intensificarse- es que no se han resuelto los problemas que hicieron estallar la olla de presión hace un año, y parece ser que marcarán la tónica de los últimos meses de su administración, misma que inicia hoy su cuenta regresiva.
Entre los logros que destacó Cortizo en su último discurso ante la Asamblea a inicios de este año, recapituló la campaña de vacunación como “la mejor política pública para impulsar el proceso de recuperación económica, cuyo avance es innegable y que ha sido calificada como una de las mejores de América Latina”.
Cortizo también resaltó en su discurso de enero que el gobierno “elevó a tema de Estado el problema del desabastecimiento y los altos precios de los medicamentos”, la creación de MedicSol y la emisión de un decreto que “permita la apertura del mercado de medicamentos a nuevos agentes comerciales con el fin de reducir el costo de los medicamentos básicos”. Sin embargo, este tema sigue siendo álgido tal como lo demuestran las quejas regulares de los pacientes, tanto por el desabastecimiento de medicamentos en hospitales públicos, como por el alto costo de los mismos en las farmacias privadas.
Por otro lado, el gobierno destacó el control de la inflación, las transferencias monetarias como paliativo al desempleo por la pandemia, la construcción de al menos 200 obras de infraestructura y, más recientemente, la contratación de empresas para recoger la basura en la capital y la virtual salida del país de la lista gris del GAFI, entre otros.
Sin embargo, quedan retos importantes en el tapete y que heredarán los próximos gobiernos: el programa de pensiones de la Caja de Seguro Social, la falta de acceso a agua potable para consumo, el transporte, disposición de desechos, desempleo, estrés fiscal, entre muchos otros.
Pero uno que definitivamente ocupará la agenda es el futuro del contrato con la empresa Minera Panamá, que a pesar del rechazo de amplios sectores de la sociedad, entre ellos ambientalistas, comunitarios, eclesiales y trabajadores de diferentes ramas, ya fue firmado por el Gabinete y será presentado ante la Asamblea para su aprobación o rechazo. En esta coyuntura puede encapsularse todo el desarrollo del gobierno este año.
Para el sociólogo y analista político Enoch Adames, este gobierno evidenció varias crisis: entre ellas la “crisis de representación política que profundiza la crisis del propio régimen presidencialista”. Esta crisis se manifiesta, según Adames, en la “notoria ausencia de relaciones de coordinación política entre el PRD y el gobierno, y entre el Gobierno y la bancada del PRD en la Asamblea”.
Y es en esa relación con el partido que el gobierno “como actor prescinde políticamente del partido para privilegiar una agenda que no quiere ataduras en temas cruciales de política pública y que responde al bloque dominante de poder económico”, explicó el sociólogo, quien añadió que en la relación con la Asamblea, la crisis de coordinación con la bancada del PRD tiene otro matiz: “es un desencuentro entre la burocracia política del ejecutivo y los diputados del partido, orientados por el clientelismo, prebendas y la extorsión”.
Adames reconoció el manejo de la pandemia por parte del gobierno como un acierto, pero describió a una administración que, paralelamente, “desestimó el componente político como parte de una gestión de gobierno, y que deliberadamente elude la responsabilidad que tiene de entenderse políticamente con la sociedad”.
Grandes pendientes
Así, Adames lista lo que a su juicio son las grandes pendientes, oportunidades perdidas, que deja este gobierno:
- Las pretendidas reformas constitucionales “tramitadas administrativamente y desechadas administrativamente”.
- El Pacto del Bicentenario “gestionado tecnocráticamente para eludir el papel de los cabildos comunitarios como formas de poder local”.
- La estructura fiscal de “privilegios, exoneraciones y evasiones que entre el 2009 y 2019 sumó 57,877.8 millones de dólares”.
- El problema de los medicamentos con el que “se lleva a la sociedad organizada a mesas interminables de diálogos, donde se impone un enmarañamiento técnico administrativo encadenado por los privilegios de una estructura de poder económica oligopólica de las farmacéuticas y representantes”.
- El futuro de los intereses mineros como bloque político, un bloque “que tiene varias cabezas”.
- La masificación de la corrupción, enmarcada en una política corporativa de la burocracia que fragmenta para vencer.
Son muchos los retos que encara el último año de gobierno de Cortizo, quien va tomando cada vez menos espacios para cedérselos a su vicepresidente Carrizo, elegido para correr en las próximas elecciones como abanderado del PRD.
Desde el inicio de este gobierno el vicepresidente Carrizo dirigió las compras relativas a la pandemia desde el Ministerio de la Presidencia, también encabezó la mesa técnica de diálogo por los medicamentos, espacios que ha ocupado y que según muchos analistas, incluso oficialistas, demuestran que quien ha llevado las riendas del gobierno tras bambalinas desde 2019 ha sido el vicepresidente.
Y es que a pesar de haber renunciado hace unos meses al cargo de ministro de la Presidencia, sigue apareciendo en eventos y misiones oficiales, difuminando la línea que separa al candidato del vicepresidente.
El tiempo, los hechos y los votos dirán si el PRD, además de no haber estado en gobierno 10 años continuos, podrá romper la tónica histórica del voto castigo.