Piden revisar 'prevalencia' de plaguicidas en cultivos agrícolas consumidos en Panamá

Producción en Panamá

Foto ilustrativa: Una persona recoge tomates para preparar alimentos / AFP
Julio César Aizprúa - Corresponsal Digital
25 2023 - 06:11

Tierras Altas, Chiriquí/Arroz, tomate, apio, aguacate, cebolla, lechuga, espinaca y ají, entre otros, forman parte de los once cultivos agrícolasque más consumen los panameños y que presentan el “más alto riesgo por prevalencia de plaguicidas, de acuerdo al límite máximo de residuos permitidos”.

Cuando hay prevalencia es porque en el muestreo que eventualmente se realiza al azar se encuentra que los niveles de agroquímicos están por encima del permitido, explicó una fuente del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), entidad que se limitó a publicar el dato, sin ofrecer mayores explicaciones.

Esto significa que esos productos pudieran no ser aptos para su ingesta y no deberían llegar a la cadena de consumo, lo que aparentemente está ocurriendo, porque no los retienen ni los eliminan, dijo el informante que, por razones obvias, pidió el anonimato.

Esta situación debe revisarse, monitorearse, pues es muy fácil superar los límites permitidos de plaguicidas sin que nadie supervise, atentando contra la salud de los panameños, sostuvo Pedro Acosta Insturaín, presidente de la Unión Nacional de Consumidores de la República de Panamá (Uncurepa).

Producción de cebolla en Panamá / Redes sociales

Para Acosta Insturaín, entre los derechos de los consumidores está el acceder a productos que vengan de procesos de producción sanos. 

En Panamá se comercializan unos 64 plaguicidas altamente peligrosos, pero que cuentan con sus respectivos registros sanitarios, y anualmente los panameños consumen, no ingieren, unos 2,2 kilogramos per cápita de plaguicidas, cantidad superior a la de Centroamérica, donde la media es de 2 kilogramos. 

Centroamérica es la región con el más alto consumo per cápita de plaguicidas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Mientras tanto, la mayoría de los fertilizantes que se utilizan para el cultivo de hortalizas en las tierras altas de la provincia de Chiriquí, específicamente en Cerro Punta, son nitrogenados, al tiempo que las normas internacionales establecen una reducción sostenida de estos agroquímicos al 2030.

Es tal el efecto de estos productos, que análisis recientes muestran que en esa zona hay suelos que están mostrando salinidad, producto de “demasiada aplicación de fertilizantes”, aseguró el experto Juan Ortiz, durante la VI Jornada Hortícola realizada esta semana en Cerro Punta.

Otros suelos, agregó, están mostrando acidez, bajando los nutrientes esenciales y la parte de materia orgánica, “y si no actuamos ahora, en 30 o 50 años vamos a tener un sustrato inerte”.

El uso de los fertilizantes nitrogenados es un freno para que la producción de esa región del país sea certificada en su totalidad con el Global G.A.P. una norma establecida para las buenas prácticas agrícolas, reconocida por la Iniciativa Mundial de Seguridad Alimentaria y cuya más reciente versión debe ser aplicada a partir de enero del próximo año.

Localmente, las empresas que compran la producción agrícola, supermercados y cadenas de expendio de alimentos, entre otros, están exigiendo cada vez más dicha certificación.

Esta es aplicable a diferentes productos, capaz de abarcar la globalidad de la producción agrícola, reduciendo los riesgos de dicha producción y aportando una herramienta para verificar objetivamente las mejores prácticas de una manera sistemática y consistente.

Actualmente, solo dos empresas en Cerro Punta se han sometido a la auditoría  Global G.A.P. y hay cinco que probablemente este año alcancen la certificación, informó Ortíz.

Aseguró que en Cerro Punta se deben mejorar las condiciones laborales y el manejo de los residuos plásticos, toda vez que en muchas fincas que visitó hay “un montón” y un sitio exclusivo donde cada semana queman plásticos, latas y botellas.

Generalmente, los plásticos corresponden a los envases de los agroquímicos que utilizan, señaló un agricultor del área.

Inocuidad, temas laborales y ambientales, son las bases de las buenas prácticas agrícolas, puntualizó Ortíz.

Detalló que la certificación tiene una validez de un año y que para obtenerla y reducir costos  las asociaciones pueden agrupar a los pequeños y medianos productores.

Ya no se certifica el producto sobre la mesa o en un supermercado”, manifestó el experto, agregando que ahora se trata de certificar los procesos.

La agricultura debe aportar al cuidado del medioambiente, pues cuando se realiza la preparación de suelos, aplicación de insumos y el uso de maquinarias produce por lo menos el 30% de los gases invernadores que afectan la capa de ozono, sostuvo por su parte el experto Germán Alfaro.

Manifestó que el agro se dirige hacia una reducción del 50% en el uso de plaguicidas de aquí al 2030, mientras que para ese año un 25% debe estar certificada como ecológica.

Alfaro explicó que el 18% de los fertilizantes que se utilizan en América Latina proviene de Rusia y Ucrania, y que cuando inició la pandemia y el conflicto bélico entre ambas naciones los precios aumentaron en un 250%.

A pesar de que de enero a la fecha han bajado sus precios hasta un 66%, continúan siendo un 150% más caros que al inicio de la crisis”, apuntó.

 

 

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