La pesca sin control del tiburón martillo pone en peligro a esta especie en Panamá
Pesca en Panamá
Ciudad de Panamá/Tiburón a la carta. La consistente, barata y blanquecina carne de tiburones jóvenes, conocidos como cazón, y del tiburón martillo, que se encuentra en peligro de extinción, continúa imponiéndose en la gastronomía panameña, ya sea fileteada, en croquetas o en el popular ceviche, donde no se ven los detalles del tejido, propios del pescado entero.
Con un consumo anual per cápita de unos 23 kilogramos de pescado, en Panamá la captura de tiburones no está prohibida, por lo que es bastante común esta práctica en los estuarios del golfo de Montijo, provincia de Veraguas, y en los manglares de los poblados de David y Chame, en las provincias de Chiriquí y Panamá Oeste, respectivamente, entre otros ecosistemas que se han identificado como zonas de cría del tiburón martillo y de los más pequeños.
En los manglares de David, por ejemplo, uno de los principales problemas que enfrentan los tiburones es la técnica de los pescadores de colocar la red agallera (trasmallos) a la deriva (trasmallo “boyao”), pues así obtienen mayores capturas, que corresponden a más del 99% de neonatos y juveniles, todos con gran valor comercial, explicó la bióloga investigadora Yolani Robles.
“Los tiburones se vienen explotando en Panamá bajo un esquema de acceso abierto que atenta de manera significativa contra la sostenibilidad de tan importante pesquería”, reconoció en su momento la directora de la Autoridad de los Recursos Acuáticos, Flor Torrijos.
Los tiburones, que pertenecen al grupo de los peces cartilaginosos, tienen tasas bajas de crecimiento, madurez tardía y baja fecundidad, lo que se traduce en una capacidad limitada para soportar su pesca excesiva, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Para tratar de preservar esta especie, Panamá solo cuenta con una endeble legislación, la Ley 9 de 2006, que se limita a proteger la práctica del “aleteo”, acción que consiste en cortarle las aletas a los tiburones y luego descartar el cuerpo, echándolo al mar.
Esta situación convierte a los tiburones en especies altamente vulnerables, debido a la demanda, y por los altos volúmenes de capturas que se registran dentro del sistema, impactando negativamente a sus poblaciones.
Practicar la pesca en los ecosistemas de manglar, sobre todo con el uso de trasmallos, hacen insostenible esta actividad. Sin embargo, gran parte de la población, que vive de los recursos del manglar, obtienen su sustento precisamente de esas prácticas pesqueras insostenibles, pues tradicionalmente han desarrollado la actividad sin los controles pertinentes por parte de las autoridades, sostiene un estudio del 2011 y cuya realidad poco o nada ha cambiado, según Robles.
En Centroamérica la captura del tiburón martillo y los de menor tamaño (neonatos) comenzó hace unas décadas, debido a la escasez de recursos tradicionales como el pargo, el mero, la langosta y otras especies que han sido sobreexplotadas, explicó Margot Stiles, investigadora de Global Fishing Watch.
“Todavía tenemos estos recursos, pero cuesta más capturarlos y los que se capturan son de tamaños menores”, manifestó Stiles.
Mientras, en Panamá la captura de tiburones está asociada a la pesca de otras especies de peces, sobre todo por el uso de redes de enmalle, conocidas como trasmallos, aunque también se captura con otras artes de pesca, como es el palangre, detalló Robles.
Respecto a la pesca de otras especies de gran valor comercial, entre ellas pargos o corvinas, la investigadora manifestó que es “difícil” conocer mayores detalles, pues no se tienen registros confiables de capturas anuales.
No obstante, informó que estudios realizados por el Centro de Capacitación, Investigación y Monitoreo de la Biodiversidad demuestran que entre 2016 a 2021 la captura del pargo seda (pargo rojo), por ejemplo, ha disminuido, “con altas y bajas, según el año”.
“Lo más relevante del estudio es que el pargo grande, de más de 6 libras, ha disminuido de manera importante en los desembarques. También se demostró que el pargo seda, principal especie de pargo que se exporta, ha pasado de representar más de 90% en los desembarques de pargos en el 2006 a 80% en el 2021”, acotó Robles.
Agregó que la máxima captura de tiburones neonatos y juveniles se registra durante marzo, y que la presencia de adultos en ese mismo mes se estima que está relacionada con un posible momento reproductivo.
Robles manifestó que se ha trabajado con comunidades pesqueras para tratar de disminuir la captura incidental de tiburón, buscando que los pescadores se trasladen a zonas donde es menos probable que ocurra la captura, e igualmente algunas fundaciones han tratado de incentivar el uso de otras especies de peces en la preparación del ceviche para disminuir el uso de tiburón.
También se han aprobado normas para desincentivar la captura dirigida de tiburones, entre ellas la inclusión del tiburón martillo en la lista de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).
Pero, el desconocimiento por parte de los pescadores de los patrones reproductivos, de los sitios de crianza, de desarrollo y de alimentación de los tiburones limitan un manejo sustentable de las poblaciones que están sujeta a la presión pesquera.
“La pesca sostenible del tiburón es posible, pero exige una gestión muy atenta con capturas reducidas”, advierte la FAO.